La Ciudad de las Ideas, una llamada a la acción

Mientras espero a que Andrés Roemer arregle uno de los múltiples problemas que lo abruman a pocos días del inicio de la Ciudad de las Ideas (que él creó y organiza), tomo un libro de una mesa, se llama Science at the Edge (La ciencia en el límite), de John Brockman. Apenas hay tiempo para leer unas pocas líneas del prólogo, pero resultan ser suficientes para que unos minutos más tarde Roemer diga, en respuesta a una pregunta, todo mi trabajo está basado en esa idea de Brockman .

La idea de Brockman tiene su origen de 1959 en un ensayo del físico, pensador y novelista inglés C.P. Snow llamado Las dos culturas. Así lo resume Brockman: Snow notó con incredulidad que durante los años 30 los intelectuales literarios, mientras nadie miraba, empezaron a referirse a sí mismos como ‘los intelectuales’, como si no hubiera otros. Esta definición excluyó a científicos como el astrónomo Edwin Hubble, el matemático John von Neumann, el informático Norbert Wiener y los físicos Albert Einstein, Niels Bohr y Werner Heisenberg , eran dos culturas distintas. Para Brockman la tercera cultura consiste en aquellos científicos y otros pensadores del mundo empírico que, con su trabajo y sus libros, están tomando el papel del intelectual tradicional, al hacernos visibles los significados profundos de nuestras vidas, redefiniendo quiénes y qué somos .

Estaba hojeando este libro de Brockman y creo que tu trabajo tiene mucho que ver con esto...

Todo mi trabajo está dedicado a propagar la tercera cultura... No se trata de buscar el porqué de las cosas, aquí se trata del cómo: cómo es que la mente genera conciencia, cómo es que la envidia existe, cómo es el gen que no nos determina pero nos influye.

Nuestro propósito en La Ciudad de las Ideas es empoderar al ciudadano con, así le llamo, robusto conocimiento . No es un festival del secreto y la atracción ni de marketing y cómo ganar dinero... Y tampoco es de ideas per se o sólo las ideas. Es cómo un negocio que no sólo se trata de dinero, aunque éste sea un elemento fundamental, hay todo un proceso y un mecanismo que involucra al dinero, igual aquí estamos en todo el proceso y el mecanismo para generar las grandes preguntas y en cómo surgen las ideas que llevan a la acción.

Con John (Brockman) he platicado muchísimo y él me motivó a hacer el evento como lo hago. No hay otro así en el mundo.

Entiendo que esta cultura se da y creo que así lo revela tu lista de ponentes, en el mundo anglosajón más que en el hispanohablante...

Hay de todo, tenemos de todo, pero las ideas no tienen nacionalidad. Los ideastas, que así nos llamamos, somos ciudadanos del mundo. Hay gente de África, de España, de Inglaterra -muchos de Inglaterra, es cierto-, de Estados Unidos, de Canadá, de Argentina, de México.

Tenemos criterios para seleccionar a la gente que viene y no es el género ni el color de piel ni nada así: que tengan ideas provocadoras, que estén rompiendo paradigmas; que las ideas sean originales pero viables; deben venir de diferentes ámbitos, no tenemos ni puros creativos ni puros doers (hacedores), tengo una mezcla de académicos, creativos como directores de cine o diseñadores, y tengo doers en movimientos sociales, líderes de opinión con causas económicas o políticas. Otro criterio es que sepan platicar la historia, hay personas con un pensamiento muy complejo y profundo, pero que al platicarlo te aburre y te excluye. Necesitamos que provoquen al público. Y por último, que sean ideas que llaman a la acción.

A cuatro ediciones de La Ciudad de las Ideas, ¿qué tanto sientes que ha calado?

Mucho. Tengo varios indicadores. El primero, la audiencia: ha aumentado, no en el auditorio pues no hay más asientos ni más de tres días, pero en YouTube hemos tenido debates que han seguido más de 7 millones de personas, a lo que habría que sumar los que se ha seguido en televisión y en cine; tenemos una demanda de más de 2,000 boletos, tenemos un blog que van siguiendo.

Eso por el lado de la demanda, por el de la oferta, tenemos speakers que nos hablan para decirnos que quieren participar, lo cual es un honor, a algunos los hemos tenido que rechazar y muchos de los que vienen nos dicen que ya habían oído hablar de nosotros y que es un honor venir a la Ciudad, porque es uno de los eventos más hospitalarios y más prestigiosos.

Otro indicador son los patrocinadores. Además de Grupo Salinas, que es el principal y está con nosotros desde el principio, la primera vez se sumaron dos o tres empresas y ahora tenemos 17 y hemos tenido que rechazarlas porque no van de acuerdo con la marca Pepsi, Cuervo, Comex, Sealy, Itálica, Estrella Roja... son empresas que creen en lo que hacemos.

La vez que vine, en el 2009, me di cuenta de lo difícil que es traducir muchas ideas ...

Hemos trabajado mucho en eso, en preparar a los traductores, pero también en los apartos, hay que cuidar todos los detalles, el año pasado estaban en el descansabrazos y raspaban a la gente, este año eso ya no va a pasar.

¿Por qué esta edición se llama Reset?

Bueno, por un lado, el 11 del 11 del 11 parece ser un número interesante para resetearnos. Y hay un movimiento científico interesante que se llama la epigenética (hace referencia a fenómenos que no alteran la información contenida en los genes, pero sí la expresión de la misma) que implican que los genes no nos determinan, hay también una oportunidad política en México de por quién vamos a votar. Entonces hay muchos factores con los que podemos jugar a resetearnos, démonos la oportunidad de empezar de nuevo, con una mente abierta, es un tiempo para la esperanza y ya existe el conocimiento científico como para hacerlo, resetemos nuestro entorno, nuestos conflictos, nuestras relaciones interpersonales, nuestra vida. Siento que es un llamada a la acción.

mlino@eleconomista.com.mx