Buscar
Arte e Ideas

Lectura 4:00 min

La construcción del Ángel demoró 67 años

Fue un proyecto de Santa Anna, retomado por Maximiliano y concluido por Porfirio Díaz.

El sábado se inauguró la Estela de Luz , que conmemora el Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia de México. Ya muchas voces hablan de los significados, problemas, costos, etcétera, que este nuevo monumento capitalino genera. Por ello voy a escribir aquí una breve historia de lo que me parece su antecedente más directo, el llamado de manera popular El Ángel (aunque por su estructura corporal su nombre debería ser Ángela).

Ideada por Antonio López de Santa Anna para festejar la Independencia del país, el 10 veces Presidente de México convocó en su séptimo mandato (1843) un concurso para erigir en la Plaza de la Constitución -que, por cierto, sigue siendo su nombre oficial y honra a la Constitución de Cádiz de 1812- una columna que tuviera en su base imágenes alusivas al inicio de la Independencia (1810), a la culminación de la misma (1821) y a la batalla de Tampico (1829, la cual le vale a Santa Anna uno de sus dos motes de Benemérito), y en lo alto, una Victoria alada.

El jurado del certamen, todos miembros de la Academia de San Carlos, eligió entonces el proyecto del arquitecto francés Enrique Griffon, que recibió un premio de 300 pesos de la época, pero como a Santa Anna no le gustó el fallo, decidió que se construiría la propuesta que ganó el segundo sitio, perteneciente al arquitecto español Lorenzo de la Hidalga, entre cuyas obras destacan el Gran Teatro Nacional, la Plaza del Volador y la Catedral de Tampico, las tres hoy inexistentes.

Así, el 16 de septiembre de 1846 se colocó la primera piedra de aquel proyecto y, cuenta la leyenda que, al excavar apenas metro y medio de profundidad para hacer los cimientos de la obra, un tremendo chorro de agua del Lago de Texcoco bañó a los presentes. De aquel conjunto escultórico sólo se realizó un pequeño zócalo, pues Santa Anna fue depuesto de la Presidencia un mes después, pero la palabra zócalo ( cuerpo inferior de un edificio u obra, que sirve para elevar los basamentos a un mismo nivel , RAE) hizo fortuna, pues a partir de entonces con ese nombre se le conocería popularmente a dicha plaza y, por imitación, a las demás plazas principales del país.

Durante el segundo Imperio de México, Maximiliano decidió retomar la idea de Santa Anna y contrató al arquitecto mexicano Ramón Rodríguez Arangoity para la realización de la obra inconclusa. Se sabe que en 1866 la emperatriz Carlota colocó la segunda primera piedra del monumento, pero el nuevo proyecto tampoco prosperó, ya que huestes juaristas derrocaron al emperador año y medio después.

Una vez reinstalada la República, si bien Benito Juárez no retoma la vieja idea de Santa Anna, sí continúa un proyecto que inicia Maximiliano, sólo que con otro nombre y quitándole su carácter de privado: el Paseo de la Emperatriz cambia a Paseo de Degollado (en honor al general José Santos Degollado, considerado héroe de la Guerra de Reforma) y, en 1872, Sebastián Lerdo de Tejada lo renombra Paseo de la Reforma.

Para 1886 Porfirio Díaz abre de nuevo un concurso para construir en el señalado paseo un monumento a los héroes independentistas, cuya ganadora fue la compañía Cluzz and Shultze de Washington DC que, si bien vendió los derechos de la obra al gobierno porfirista, nunca realizó el proyecto. Para 1900, sin embargo, se le da al arquitecto mexicano Antonio Rivas Mercado la responsabilidad de construir la columna y, en 1902, el propio Díaz coloca la primera piedra de un adefesio que, sin concluirse, se tiene que demoler en 1906 por problemas de hundimientos en el suelo.

Porfirio no corre a Rivas Mercado (lo deja como director artístico), pero en su lugar nombra al arquitecto Manuel Gorozpe que, con un equipo nuevo de ingenieros, logra concluir la obra para que el 16 de septiembre de 1910 y un gasto de 2 millones 150,000 pesos de la época, fuera inaugurada por el General Díaz en las fiestas del Centenario de la Independencia.

El monumento sufriría remodelaciones, se convertiría en mausoleo, se caería su Ángel, se reconstruiría y sería símbolo de la ciudad.

No creo que la Estela de Luz corra la misma suerte.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete