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Los vuelos del arte centroamericano en tiempos de crisis
El proyecto colectivo TEOR/éTica expone en el MUAC y propone cambiar el discurso “exotizante” y “colonialista” sobre el arte en CA.
¿Cuál es la visión desde México hacia Centroamérica? ¿Realmente es tan distinta a la que se tiene desde Europa o Estados Unidos? ¿Qué sabemos sobre el arte contemporáneo centroamericano? Parece ser que las brechas conceptuales han sido siempre más distantes que las geográficas.
Para la curadora costarricense María Malavasi Lachner, codirectora del proyecto colectivo centroamericano, TEOR/éTica, hay todavía mucho de exotización, pero, más lamentable, de pensamiento colonialista sobre lo centroamericano, y mucho más sobre su arte contemporáneo.
TEOR/éTica nació en 1999 por iniciativa de la artista y curadora Virginia Pérez Ratton, quien hasta el día de su fallecimiento, en el 2010, se abocó a la investigación, apoyo y discusión de la creación artística contemporánea en Centroamérica y el Caribe, con la convicción de hacer cambios definitivos desde el interior de la región en términos de profesionalización del arte y su diversificación, así como desde el exterior, para generar una visión mucho más abierta y prescindible del prejuicio sobre la escasez creativa de los países de la región, para combatir esa idea de que todo se conoce de la creación centroamericana cuando muy poco, o más bien nada, realmente se sabe.
Poner sobre la mesa el tema del ejercicio artístico en Centroamérica y el Caribe sugiere que el concepto de democratización del arte, venido desde las grandes esferas culturales europeas, norteamericanas y hasta mexicanas, durante los años 80, 90 e incluso en el nuevo siglo, no estaba completo, puesto que se daba por sentada la falta de propuesta plástica, performática, discursiva en todos sus campos creativos, de la región centroamericana.
Con este proyecto, Pérez Ratton reivindicó mucho sobre la visión de lo artístico en países como Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras, que vivieron transiciones políticas en la última década del siglo XX.
Con este trasfondo, este sábado 29 de julio se abrió para el público la exposición Centroamérica, deseo de lugar, en la sala 7 del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), la que, en voz de María Malavasi, se trata de la muestra más grande de arte centroamericano que se ha hecho hasta el momento en México, con piezas, rara vez exhibidas, que dan cuenta del trabajo como grabadora y escultora de Pérez Ratton, pero también su labor determinante como historiadora de arte en la región, gestora, curadora y directora de dos instituciones de gran calado: el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) y, posteriormente, TEOR/éTica, con sede en San José de Costa Rica, pero con un completa visión regional. Además, la muestra incluye obras de artistas de Centroamérica y el Caribe como los nicaragüenses Raúl Quintanilla Armijo, Patricia Belli y Rolando Castellón; los guatemaltecos Moisés Barrios, Regina Galindo y Edgar Calel; así como Adán Vallecillo, de Honduras, y Luis Paredes, de El Salvador, entre otros.
Eliminar los discursos exotizantes
El Economista acompañó a Malavasi en la sala 7 durante el montaje de los últimos detalles de Centroamérica, deseo de lugar, que también está curada por Miguel A. López. Ahí, la cocuradora y codirectora de TEOR/éTica explicó que “siempre pensamos este proyecto como de arte y pensamiento, porque la investigación y observación de la memoria (del arte centroamericano) era clave, precisamente para que realmente se le prestara esa atención y se pudiera estudiar a Centroamérica como un área de documentación importante dentro de lo que llamaban en su momento lo latinoamericano. Se dio en un momento complejo porque los discursos que se construían en América Latina seguían viniendo de Estados Unidos y Europa”.
Agregó que la lucha iniciada por Pérez Ratton, de la que ahora ella es legataria, fue construir un discurso artístico local desde del interior de la región para proyectar hacia afuera y no nada más importar discursos e ideas “exotizantes” y reductoras, una percepción que también se ha generado desde nuestro propio país.
Coincide en que es el mejor momento para concretar esta exhibición, en un contexto donde el fenómeno migratorio entre nuestros países enfrenta un punto álgido: “es sumamente puntual, inevitablemente. Es un momento político complejo, en el cual acercarse a Centroamérica es vital para entender el presente sobre lo que sucede con la relación entre Centroamérica, México y Estados Unidos. Por eso queríamos hacer énfasis en el título: Centroamérica, deseo de lugar, porque queremos y estamos buscando tener nuestro lugar en los discursos a pesar de siempre haber sido un territorio en disputa”, declaró y complementó: “Porque seguimos padeciendo esos discursos de violencia, de guerra e intervencionismo”.
Con México, dijo, “sí hay relaciones importantes y cercanía, pero hay un intercambio cultural que no ha crecido como debería”.
No hay fondos para el arte contemporáneo
Piezas de todo tipo de formatos componen la muestra: grabados, fotografías, óleos y acrílicos sobre lienzo, piezas textiles, arte objeto, instalaciones, entre ellas. Los argumentos de cada pieza son tan ricos como diversos entre sí, algunos provocadores, otros abstractos, unos más bien llenos de ensoñación, como la instalación “Laberinto de pájaros” (2006), del artista indígena guatemalteco Edgar Calel, quien pintó distintos cielos, de azules idílicos, al interior de un grupo de 18 cajas de cartón agrupadas dentro de la sala, como atrapando y agrupando los mejores días de un año.
“Hay un juego interesante entre la promesa de un cielo y, al mismo tiempo, es una dualidad entre no saber si estás metido en una caja o si estás volando en el cielo”, reflexionó la curadora a su paso por la instalación.
“Trabajar desde Centroamérica siempre es un gran reto. Hay falta de apoyo desde las instituciones públicas, no hay fondos para el arte contemporáneo de ningún tipo. Nuestra estrategia ante eso ha sido buscar colaboraciones con otras instituciones para hacer frente como colectivo a adversidades que de manera personal serían difíciles de sortear. Parte del reto es mantenerse alerta de las necesidades y las urgencias del contexto y poder responder (...) Hay un reto de sustentabilidad (del arte contemporáneo) en toda América Latina, pero sobre todo en Centroamérica, porque no hay un mercado. Las políticas públicas no son muy acertadas. Creo que no entienden muy bien cómo se trabaja desde el arte contemporáneo. Tampoco hay formación. Muchos artistas producen desde su deseo de producir más que desde su necesidad de vender y de vivir”, concluyó.
Como esas cajas abiertas de las que parecen querer escaparse los cielos de Edgar Calel, TEOR/éTica trabaja en generar más residencias de artistas centroamericanos en el extranjero, de la misma manera que busca llevar más exposiciones y generar intercambios internacionales para crear diálogos con el arte de la región. La muestra Centroamérica, deseo de lugar, que permanecerá en el MUAC hasta el 5 de enero, es producto de esos esfuerzos.