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Arte e Ideas

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“La tentación de observarlo de frente era inevitable”; ¿recuerdas la última vez que viste un eclipse?

A lo largo de nuestra vida son pocas las oportunidades de vivir un eclipse de Sol, anular o total. Han pasado 30 años desde el eclipse anular en 1994 y poco más del eclipse total de Sol de 1991; ante el que veremos el próximo sábado, lectores de El Economista comparten sus anécdotas.

“Recuerdo aquel 1991 por ese preciso instante. Yo apenas iba a cumplir los cinco años. Esos breves minutos se consolidaron como uno de los recuerdos más potentes de mi infancia. Nada tan imponente, tan prohibido, como un eclipse así. Desde entonces, de vez en cuando, en las comidas familiares, alguien suele sacar el recuerdo: ` ¿te acuerdas, má, que todas las gallinas se subieron al árbol a dormir? ´. Mi abuelo, un todólogo, entonces la giraba de herrero. Y mirábamos el anillo de fuego con sus caretas de soldador. Los filtros eran tan gruesos que resultaba imposible, y mucho menos romántico, mirar el fenómeno. La tentación de observarlo de frente era inevitable”, así comienza la historia de Ricardo Mendoza, y tal vez nos suene familiar a muchos de nosotros porque, aunque balconeamos nuestra edad, es imposible olvidar la primera vez que uno vivió un eclipse de sol.

El 11 de julio de 1991 para muchos fue la primera y única vez que pudimos observar el fenómeno de un eclipse total de sol, pero el próximo sábado 14 de octubre reviviremos el fenómeno nuevamente, aunque un poco distinto, pues en esta ocasión solo una parte del Sol será tapado pues a medida que la Luna se alinee, precisamente entre la Tierra y el Sol, se ocultará todo excepto el borde exterior, a este fenómeno se le reconoce como el anillo de fuego.

A propósito del evento, El Economista lanzó la pregunta ¿Recuerdas la última vez que viste un eclipse? Y las historias que nos compartieron son entrañables, dignas de recordar y más rumbo al evento que en días estaremos viviendo, sin olvidar que éste será el preámbulo, pues en tan solo seis meses (4 de abril de 2024), estaremos viviendo ahora sí, un eclipse total de sol.

“Era como un dios ante el que es mejor agachar la cabeza. Lo mirábamos reflejado en la canaleta descubierta del desagüe. El agua que regularmente corría desde los lavaderos se había detenido porque también se quedó dormida. Estábamos en chanclas, pisábamos las cacas de los pollos, hipnotizados por el eclipse. Y los pollos, al menos una docena, hechos bolita, cada uno en una rama diferente del árbol que se levantaba como apuntando al sol y a luna. Después se hizo de día, y nos limpiamos las cacas de las gallinas con el agua de la canaleta”, así concluye la historia de Ricardo.

De mitos, pajaritos dormidos, un poco de incertidumbre y ¡fiesta!

“Yo viví el eclipse en Xalapa. Fui a un tipo rancho donde había muchos animales de granja. antes del eclipse hubo una gran campaña en los medios para que no vieras directamente al sol. La campaña fue como dos meses antes del suceso. Además, te regalaban gafas de cartón con micas muy oscuras que podías usar para verlo. Te decían que no lo vieras directamente porque podías quedarte ciego. Además, la gente cortaba pedazos de vidrio de botella de cerveza para que pudieras usarlos como protección y se recomendaba ver el eclipse en el agua o en un reflejo, nunca directamente. El día del eclipse fue algo único, los animales se resguardaron en sus establos, las avesregresaban a los árboles a descansar, los perros aullaban. Mientras oscurecía se sintió mucho frío y parecía una noche en pleno día. Tardo como una hora el suceso principal y la verdad sentí temor, es algo indescriptible por todo lo que sucede en la naturaleza”, Manuel Martínez, él tenía 11 años. “Yo como niño lo viví de una forma inolvidable, todo un suceso que queda grabado en la memoria, ahora que lo vuelvo a recordar, otra vez sentí ese frío”.

“Yo recuerdo cómo los pajaritos se metieron a los árboles como si fuera de noche, los carros se paraban a mitad de la calle y recuerdo que a los pocos días fui a Europa y toda la gente nos preguntaba por el eclipse y por el mundial del 86”, Antonieta Sea Loranca.

“¡Yo me acuerdo! Estaba con mi madre y mi abuela, íbamos a ir al Ajusco, pero primero pasamos por unos lentes especiales que estaban dando ahí en Radio Red, tomamos camino y solo llegamos adelante del Flacso, cuando nos agarró el eclipse, una cosa espectacular”, Hugo Feregrino Gutiérrez.

