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Arte e Ideas

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La academia es pieza clave para una inteligencia artificial más ética

En una reunión con el Papa Francisco, rectoras y rectores de universidades latinoamericanas firmaron un manifiesto que busca alinear la IA con un uso responsable en beneficio de toda la humanidad.

El Papa Francisco en su encuentro con directivos de universidades latinoamericanas. Foto EE: Especial

El Papa Francisco en su encuentro con directivos de universidades latinoamericanas. Foto EE: Especial

Rectores y rectoras de universidades latinoamericanas y caribeñas asistieron al encuentro sinodal con el Papa Francisco, denominado “Organizando la Esperanza”, los días 20 y 21 de septiembre en Ciudad del Vaticano. En esta reunión, 216 representantes de instituciones educativas trabajaron temas esenciales propuestos en la Carta Encíclica Laudato Si’, por ejemplo, crisis ambiental, social, cultural y económica, este último aspecto con un enfoque en tecnología y tecnocracia.

En esta jornada estuvo presente el rector de la universidad Tecmilenio, Bruno Zepeda, quien a su regreso a México compartió con El Economista la experiencia del encuentro y los acuerdos en los que la academia y las universidades estarán incidiendo en los próximos años.

Uno de los temas recurrentes fue el uso de la tecnología y la inteligencia artificial, incluso se firmó un manifiesto hacia una inteligencia artificial más ética. Este manifiesto fue entregado al Papa y destaca la importancia de desarrollar tecnologías que estén alineadas con principios éticos y humanos, promoviendo así un uso responsable de la herramienta en beneficio de toda la humanidad.

Zepeda explica que, aunque la encíclica papal se ha entendido como una “encíclica verde”, todo está conectado, pues cuando se habla de Laudato Si’, se trata del cuidado del entorno natural y de todas las personas, así como en cuestiones más amplias de la relación entre Dios, los seres humanos y la Tierra. “Más allá de eso es social, es decir, entendiendo las raíces humanas que tienen que ver con la crisis ecológica y otros problemas del siglo XXI, como la tecnología y sus implicaciones”.

Zepeda subraya que es interesante y no casual que el Papa haya decidido convocar precisamente a rectores de universidades, porque la esperanza en el uso correcto tiene que empezar desde la educación. “Es un llamado a tratar de cambiar desde lo más profundo el modelo de desarrollo que ya no es sostenible en nuestro planeta, pues es una crisis del mundo moderno que se arrastra desde hace mucho”.

La idea es construir liderazgo que marquen nuevos caminos, “por eso aceptamos la invitación a participar. Básicamente fue un día completo de trabajo con distintas autoridades, de distintos grupos del Vaticano que trabajan en esta `revolución cultural´, al día siguiente presentamos algunas de las conclusiones a Su Santidad, para formularle además algunas preguntas”.

“Escucharlo es increíble, saber de su compromiso y entender que debemos cuidar nuestra casa común, pues todo está conectado, por eso llama a una alianza entre todas las ciencias y todas las creencias, con una refundación de la ética”. El llamado es a la colaboración, a entender cuáles son los problemas comunes y abordar el reclamo de los jóvenes de un mundo mejor. “Para todo esto la tecnología también será una pieza clave”, indicó.

Compromisos del acuerdo

Sobre el acuerdo firmado, referente a la ética de la inteligencia artificial, los rectores de las instituciones “nos comprometimos a la transparencia, la inclusión, todo con responsabilidad, siendo imparciales, para buscar su confiabilidad y seguridad. El compromiso es con ser muy éticos, hay que cuidar porque estas tecnologías pueden llevarnos a poderes hegemónicos que descuiden lo más precioso que es la vida”, indica Zepeda.

Recalcó que la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías no solamente no van a desaparecer, sino que van a crecer a una velocidad inimaginable para la mayor parte de la gente, “por eso este documento, que se firmó, va con un compromiso de ser inclusivos y responsables, para que la tecnología juegue a nuestro favor de manera segura”.

Agrega que este encuentro trató de lograr un abordaje desde la esperanza, pero sin negar, por ejemplo, los desafíos de la tecnología, “pues estamos hablando de organismos integrales, no vamos a dar pasos para atrás, pero la tecnología sin duda debe tener un para qué, para ello hay que entender que también hay ciertos abusos. Aunque la tecnología en sí misma está bien, hay algunos comportamientos y cambios que empiezan a generar miedos al poder perder un trabajo, ya lo decía el Papa, la dignidad más grande de las personas es su trabajo, usar las manos, la cabeza, crear, por eso el llamado como rectores y a las universidades es a buscar el equilibrio entre todas las partes”. 

Educación y esperanza

Del encuentro papal, el rector del Tecmilenio destacó una frase del pontífice: “La educación y la esperanza son casi la misma cosa, pues genera oportunidades y trabajo digno. El llamado es a regresar a un humanismo integral que nos encamine a una justicia social, esperanza, y la paz común, no a tecnologías que nos separen de eso”.

Y añade: “venimos de una era bastante larga, “de este mundo moderno, que nos ha ido aislando de lo que nos hace más humanos, nos hemos enfocado demasiado en el tener y no tanto en el ser. El Papa nos habló de la importancia de generar en los estudiantes una conciencia social, un civismo y compromiso social, esta es la actividad más noble”.

En el caso de Tecmilenio, dedicado a la educación a distancia, un factor muy importante será la capacitación, para que, por ejemplo, los migrantes puedan tener la posibilidad de crecer y lograr salarios más dignos a través de la educación, incluso no solo se trata de lograr trabajos para conseguir solo dinero, sino todas las dimensiones del bienestar integral, donde aprendamos a respetar el medio ambiente, aprendamos a tener límites y desechar la cultura del consumismo. “Que la tecnología se utilice para resolver problemas de la crisis ambiental, cuidar el planeta y llegar a un florecimiento humano mucho más incluyente. Para ello, las personas requieren de competencias, para no ser marginados”, concluyó.

 

nelly.toche@eleconomista.mx

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