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La guerra perdida de la privacidad
Aunque parezca sorprendente, la noticia más comentada en EU durante el último mes no fue el anuncio de Barack Obama de iniciar pláticas para reanudar conversaciones y discutir procedimientos con el fin de llegar a acuerdos para definir la intención de sentarse a la mesa.
Aunque parezca sorprendente, la noticia más comentada en EU durante el último mes no fue el anuncio de Barack Obama de iniciar pláticas para reanudar conversaciones y discutir procedimientos con el fin de llegar a acuerdos para definir la intención de sentarse a la mesa, aclarar puntos y voluntades y ver si es factible establecer un calendario que paso a paso, con prudencia pero firme, vaya abriendo camino a reemprender relaciones diplomáticas con Cuba. O sea, como cantaron algunos medios: EU desbloquea Cuba, o como dijeron otros, finalmente EU acepta su error frente a la resiliencia cubana.
No, el tema más discutido fue el hackeo que un grupo autoidentificado como Guardianes de la Paz (GOP) hizo a Sony Pictures. Los hackers se hicieron con correos internos entre productores, actores y jefes de los estudios, la nómina, la lista del súper, proyectos, películas, contraseñas, fotos, videos de seguridad, básicamente todo lo que encontraron. Algo así como 100 terabytes de datos.
Al mejor estilo de WikiLeaks, empezaron a revelar la información más vergonzosa que fueron encontrando, concretamente correos electrónicos y datos sobre ejecutivos, actores y películas. Después, se inquietaron profundamente cuando escucharon que se estrenaría The Interview (La entrevista), la más reciente provocación de Seth Rogen y James Franco donde se asesina a Kin Jong-un, el guapo dictador norcoreano, lo que llevó a GOP a amenazar explícitamente, a hackear y a ventilar los trapitos de cualquier cine o cadena de cines que se atreviera a exhibir la película.
Sorpresivamente, la amenaza bastó para que casi todos los cines de EU se echaran atrás. Sony se unió a lo que podría haber sido la mejor campaña de marketing de la historia y el estreno de la película fue cancelado. El gobierno estadounidense culpó a Corea del Norte por el hackeo a Sony y el chantaje, y Norcorea, como suele hacerlo, respondió con golpes de pecho y amenazas de ataques nucleares y demás tonterías en defensa de su hombría y honor nacional.
Mientras tanto, los hackers se regodean y aseguran que ya no molestarán más, pero guardarán el resto de la información por si se ofrece. EU no negocia con terroristas, o por lo menos, eso dicen sus presidentes ficticios en el cine y la TV; pero sus empresas sí, o por lo menos, como ellas dicen: Son precavidas .
Detrás del temor de Sony por que se revelen más datos, está la magnitud del robo: GOP se llevó todo. Como dice Eric Limer en Gizmodo: Fue como si alguien entrara en tu casa y en lugar de robar lo valioso que hubieras dejado por ahí, se hubiera llevado (...) la casa entera. Incluida la ropa sucia, y mil y un objetos más del cuarto de tiliches que ni te acuerdas que estaban ahí, la cartilla de vacunación de tus hijos, la foto de aniversario de tus abuelos, el certificado de desparasitación del perro, los recibos de agua, tickets, estados de cuenta, cartas de tu ex novia, el basurero del baño, todo.
Aunque empleados de Sony han levantado demandas a quien resulte responsable, lo cierto es que sus datos personales, incluidos impuestos, número de seguro social y quién sabe qué más, está en manos de la gente responsable y decente del GOP. Los correos filtrados hasta ahora pintan a algunas estrellas de Hollywood como los excéntricos y desquiciados que suponíamos, el material da pasto para horas y horas de lavadero en los medios del espectáculo.
El verdadero tema detrás de el hackeo y las acusaciones de ida y vuelta con los norcoreanos es el que ha estado en la agenda mediática todo el año (y posiblemente esté el siguiente): La expectativa de privacidad de la información en la era digital es cercana a cero.
Hace unos meses fueron las fotografías íntimas de actrices de Hollywood robadas de sus teléfonos, y poco antes, los datos personales de todos, robados y clasificados por la NSA en pos de la seguridad nacional. Es posible que los mayores idealistas sigan pensando que lo que hace uno en la red debe estar protegido por la ley, la moral y las buenas costumbres cibernáuticas, incluido el derecho a la intimidad y privacidad. Siempre hay otros completamente convencidos que lo que debe haber es un completo derecho a la libertad de información, aunque ésta sea meterse hasta la cocina de tu celular y ventilar lo que resulte provechoso.
Para los asesores y gurús de la tecnología, el consejo del día ya no es cuidar tus contraseñas y navegar por sitios seguros. En las últimas semanas, se ha convertido en una suerte de resignada advertencia a usuarios y empresas: no escriban, ni en correos internos, nada que no quieran ver mañana en la prensa. Más o menos el mismo consejo que daban a las starlets hace unos meses: si se toman una foto con su teléfono, piensen que esa foto estará circulando por Internet en unos días.
Para cultivar el secreto institucional y ventilar las verdaderas opiniones dentro de una empresa se sugieren métodos de encriptación súper sofisticados (más de lo que puede pagar Sony) o volver al papelito, el triturador de papel personal y las palomas mensajeras. Desde el archivo de la memoria llegan los mensajes autodestructibles de Misión Imposible.
Mientras tanto, los ágiles legisladores y consejeros legales obligan a las empresas a añadir leyendas con avisos de confidencialidad y privacidad a cada correo electrónico. No que sirvan en lo absoluto para guardar confidencialidad u obtener privacidad, sino para que sepas que se pretende confidencialidad y promete privacidad, que en realidad nadie es capaz de guardar y cumplir hoy en día. Lo importante es que como ciudadanos responsables cumplamos en asumir y prometer. La nueva estrategia frente al tsunami: una sombrilla, una toalla y una silla mirando... hacia la costa.