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Libreros de barrio ya no temen al desplazamiento del mercado digital
Durante una serie de conversaciones en la primera jornada del encuentro híbrido con sede en Querétaro, integrantes de la cadena del libro en habla hispana reconocen que ahora hay dos tipos de comunidades con características diferenciadas: la virtual y la presencial.
"Salvar a la cadena del libro tal como la conocíamos es quizá inviable, pero repensarla bajo las nuevas reglas de mercado es posible”. Con estas palabras de Nancy García, directora general de Lecturable, arrancó una jornada colmada de reflexiones sobre los sinsabores y redenciones de la industria del libro en Iberoamérica durante la pandemia. Sucedió en el primer día de actividades del Hay Festival Querétaro, encuentro que volvió a la capital queretana de manera semipresencial y presenta hasta el 5 de septiembre una programación híbrida.
Fueron tres las actividades programadas para este miércoles de las que tomaron parte editores, libreras, promotores del libro y autoras de América Latina y España para voltear la mirada a los pasos dados a poco más de un año y medio desde que un virus lo cambió todo en el mundo, así como para cotejar las rutas a seguir. La vasta lluvia de ideas y declaraciones vertidas en estos foros son imposibles de condensar. Entiéndase este texto como una referencia de la gran conversación con la que inició este laureado encuentro para las ideas.
Adaptación que no termina
“La digitalización que empujó la pandemia es un proceso que ya no se puede detener. Y por eso hay que hacer una nueva ingeniería del negocio del librero”, dijo, por ejemplo, Socorro Venegas, directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, como parte del tema “Reconstruir lo que está roto: el estado del libro en América Latina”.
“Es un proceso de adaptación que todavía no termina. Ha sido como meterse al mundo digital con camisa de fuerza (...) pero ya no queremos ser solo libreros por amor al arte, porque es un ingrediente fundamental, pero no es suficiente para sobrevivir”, añadió Claudia Bautista, presidenta de la Red de Librerías Independientes y cofundadora de Hyperion Librería.
“Los algoritmos no leen libros. De este lugar (la crisis) no íbamos a salir con un algoritmo que nos ayude a potenciar lo que hacemos. Amamos la lectura y tenemos que buscar la mejor manera de comunicarla”, sumó Federico Gori, promotor de libros de Big Sur, en Argentina.
La riqueza del tejido librero iberoamericano
Durante la conversación “Nuevas librerías para nuevos públicos”, libreros de España y México que han iniciado proyectos durante la pandemia contrastaron experiencias y hallaron coincidencias, como que una librería, más que un negocio de venta de libros, es un centro cultural, una sala de lectura y un sitio donde se reúne todo aquello que detonan los libros a su alrededor.
En esta conversación identificaron en este nuevo panorama para las librerías independientes dos tipos de públicos totalmente diferenciados: los físicos, aquellos que hacen comunidad en torno al establecimiento, y los virtuales, es decir quienes generan comunidad por las redes sociales, sin importar las distancias geográficas. Y para ambos, concluyeron, debe haber estrategias de trato cercano, pero distintas.
“Tenemos dos tipos de comunidad: la física, la gente con la que uno se encuentra en la calle, y otra, la de las redes sociales. Y no son para nada la misma (...) por un lado está la gente que viene, que camina por aquí y aquellas personas de las redes que quizás nunca vendrán a la librería porque viven en otros países”, dijo Alonso Salmerón, librero fundador de El Desastre en la Ciudad de México durante 2020.
Desplazamiento de la venta física no es viable
“La pandemia ha sido la mejor plataforma para evidenciar la necesidad de que las librerías independientes participen del crecimiento sostenido de la compra online”, dijo Marc Subirats, promotor de la plataforma Bookshop en España, en el conversatorio “¿Ha explotado el comercio digital del libro en Iberoamérica?”, junto con dos representantes más de proyectos líderes de la conversión digital del comercio de libros en Iberoamérica: Buscalibre, en Chile, y Bukz Librería, en Colombia.
En este foro se conversó sobre cómo la industria editorial, que tradicionalmente operaba por prescripción y quienes prescribían eran los editores o los grandes libreros, se ha subvertido por la pandemia: ahora es el cliente final, el lector, quien media la industria.
Asimismo, desde esta perspectiva, se acordó que el consumidor habitual de libros no se decanta por una forma de comercio, sino que será tanto un comprador en línea como físico, porque la experiencia de visitar una librería es irremplazable.
“Creemos firmemente que habrá una convivencia de los dos y esa es nuestra apuesta: tener una experiencia entre lo físico y lo digital única y sin muchas fricciones para el lector (…) creo que van a convivir, no creo que el mundo digital se coma al físico. Tampoco creo que el libro físico vaya a perder vigencia jamás”, declaró Esteban Restrepo, de Bukz Librería, un negocio anfibio.
Este lunes el Hay Festival continuará las conversaciones en torno al mercado editorial, en particular sobre las librerías independientes.