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¿Lenguas indígenas, ?pérdida irremediable?

La falta de transmisión oral hacia las nuevas generaciones y la dispersión de los pueblos son algunos de los factores de la pérdida.

En México, la tendencia de las lenguas indígenas dibuja un camino hacia la desaparición, escenario que conllevaría a la pérdida de fuentes de información lingüística, de costumbres y tradiciones nativas, así como de la interpretación del proceso histórico nacional.

Entre los factores que han ocasionado que sea cada vez más reducido el número de hablantes destacan: la falta de transmisión hacia las nuevas generaciones por tratar de incorporarse a la dinámica de las cadenas productivas; la dispersión de los pueblos por el rezago económico y social, y políticas educativas endebles conservación cultural.

En el 2010, en territorio mexicano vivían 6.7 millones de personas de cinco años y más que hablaban alguna lengua indígena, que constituía 6.5% de la población total; sólo se tienen contabilizadas 89 lenguas indígenas, esencialmente náhuatl y maya, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Si bien el número de personas que dominan estas lenguas ha aumentado gradualmente en las últimas décadas, su proporción respecto de la población total dibuja una directriz negativa. En 1930 concurrían 2.3 millones de hablantes. No obstante, la participación de este grupo social con relación a la población total mexicana ha disminuido desde entonces; para 1930 era de 16%, es decir, 9.5 puntos porcentuales más que al cierre del 2010.

Asimismo, la tasa de crecimiento promedio anual entre 1930 y el 2010 constata que el ritmo de los que hablan lenguas indígenas es menor que los que utilizan el castellano (1.3 contra 2.5 por ciento).

Los estados que tienen la mayor concentración de parlantes de lenguas indígenas registran índices de marginación altos y una mínima participación en la economía nacional: Oaxaca es la entidad con el mayor número de hablantes de lenguas nativas respecto del total de su población, con 30.6%, le siguen Yucatán (27.4%) y Chiapas (23.7 por ciento).

POLÍTICAS EDUCATIVAS DÉBILES

En más de 80 años, las políticas educativas dirigidas a este sector han presentado diferentes vaivenes en la construcción de una sociedad mexicana intercultural e incluyente.

Después de la Revolución Mexicana, las estrategias formativas que se impusieron iban encaminadas a mexicanizar a los indígenas mediante la lengua nacional, de acuerdo con información del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (Comie), que añade que estas políticas se tradujeron en la Ley de Instrucción Rudimentaria de 1911 y la aplicación del programa de Educación Integral Nacionalista de 1913.

Fue hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas que a este grupo social se le consideró con la capacidad de integrarse sin dejar de lado sus raíces; las principales acciones fueron la creación del Departamento de Educación y Cultura Indígena en 1934 y el Proyecto Tarasco (castellanización a través de la alfabetización en las lenguas maternas) en 1939.

Hasta 1963 la SEP propone una política de educación bilingüe sin conseguir resultados. Un marco normativo que reconociera la importancia de promover la educación en lenguas indígenas se capitalizó en 1993 con la Ley General de Educación, pero que carecía de aspectos metodológicos y curriculares.

En los últimos 20 años sobresalen, sin tener efectos perceptibles, el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000; el Plan de Desarrollo 2001-2006 (creación de la Coordinación de Educación Intercultural Bilingüe); Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en el 2003 (derecho a la educación en su propia lengua a nivel básico); y el Programa Sectorial de Educación 2007-2012.

Infografia

rodrigo.rosales@eleconomista.mx

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