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Arte e Ideas

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Luis Miguel: el Sol tiene una sola cara

El derecho es el mejor lado de Luis Miguel. Todas sus fotografías son iguales: de perfil derecho, con apenas una indicación de que su rostro también tiene lado izquierdo.

El derecho es el mejor lado de Luis Miguel. Todas sus fotografías son iguales: de perfil derecho, con apenas una indicación de que su rostro también tiene lado izquierdo.

Nada más ilustrativo de su personalidad escénica, que en términos prácticos es su única personalidad: un poliedro cuyo número de caras ocultas es mayor a las mostradas.

Es el personaje más esquivo del espectáculo latinoamericano: no da entrevistas, apenas una conferencia de prensa cada vez que lanza disco. Hace más de una década que dejó de aparecer en televisión. De su vida personal solo rumores y lo que sus allegados ?especialmente sus mujeres? se atreven a divulgar.

Así entonces, el cantante más popular de la música pop en español es hombre de un solo rostro y de un solo lugar. Luis Miguel aparece exclusivamente cuando hace su gira anual de concierto. El Sol solo despunta en el Auditorio Nacional.

La noche del concierto que abre la gira 2011 es un acontecimiento para miles de personas, no solo para el público que llenará las butacas, también para los periodistas que cubren la nota (los paparazzi cumplirán el ritual de cada año: esperar afuera del Auditorio, ser intimidados por los guaruras del cantante mientras su camioneta de vidrios polarizados acelera) y para los vendedores de souvenires piratas que hormiguean afuera del Auditorio.

De los que vendemos con Luismi muchos vivimos el resto del año me cuenta un vendedor; en su puesto hay playeras, tazas, encendedores y bufandas que en vez del escudo de un equipo de futbol llevan el nombre del cantante y el monograma de Aries, su signo zodiacal.

Luis Miguel es símbolo, negocio, noticia. Pero sobre todo Luis Miguel es una parte importante de la vida sentimental mexicana. Esa es la cara más importante del Sol.

Lecciones de educación sentimental

Si uno vive en México es casi imposible sustraerse del aura que rodea a Luis Miguel. El pecho desnudo y bronceado de Luismi fue la primera visión erótica para millones de mujeres; la primera vez que un hombre era un símbolo carnal para las recatadas adolescentes mexicanas.

Todavía más: sus canciones son parte de la educación sentimental de los mexicanos desde la década de los ochenta. Dos generaciones que definen el deseo sexual con Decídete ; que se enamoran con La barca y Contigo en la distancia como si esos boleros hubieran sido compuestos para ellos y no para sus abuelos; que lloran sus decepciones con Culpable o no y Palabra de honor . Que, en suma, han sido guiadas a través de la selva empalagosa de los sentimientos por la voz de Luis Miguel.

Ir por primera vez a un concierto de Luismi tiene para esta cronista algo de iniciativo y mucho de vouyerista.

La que escribe pertenece a la otra porción generacional, la que creció lejos del Sol: soy de los que detestan a Luis Miguel por lo que representa (cursilería, comodidad en el estatus quo, la-felicidad-es-un-novio-güerito) pero sobre todo porque la música de Luis Miguel me ha resultado siempre repetitiva y acartonada.

También el rock que nos tocó es repetitivo y acartonado me hace notar una amiga, ella sí fan (de clóset) de Luismi. ¿A poco no te sabes la de ‘La chica del bikini azul’? Es un rolón .

Pues no, no me sé La chica del bikini azul ; me sé los boleros y alguna vez participé en un coro escolar que cantó Por debajo de la mesa un Día del Maestro (a nadie le pareció fuera de lugar cantarles una canción sobre caricias subrepticias a nuestros profesores).

En materia luismiguelera soy una ignorante, queda claro. Por eso la noche del viernes 11 de febrero, en que Luis Miguel comienza su calendario de conciertos en el Auditorio Nacional (donde nadie ha sido más exitoso que él, con 35 conciertos consecutivos llenos o alguna monstruosidad así) me hago acompañar por el único hombre heterosexual que conozco que es fan irredento de Luis Miguel.

Lección 1: Luis Miguel es un modo de ser

Mi amigo, a quien llamaremos Mike, se define a sí mismo como un chavo fresa ?los suéteres de rombos y los zapatos Scapinno no mienten? y lo invito porque desde hace 7 años no se ha perdido una gira de Luismi y porque me ha dicho algo interesante: Luis Miguel es el chavo fresa por antonomasia .

¿O sea? , pregunto. Simple me dice Mike Luis Miguel es un dude que entra a donde quiera, a los mejores antros y los mejores restaurantes, tiene a las mujeres más guapas, truena los dedos y tiene a 20 asistentes a sus órdenes. Es el sueño de todo fresa .

Luis Miguel es su despliegue de poder, pero no solo eso: es un modo de ser. Como habla, como se viste. No es un hombre del pueblo, pero el pueblo lo sigue a todas partes. Se liga lo mismo a unas edecanes que las actrices de telenovelas que a la princesa de Mónaco. Es el chingón de ‘El laberinto de la soledad’. En México nadie más es así, hasta lo políticos quieren ser como Luis Miguel .

Con esos argumentos, la música queda en segundo plano, ¿o no? Me gustan mucho sus canciones me aclara Mike, Especialmente los boleros, las de mariachi y las ochenteras, también las que le han compuesto Pancho Céspedes y Juan Luis Guerra. Y siempre tiene unos musicazos. Eso sí, sus últimos tres discos son malísimos .

