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Arte e Ideas

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Los dones totonacas

Mucho se puede aprender de esta cultura milenaria, de sus concepciones sobre los dones que cada uno de nosotros tenemos y sobre la conexión con la naturaleza.

Papantla, Ver. Un día de juego en el campo se convirtió en una revelación para Romualdo García. Cuando tenía unos 11 años, él y su amigo estaban en una parte del bosque jugando y recreándose, cuando de pronto vieron en un árbol un pájaro chénche y se acercaron para tratar de verlo con detalle. De pronto, esta ave se posó en las manos del joven Romualdo, permaneció ahí unos instantes y emprendió su vuelo.

A su regreso a casa, contó entusiasmado la historia a sus padres y fueron ellos quieren le revelaron a Romualdo que el pájaro chénche le había querido mostrar un mensaje: que debería ser artesano de la madera, ya que esta ave es carpintera.

Fue así que Romualdo entendió que la carpintería se convertiría en su pasión, su trabajo y su dedicación. Estaba destinado para tener el don de la carpintería.

El don lo debemos sentir, nos hace libres; nos lleva a la espiritualidad. La mayoría de las veces nosotros mismos no nos damos cuenta de nuestras habilidades, pero otras personas lo notan , revela Romualdo, quien ahora es coordinador de la Casa de la Carpintería, ubicada en el Parque Takilhsukut.

La edición XV de Cumbre Tajín, que termina este lunes 25 de marzo, tiene el título de La Revelación de lo Posible y la llamaron así a consecuencia de las decisiones y mensajes del Consejo de los Abuelos de la cultura totonaca en Veracruz.

En palabras de los integrantes de este Consejo, siempre existe un momento en que todo se revela y nada llega a ser imposible. Los cuatro hombres y cuatro mujeres que integran el Consejo de Abuelos están ahí porque han destacado en sus comunidades, han llevado acciones para que la lengua, tradiciones y ritos de la cultura totonaca no se pierdan entre las nuevas generaciones.

El Kantiyán, la cabaña donde se encuentran los ocho abuelos en el Parque Takilhsukut, es el centro de toma de decisiones para toda la comunidad totonaca de Veracruz, integrada por 15 municipios, pero durante la Cumbre Tajín tiene sus puertas abiertas para toda aquella persona totonaca o no, para entrar y recibir consejos, escuchar sus palabras o para reencontrarse consigo misma.

Para la cultura totonaca, todas las personas nacemos con un don, lo importante es encontrarlo y seguir ese camino. Todos nacimos y tenemos un don; no nacimos en este mundo sin ningún camino, sino con un andar , comenta el abuelo Gerardo Cruz.

Así, la visita a esta Cumbre Tajín puede significar la revelación de nuestro don, reencontrarnos con esa pasión y retomar el equilibrio espiritual.

KIMINATKÁN, EL ORIGEN

La conexión con la naturaleza es otro aspecto importante para los totonacos. En distintas actividades, como en la alfarería, la pintura, la carpintería, el hilado, el bordado y la danza, nos revelan que siempre agradecen a los dueños del monte, de las aves, de los animales, de la tierra, por los productos que les ofrecen. Cada vez que van a cortar un árbol, que desprenden una flor o que van a iniciar una danza, por citar algunos ejemplos, piden permiso para realizar la actividad. El armadillo es el animal de las tejedoras; el chénche, de los artesanos de la madera; la avispa, de las alfareras…

También llevan a cabo ofrendas a manera de comunicación con los dioses o santos.

Kiwikgolo es el dueño de los montes, por eso los carpinteros y pintores siempre le piden permiso para tomar la caoba, el cedro, el palo de rosa, cáscaras de coco, mohuiye, carrizo, bambú, pita, zapote, nopales, mata de plátano, añil, entre otras plantas o árboles que utilizan para formar piezas o sacar colores para pintar la manta.

Seferina López trabaja la pita (planta muy parecida al maguey, pero con hojas más delgadas) para sacar hilo y hacer artesanías con él, como bolsas, aretes o incluso, para coser. Primero pela la pita, luego la lava y la raspa para obtener del centro los hilos; los vuelve a lavar para obtener un producto más limpio y fácil de manejar. Ella aprendió este oficio a los 23 años ahora tiene 46 gracias a sus hermanas menores y ahora está agradecida de haber encontrado su pasión por las artesanías.

Está convencida de que el dueño del monte les permite usar estos recursos para salir adelante, también para tenerle respeto.

Otro ejemplo del uso de los recursos de la naturaleza es la elaboración del penacho de los Guaguas, los danzantes hermanos menores de los Voladores de Papantla.

Para hacer el penacho, Francisco Villanueva consigue palos de bambú o tarro, luego los va trozando en tiras largas; los corta y acomoda para que den forma de un abanico y comienza a tejer con papel américa de colores llamativos, siguiendo un molde o tratando de innovar en el diseño. Para crear su primer diseño se llevó cinco pruebas y ahora lo tiene dominado. Se lleva de tres a tres horas y media en el tejido del penacho. Lo más difícil es conseguir las plumas de pato para darle el toque final.

Ha sido danzante por más de 25 años y siempre tuvo inquietud por la creatividad de los penachos, pero fue hasta hace unos años que se atrevió a elaborar uno. Ahora prefiere esta actividad creativa que volar. Es un orgullo ser volador, pero también hay muchos riesgos (…) el ser creador de penachos de los danzantes de guagua también tiene un significado, pues le estamos agradeciendo a la naturaleza sus riquezas , asegura y muestra contento sus creaciones.

diana.salado@eleconomista.mx

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