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Arte e Ideas

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La belleza atemporal del libro

Los libros, no hay que dejar de decirlo, son mejor que casi cualquier cosa. El libro como objeto es bellísimo, cómodo, un mundo portátil. Por eso, aunque exista el ebook (del cual no soy enemiga), los libros seguirán existiendo.

Los libros, no hay que dejar de decirlo, son mejor que casi cualquier cosa. El libro como objeto es bellísimo, cómodo, un mundo portátil. Por eso, aunque exista el ebook (del cual no soy enemiga), los libros seguirán existiendo. Nos gusta tocarlos, sentir lo que leemos. No es sólo el contenido: es la tipografía, el olor, el sonido de pasar la página.

No son pocos los artistas gráficos y plásticos que han explorado las posibilidades del libro objeto como posible pieza de arte. Es decir, el libro despojado de su contenido o no, a veces también se saca ventaja de su tema para convertirse en algo para mirarse y ser tocado como una escultura.

Georgina Quintana (Ciudad de México, 1956) es pintora y, como cabría esperarse, también una amante de los libros. Su exposición Libros mutantes y caprichosos es apenas el botón de una muestra extensísima que podría hacerse de su trabajo con esos seres tan amados.

La exposición, en el gabinete de gráfica del Museo Carrillo Gil, es un recorrido por las últimas dos décadas del trabajo de Quintana. Los libros de artista o libros-objeto son un desfogue para sus otros vuelos creativos.

El recorrido incluye piezas verdaderamente lindas. Un libro de tela que es una historia interminable de animales. Otro, expuesto en las paredes del gabinete, es como un mapa hecho con collages. Bordados, impresos con serigrafía, tejidos, dan ganas de acariciarlos (y algunos se puede).

Son libros como pergaminos antiguos que tienen mucho de mágicos. Es como entrar a la oficina de Albus Dumbledore, el director de Hogwarts, la escuela de hechicería de los libros de Harry Potter. Parece como si las imágenes se movieran y estuvieran listas para saltarnos encima y darnos un buen susto.

Dice el texto con el que el museo acompaña la exposición que Georgina Quintana le suena muy pretencioso ese término de libro de artista así que ella a los suyos los llama simplemente L . Sus L son el ejemplo de lo que un creador puede hacer cuando no se estanca solamente en un solo oficio. Tengo entendido que como pintora Quintana es una maestra del naturalismo. No conozco su obra, pero con sus L invita al sueño fantástico, de cuento de hadas, o de Las mil y una noches. Sí, algo de arabesco, de musulmán, tienen estas piezas. Invocan a los dioses, o al dios, de la abundancia y de la belleza.

Es una exposición breve, pero bien vale el paseo por la Guadalupe Inn para visitar el Carrillo Gil.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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