Fíjate en la gente continúa mientras entramos al Auditorio, casi todos vienen súper arreglados, como si Luis Miguel los fuera a ver . Es cierto y eso es distinto a todos los conciertos que he ido, hay vestidos de noche por todas partes. Otra rareza: abundan los sombreros panamá (Mike resuelve este misterio también: en la portada del último disco Luismi calza uno).

Lección 2: los sentimientos son inmóviles

Tengo la impresión que, como alguna vez le escuché decir al periodista René Franco, a Luis Miguel el público le perdona todo. Le perdonan que sus discos sean todos iguales, que sea inaccesible, que tenga una vida personal nebulosa (apenas esta semana la actriz Araceli Arámbula lo ha acusado de abandonar a los dos hijos de ambos). Sobre todo le perdonan lo legendariamente aburrido de su show en vivo, y eso es notable pues los boletos van de los $300 a los $2000. Uno pensaría que por esos precios el público exigiría más.

Pero apenas llegamos, Mike me advierte: Si te quedas sentada no vas a ver nada, la gente se prende durísimo y ya no se sienta . En efecto, se apagan las luces y el Auditorio se vuelve un solo grito y un solo movimiento: de pie, que el Rey ha llegado.

La voz es simplemente impresionante. No conozco la canción, pero el modo en que Luis Miguel la canta hace el momento memorable. Es una voz limpia, perfecta, madura. Pocos cantantes me han sonado tan bien en vivo. Y su química con el público es combustión espontánea. Quizá sí estoy ante un gran entretainer.

Pero el resto del concierto la cosa va para abajo. El tipo hace los mismo pasos de baile todo el tiempo (ya ni siquiera da su mítica patadita), se dirige poco a la audiencia, y la mayor parte de canciones son indistinguibles unas de otras. Sí, la verdad que casi todas suenan a ‘Sussudio’ de Phil Collins reconoce Mike a mi derecha, pero ve la sección de metales que tiene y las percusiones, y el requinto . Grandes músicos, sin duda. Pero nadie viene a escucharlos a ellos.

Como sea, el público está emocionado. Quién necesita cambiar, moverse, esforzarse cuando tiene frente a sí a miles de personas que celebran hasta lo más baladí.

Los sentimientos son eternos. A mí izquierda una mujer de unos 40 años grita desaforada cuando se oyen las primeras notas de Decídete . En ese momento vuelve a la secundaria, a su primer faje, ese gran descubrimiento. Eso también es Luis Miguel, una dosis de tiempos mejores.

Lección 3: a escondidas, el sexo es más bonito

Luis Miguel solo canta canciones de amor. Todos sus discos de boleros llevan por título Romance , sus discos de baladas siempre hablan del amor como el máximo logro de la humanidad. Eso es lo que vende: amor cortés en versión playera.

El sexo está implícito en todas sus letras, pero nunca se alude directamente. No hay que olvidar que Luis Miguel viene de los tiempos más ingenuos, del clima controlado que fue el México del PRI (fue ahijado del Negro Durazo y debutó en un cumpleaños de Paulina, la hija menor del presidente López Portillo).

Sin embargo, es claro que el concierto arde de energía sexual. En las primeras filas hay sobre todo mujeres. Frente a ellas se ubica una fila de guardaespaldas y gente de seguridad haciendo doble valla. Parece exagerado, pero nunca hay que subestimar el poder de cientos de mujeres impulsadas por el deseo.

Y por primera vez en la vida atestiguo una estampida femenina. Cuando el cantante se acerca al borde del escenario mujeres salidas de la luneta se unen a las de la primera sección y atropellan el cerco de hombres forzudos, que desaparecen en una vorágine de tacones, bolsas y brazos desnudos que se extienden para tocar a Luis Miguel.

Seguramente escenas parecidas se veían con Elvis y Sinatra y los Beatles. Pero ellos se permitían una sensualidad histriónica de la que Luis Miguel carece. Ante la oleada de fanáticas, Luis Miguel sonríe y saluda, pero poco más, casi como si la desaprobara. Las orgías no son románticas, muchachas.

Última lección: Luis Miguel nos une

Hora y media duró el recital, incluyendo dos encoré largos y un par de solos de la banda. Luis Miguel canta poco en realidad. Ya se está poniendo viejo me cuenta Mike, Nunca ha sido de conciertos largos, pero antes cantaba más canciones, se detenía en los boleros y las canciones de los ochenta y luego cerraba con el mariachi. La gira del 2006 es la mejor que yo he visto, no dejaba nada fuera .

Los grandes momentos de la noche fueron el medley de sus éxitos juveniles (incluyendo La chica del bikini azul , que resulta para mi sorpresa que sí me sabía) y los boleros, que en este caso fue solo uno, La barca . Con sus canciones nuevas, el público a su pesar es sincero: aplausos tibios.

Salimos del Auditorio y lo mismo hay coches de lujo esperando que microbuses y cientos de personas que se dirigen al metro. Luis Miguel es, como el futbol, una de las pocas cosas que igualan a todos los mexicanos.

Mike y yo nos despedimos porque vamos en direcciones distintas. Él tiene que esperar a su chofer para ir a una fiesta, yo tengo que correr antes de que me cierren el metro.

Desde la cartelera electrónica del Auditorio el lado derecho del rostro de Luis Miguel nos ve partir.

EISS

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