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Manuel Miguel abre paso a su obra en España
El artista oaxaqueño presentará por primera vez su obra en la Feria de Arte Independiente en Madrid del 10 al 12 de junio auspiciado por la Fundación Pons
El artista plástico oaxaqueño Manuel Miguel está a días de llevar su obra a la Fundación Pons en el Barrio de Salamanca, en Madrid, España, en el marco de la Feria de Arte Independiente en Madrid (FAIM) del 10 al 12 de junio. Actualmente es uno de los pintores más importantes dentro de la cultura contemporánea en Oaxaca y ha presentado su obra de forma colectiva en casi 50 exposiciones a lo largo de la república y en el extranjero; sin embargo, esta es la primera vez que viajará y presentará su obra en solitario.
Será una semana importante pues también tendrá la oportunidad de reunirse con importantes artistas como Belin, Antonyo y el colectivo Boa Misutra. En su visita también donará una obra a la Fundación Menudos Corazones.
“Una cosa es mostrar mi obra ante un público general, pero también mostrarlo a los especialistas, con una visión crítica, con conocimiento más amplio en cuestiones técnicas y conceptos, es un reto (…) Aquí es dónde no pensé llegar porque el arte es complicado para integrarse a un mercado, una sociedad donde se demandan ciertos mensajes ya muy específicos”, platica el artista a El Economista.
“Hoy me siento satisfecho”, asegura, “porque proponer algo que tenga sentido, un mensaje, es difícil, muchas veces la subsistencia se impone, pero he tratado de que lo que yo genero a través de la plástica y las ideas que quiero proponer logren tocar los tejidos sensibles del espectador, llevarlos a un viaje interno, de microuniversos”.
Un camino de adversidades y la conexión con sus orígenes
Al hablar sobre sus orígenes, el artista nos permite llamarlo solo Manuel, entrar en confianza. Él nació el 20 de diciembre de 1985, en la comunidad de Teococuilco de Marcos Pérez, perteneciente al Distrito de Ixtlán de Juárez, cuna de ilustres y destacadas personalidades, ese lugar le daría sin querer su principal inspiración, misma que en un principio él no aceptaba.
“Uno de mis elementos principales es el colibrí, me identifico con la especie por un tema más espiritual”. Platica que, en su comunidad de la Sierra, en el tiempo de gestación, de estar en el vientre de la madre, los animales que se acercan a la casa son los guardianes que vienen a ofrecerte sus habilidades, “en mi caso fue el colibrí. Dice mi madre que un colibrí entró en la mañana y yo nací por la tarde, al día siguiente volvió a venir; luego mi abuela que era curandera me relaciona y asegura que yo iba a ser un colibrí en la vida”.
Curiosamente Manuel no aceptó ese destino de pequeño, “como sabemos, en los pueblos, los famosísimos apodos son una especie de bullying, en mi caso me decían el ‘chuparrosa’ y nunca lo acepté, yo hubiera querido que viniera un toro o un jaguar, esto aprendido de los padres, que buscan esa formación, de tratar de lograr hijos fuertes y capaces, luego esa formación solo sirve para minimizar o clasificar a los demás”.
Fue hasta los 15 años cuando Manuel se libera de esa situación emigrando a los valles, enfrentando nuevos retos, pues él no hablaba bien el español, ya que su lengua materna es el zapoteco. Pero a los 26 años su vida dio un giro, cuando decide dedicarse al arte como profesión y forma de vida, en ese momento el colibrí vuelve a manifestarse. “Llega en forma de manchas, de colores, inconscientemente es una voz interna que me decía ‘aquí estoy quiero salir y ser libre, quiero conducirte’, así es como vuelvo a conectar con mis orígenes”.
Hoy, asegura, juega con esta libertad, sin tener conflicto de si va a funcionar o no, “esto ha venido a ser una suma del día a día, experimentar, con prueba y error, intentar todos los días a veces con inspiración, a veces sin ella, pero todo forma parte de esta forma de vida y del cúmulo de experiencias a lo largo de ella”.
Manuel antes de ser pintor fue chalán de albañilería, carpintería, plomería, sastrería, lavador de carros, en aquel momento renegaba, pero “si yo hubiera sabido que tarde o temprano todos esos oficios me iban a servir para poder generar una carrera de escultor, pintor, gráfico, un artista plástico, todo lo hubiera aprovechado más, pues en su momento todos esos trabajos los tuve que pasar para sobrevivir, hoy son un cimiento muy importante en esta carrera”.
Él es el tercero de cuatro hermanos, con padres campesinos, asegura que cuando nace un varón en la familia es fiesta porque es el que viene a aligerar las tareas del campo, y el padre tiene la obligación de enseñarle al hijo a sembrar, labrar la tierra, “yuntar” a los animales, “ese era mi destino, ser un campesino, si yo le hubiera dicho en ese momento a mi padre que quería ser artista, hubiera recibido dos o tres chingadazos, eso no es fácil en las comunidades y lo entiendo porque no es fácil enfrentarse a tantos retos”.
“Cuando le dije a mi padre que quería estudiar, para él fue un balde de agua fría me dijo: ‘estás bien pendejo de tu cabeza, tú vas a aprender a cultivar’, por eso tuve que migrar a los 15 años, incluso desde niño, cuando cuidaba a los animales, llevaba un lápiz y una hoja para dibujar, pero nunca pensé que sería mi forma de vida”.
“Hoy es mi primera vez que salgo como expositor individual al extranjero, estoy digiriéndolo, sé que me voy a enfrentar a una cultura muy cultivada en el ámbito del arte, son referentes de la historia del arte, Europa fue la cuna de varias corrientes, para mí llevar mi trabajo y estar físicamente respaldando mi obra me da temor, pero también tengo la seguridad de decir que hay mucho trabajo, con técnica y conceptualmente tiene fuerza. Hoy la vida nos está poniendo aquí y creo que estoy preparado”, concluye.
Manuel Miguel
Manuel Miguel es un artista plástico que ha sumado a su carrera el privilegio de haber trabajado con maestros de la talla de Alejandro Santiago, Maximino Javier, Alejandro Santiago, Rosendo Pinacho, Emiliano López, Armando Guerrero, Amador Montes, Edi Martínez, Víctor Chaca, Claudio Jerónimo López, María José Lavin, Oscar De Las Flores