“Mi mamá estaba embarazada y no salió. Le dijeron que usara un fondo rojo. Enfrente de la casa de mis papás hay un acampo de fútbol y recuerdo que algunos niños tenían vidrios de botella café como de caguama, otros vecinos tenían vidrios que usan para soldar. Fue increíble porque los pájaros se fueron a dormir, los gallos cantaban anunciando el final del día. Y después de los minutos oscuros todo volvió a la normalidad. Recuerdo que fue en julio de 1991 cuando se produjo el eclipse solar total”, Elizabeth Ruiz.

“Yo recuerdo que en 1991 mis papás pusieron cortinas oscuras y no nos dejaban asomarnos por la ventana. Recuerdo un poco de misterio y miedo por el fenómeno, jaja”, Verónica Macías.

“Yo me acuerdo del de 1991, estaba chica, pero fue mágico ver cómo los pajaritos volaron a sus nidos para dormir”, Lilian Reyes.

“Recuerdo que ese estaba despierta desde temprano, creo que ni dormí y en la televisión estaba un programa llamado “La Movida” con Veronica Castro, hasta nos desvelamos, tenía mucha curiosidad por verlo, mis papás todo el tiempo tuvieron el televisor prendido, pasó la hora del desayuno y estábamos viendo el trayecto del eclipse, cuando fue turno de verlo y vivirlo, quería salir porque no podía creer lo que vivía, tenía como 7 años, pero mis papás me lo prohibieron “podía quedar ciega, decían” y por unos segundos, dejé de escuchar el cantar de los pajaritos, pero me maravillé de ver cómo siendo día, por un momento fue de noche, es más, yo sentía que el sol había quedado Justo arriba de mi casa y que había sido la magia y mis papás no me desmintieron. Yo escuchaba que había lentes especiales,pero jamás tuve unos, la verdad es que fue una experiencia única”, Yazmín Moya.

“Estaba en la secundaria y fuimos a casa de una amiga que vivía cerca para prender la televisión y ver toda la reseña y de paso hacer una pequeña fiesta, jejee”, Copelia Bernal.

“Yo tenía 30, pero era un eclipse total, a diferencia de éste, que es anular. Yo lo grabé con una cámara de video para no verlo directamente”, Sergio de Regules.

“Tuve la oportunidad de presenciarlo en el Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria, estaba dando un concierto Jorge Reyes con música de caracoles, tambores y sonidos guturales, era impresionante cómo se fue oscureciendo, los pájaros callaron, los grillos y chicharras se escucharon...olía a incienso y copal, después cuando se vió el anillo del eclipse todos empezamos a gritar de asombro, al paso de los minutos empezó a clarear de nuevo y todos aplaudieron...después tocaron el grupo Los Caifanes y fue todo alegría, rock y emoción!”, Lorena Ríos Alfaro.

“Mi mamá estaba embarazada y le dijeron que cuando saliera se pusiera un cinturón de seguros, jeje. Ella lo hizo por supuesto”, Estephany Serafín.

“Yo recuerdo que estuvimos mi mamá y hermanas reunidas en casa. Fue como un día de fiesta. Teníamos la tele y la radio puestas en la transmisión del eclipse, narrado por los periodistas de esa época. Nos salimos al patio cuando oscureció a disfrutarlo y mi perro se metió a su casa pensando que ya era de noche. Luego se salió a cotorrear con nosotras”, Guadalupe Camacho.

“Tenía 9 años y recuerdo que estábamos mi hermano y yo en la recámara de mis papás viendo la televisión y cuando empezó a obscurecer sentí mucho nervio de que algo malo pudiera pasar, algo así como que se acabara el mundo. Ese día hasta estábamos con botana los cuatro en la cama viendo aquel suceso en la tv”, Tania Yariela.

“Estábamos en el pueblo en casa de mis abuelos, todos en la sala y como buena casa de pueblo hecha en forma de corredor la sala tenía una parte abierta directa al patio, así que nos sentamos a ver pelis y vimos la transmisión de la luz a la oscuridad, obviamente no nos dejaron verlo directo y nuestros papás nos explicaban por qué. Era una sensación rara”, Érika Ortega.

“Viajé junto con un grupo de amigos a Guanajuato. Lo vivimos desde el monumento de El Pípila. Inolvidable el momento en que se oscureció por completo la ciudad. Durante unos momentos se hizo un silencio especial. Las aves se apresuraban a regresar a sus nidos, los perros estaban todos sacados de onda. Nosotros boquiabiertos ante la oscuridad del cielo y la corona solar. Fenómenos que ocurren durante un eclipse total de Sol, el de este sábado no lo es por lo tanto no ofrece ese espectáculo”, Iván Carrillo.

“Estaba en sexto de primaria, recuerdo que estuvieron regalando "anteojos especiales" para poder verlo, sin embargo, con todo y anteojos, recuerdo a mi mamá diciéndome que ni de broma fuera a voltear a verlo. Increíble escuchar a los pájaros, que en ese tiempo había grandes parvadas, comenzar a cantar como si fueran a dormir cuando oscureció”, Jorge Negrete.

Para saber más sobre el eclipse.

Revive el eclipse total de Sol de 1991.

nelly.toche@eleconomista.mx

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