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Arte e Ideas

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Las huellas que Vicente Rojo dejó en El Colegio Nacional

Su exhibición Ipanema fue la última en ocupar la Sala de exposiciones temporales de la institución antes de la pandemia y otra exposición suya, Volcanes, pero ya sin la presencia del colegiado, será la encargada de reactivar el mismo espacio expositivo,

Soy desde 1959 uno más entre sus colaboradores. No puedo calcular los números de suplementos y revistas ni las docenas o quizá cientos de libros que he hecho con él. Rojo me enseñó que todo, hasta lo más personal, es un trabajo de equipo”.

José Emilio Pacheco, en la salutación durante el ingreso de Rojo a El Colegio Nacional.

El pintor, escultor, diseñador gráfico y editor Vicente Rojo Almazán fue recibido en las filas de El Colegio Nacional el 16 de noviembre de 1994, exactamente 45 años después de su llegada a México, donde se reencontró con su padre, Francisco Rojo Lluch, quien se exilió una década antes.

En su discurso de ingreso, titulado “Los sueños compartidos”, con la salutación de José Emilio Pacheco y respondido por Manuel Peimbert Sierra, Vicente Rojo leyó un dosier de diez notas autobiográficas. En él rechazó el apelativo de pintor o diseñador y se dijo un “trabajador de, por y para la cultura”, aunque distinguió que el diseño gráfico es casi siempre una tarea colectiva, mientras que la pintura es una disciplina propia de la soledad, aunque precisó más adelante: “pintar no es lo mismo que ser un pintor”.

Con su ingreso, Rojo se convirtió en el quinto y último artista plástico hasta ahora en las filas de la institución, sucesor de Rufino Tamayo, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Gerardo Murillo, Dr. Atl.

La huella de Vicente Rojo en El Colegio Nacional fue entrañable hasta su último paso al interior de la institución. Suya fue la última exposición que se montó en la Sala de exposiciones temporales, seis meses antes de la irrupción de la pandemia, de nombre generoso: Vicente Rojo. 80 años después. Cuaderno de viaje de Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema. Burdeos-Veracruz, junio-julio de 1939, y otra exposición suya, aunque ya sin su presencia física, será la encargada de reactivar el mismo espacio expositivo a partir del jueves 17 de marzo, día en que se conmemora el primer aniversario luctuoso del colegiado.

Una exposición y un conversatorio

La muestra lleva por nombre Vicente Rojo. Volcanes y se integra por 15 obras escultóricas creadas por Rojo Almazán entre 1998 y 2005, mismas que donó a El Colegio Nacional en 2018.

“El maestro Rojo era una persona muy generosa. Yo diría que la gratitud fue su aptitud. Siempre se sintió muy acogido por este país y es algo que manifestaba en todo lo que hacía. Esta exposición de volcanes es uno más de los homenajes que Vicente hizo a México por el estímulo de sus paisajes, que tanto lo impresionaron a su llegada y nunca dejaron de impactarlo. Sergio Pitol dijo en su momento que con esta colección Rojo organizaba las pirámides y los volcanes, porque no es que cada pieza evoque a cada volcán en específico sino a todos ellos como un estímulo”, declaró a este diario Teresa Vicencio, secretaria administradora de la institución.

Además de esta muestra, ese mismo jueves se realizará el conversatorio “Vicente Rojo. In Memoriam”, coordinado por Felipe Leal y Juan Villoro, del que tomarán parte amigos y conocedores de su obra, entre ellos Rafael Barajas “El Fisgón”, Christopher Domínguez Michael, Pilar García, Arnaldo Kraus, Jaime Morena Villarreal, Azul Morris, Vicente Quirarte. A la par, se realizará la develación de un retrato elaborado por el pintor Saúl Villa.

“Los trabajos multidisciplinarios de Rojo en El Colegio sí marcaron el paso del maestro no solo artístico sino editorial”, amplía Vicencio. “El último de ellos fue el catálogo Ipanema, que recibió el Premio Antonio García Cubas 2021 (entregado por el INAH, al Mejor Libro y Labor Editorial), ya en ausencia del maestro; también está el libro Jardín de Niños, un trabajo que se reeditó en 2019 y que Rojo realizó junto con José Emilio Pacheco (originalmente en 1978), lo mismo que el libro Circos (editado en 2010 por El Colegio y Editorial Era). Hay varios títulos que dan cuenta de las colaboraciones que él solía tener con los escritores”.

Otro de los legados de Rojo para esta institución fue una escultura de gran formato de nombre “Estela sexta”, misma que suele habitar el segundo piso de la sede sobre la calle de Donceles 104, en el Centro Histórico, pero por la ocasión se instalará a la entrada del edificio para dar la bienvenida a esta serie de actividades en memoria del colegiado.

“Nunca tuve clientes”

En diciembre de 2020, tres meses antes de su fallecimiento, Rojo presentó el catálogo de Ipanema, uno de sus trabajos más personales, con evocaciones pictóricas del viaje que su padre emprendió a bordo del barco con el mismo nombre en 1939, lejos del régimen franquista y con rumbo al Puerto de Veracruz, al reencuentro con su familia. Durante esa presentación, Rojo declaró ante El Colegio:

“Yo no puedo considerar la calidad de mi trabajo, pero sí puedo considerar la cantidad de trabajo que he hecho. Eso me deja muy satisfecho. No he emprendido ningún trabajo que no haya sido extraordinariamente bien acompañado (…) porque nunca tuve clientes, siempre tuve amigos con quienes trabajar”.

Mientras tanto, la muestra Ipanema continúa itinerando por el país. Ya lo hizo en cuatro entidades y en breve se presentará en Aguascalientes y el Estado de México. “Para nosotros es importante que la obra de Vicente Rojo se conozca en todo el país”, dice la entrevistada.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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