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“Los artistas no queremos becas, queremos trabajo”

Ante las posturas en materia de cultura de las candidaturas presidenciales, tres voces señalan temas urgentes de atender, como la erradicación efectiva de la subcontratación, la correspondencia presupuestal para el sector de al menos del 1% y políticas transexenales, entre otros.

Giovanna Cavasola, titiritera, actriz y empleadora de teatro. Foto EE: Especial

Giovanna Cavasola, titiritera, actriz y empleadora de teatro. Foto EE: Especial

En México se están formando jóvenes artistas excepcionales. He sido jueza de convocatorias del Fonca y en varias ocasiones no supimos qué hacer porque no había suficientes becas para corresponder a tan buenos proyectos”, Giovanna Cavasola, titiritera y gestora cultural.

No hay corresponsabilidad política, legal, fiscal y presupuestal del Estado en la misma proporción en la que el quehacer cultural aporta al PIB nacional. Las tres candidaturas presidenciales carecen de un análisis estructural de fondo sobre las urgencias transversales de la cultura. Los artistas independientes están por debajo del escalafón de la cadena laboral del país. Persiste la subcontratación en el sector.

Son algunas de las impresiones en las que coinciden las voces del gremio cultural mexicano recogidas por este diario bajo la convicción de que es necesario canalizar y difundir las posturas ante la oportunidad de un proceso electoral federal en marcha.

Estas voces evalúan, señalan y proponen, desde sus vivencias, las necesidades que la futura administración federal debe asumir en atención a un sector que en 2022 aportó el 2.9% del PIB nacional y presentó un crecimiento del 12.6% interanual, frente a un 3.8% de crecimiento en el PIB nacional, de acuerdo con la Cuenta Satélite de la Cultura de México, del INEGI.

Ellos son Polo Castellanos, artista visual, doctor en Artes por la UNAM, fundador del Movimiento de Muralistas Mexicanos e integrante del colectivo Asamblea por las Culturas; Egbert Méndez Serrano, escritor, docente, trabajador de la cultura y vocero del gremio No Vivimos del Aplauso, así como Giovanna Cavasola, titiritera, actriz y empleadora de teatro, considerada una de las pioneras de la narración oral como profesión en el país.

Señalan problemas y propuestas

“El sector cultural está rezagado en el país. No ha habido un proyecto serio para la cultura o, si los ha habido, no los han hecho efectivos. En parte se debe a que tenemos una problemática laboral terrible. Le asignan el presupuesto que quieren y eso provoca que los programas culturales resulten volátiles en el ejercicio, porque no tienen una certeza en temas fundamentales, por ejemplo, en los pagos”, señala Egbert Méndez.

Uno de los puntos fundamentales en los que debe prestar atención un proyecto serio en la materia, señala Méndez, es la erradicación de modelos de subcontratación para trabajadores de la cultura, “porque atenta contra los derechos laborales. Me pregunto qué va a ofrecer Xóchitl Gálvez, cuando su partido fue el que legalizó la subcontratación, el PRI la aceleró y Morena se opuso en el discurso, pero no ha podido terminar con ella en el sector”.

Por su parte, Giovanna Cavasola evalúa que “en muchos casos, los artistas son considerados por el Estado como si fueran proveedores, cuando no lo somos. Esta cuestión de competir contra otras cotizaciones y buscar que la tuya sea la más baja para que te elijan no tiene ningún caso. No estamos vendiendo papel para impresoras”.

Cavasola, nacida en Italia pero afincada en México, lleva 35 años como artista y gestora cultural en el país, los mismos que, asegura, ha trabajado por honorarios y no ha tenido cobertura de seguridad social ni antigüedad que le permita una jubilación conforme a la ley. Por ello, propone: “se tiene que llegar a un punto en el que, a pesar de que la situación del artista sea fluctuante, haya un registro de horas trabajadas que permita estimar las prestaciones”.

Asimismo, la titiritera y cuentacuentos declara: “los artistas no queremos becas, queremos trabajo. La política de las becas fue inventada en el periodo neoliberal para desmantelar toda la responsabilidad cultural que tenía el Estado. Las becas son un farol que no nos sirve. Por ejemplo, que para trabajar en Pilares se te considere como becario, es una contradicción enorme. Y me parece que el programa de Pilares es bueno, pero sus criterios administrativos no son congruentes”.

Por otro lado, la gestora cultural señala que es necesario, para cualquier candidatura o administración, que se busquen consensos para que los proyectos culturales no sean únicamente sexenales. “No es justo para el sector que llegue una nueva administración y tire todo lo que hay en el escritorio sin analizar lo que sí funciona”.

Apreciación de las candidaturas

Los tres entrevistados comparten su impresión sobre las propuestas en materia cultural de las candidatas y el candidato a la presidencia de la República.

“Ninguna de las tres posturas tiene una propuesta real de política cultural. Como artistas, como gremio, pensamos que, si no hay un proyecto cultural, al final no hay un proyecto de nación. El tema cultural no es parte de una política de Estado, y eso es grave porque las candidatas y el candidato no están proponiendo cuestiones efectivas”, arguye Polo Castellanos y amplía:

“Tememos que suceda exactamente lo mismo que ha pasado en las pasadas elecciones: que se nos prometa que se va a construir política de la mano de los actores culturales, que no se nos diga que no habrá privilegios, y que terminen recortando el presupuesto, cuando la comunidad artística y cultural en todos los niveles genera oficialmente casi el 3% del PIB. Con esa aportación, ¿cómo es posible que no tengamos acceso a los principios básicos de los derechos humanos? Es decir, no sólo a la cobertura de salud, sino a garantías de vivienda y fondos para el retiro, etcétera. Eso no existe para los artistas”.

Castellanos estima que “todos los derechos culturales y laborales, los que hay, los tenemos dispersos en la legislación mexicana. Pero no hay una forma de observancia y de aplicación de cada derecho para un artista en específico. Por ejemplo, un mimo de la calle no tiene patrón y eso le ha generado un problema laboral grave. No tiene sindicato ni derechos sociales que partan de una relación laboral. Es impensable y ridículo que este tipo de trabajadores independientes puedan cotizar a partir de los tres pesos que reciben por su trabajo. El artista independiente está abajo del escalafón de toda la cadena laboral de este país y, por tanto, de todos los derechos sociales, culturales y políticos”.

En ello coincide Egbert Méndez: “cuando vienen las campañas, todos prometen de todo. Prometen aumentos, proyectos, reformas, pero me pregunto con base en qué lo prometen. ¿Tienen ya un cálculo presupuestal? ¿Saben cómo se va a distribuir el dinero o nada más lo lanzan para ganar clientela?”.

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ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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