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Menstruación y todo lo que se necesita para hacerlo en dignidad

Para menstruar en condiciones de dignidad, no sólo se necesita tener acceso a toallas, tampones o copas. Se necesita educación para entender el proceso y gestionarlo, instituciones de salud para monitorear la menstruación y acceder a medicinas, se necesita agua y gas en casa para lavarse las manos y bañarse. Para menstruar dignamente también se necesitan espacios de privacidad y cultura de respeto.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Alguna vez, en una de mis clases de Universidad, un profesor rechazó el proyecto de investigación de una compañera por considerarlo “muy explícito e inapropiado”; hablaba sobre cómo la pobreza menstrual obstaculiza el acceso a la educación de las niñas y mujeres en el sur de México. En esa misma sesión, el profesor aceptó un proyecto de otro compañero que estudiaba las muertes en medio de la llamada “guerra contra el narco” y su impacto en la industria manufacturera.

¿Entonces la sangre del ciclo menstrual no, pero la de la violencia sí?, pensamos. Así de grande sigue siendo el reto para garantizar condiciones dignas a las niñas, mujeres y personas menstruantes.

Aunque 1 de cada 2 personas en México menstrúa, menstruó o menstruará alguna vez durante su vida, durante aproximadamente 2,600 días, la menstruación todavía sigue siendo uno de los más grandes tabús entre la sociedad, no encuentra espacios en las políticas públicas, ni en las discusiones de agenda.

No ha sido sino hasta el 2022 que, en México, que a través de la Miscelánea Fiscal se eliminó la tasa de 16% de IVA en productos de gestión menstrual. Y aunque los precios de productos de gestión menstrual sí se han reducido en estos primeros meses del año, todavía son inasequibles para una buena parte de la población.

Además, hablar de menstruación digna implica mucho más que sólo acceder a toallas, tampones o copas menstruales.

Entre la desigualdad, la pobreza y la vergüenza

México es un país muy desigual y con alta prevalencia de pobreza y pobreza extrema; estas problemáticas impactan de manera importante el ámbito económico, social, cultural, educativo, laboral y por supuesto, el ámbito de la salud.

Y aunque los procesos que viven las mujeres y personas menstruantes son diversos, lo cierto es que la cultura de la vergüenza todavía nos alcanza a todas. Esconder los tampones y no dejar que nadie los vea bajo ningún motivo, esperar por horas dentro de un baño hasta que alguien pueda recogerte cuando estás manchada, faltar a la escuela u otras actividades por pena, no saber lo que te ocurre en tu primera regla porque nadie te habló sobre menstruación, excluir a los niños y hombres cuando se habla de menstruación, y un largo etcétera. 

De acuerdo con cifras del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), en México 4 de cada 10 mujeres son pobres, lo que las coloca en una situación de alta dificultad para pensar en si quiera acceder a productos de gestión menstrual.

Pero como la propia metodología del Coneval lo indica, la pobreza es multidimensional, es decir, que no sólo considera los ingresos de las personas, también su acceso a derechos sociales básicos como alimentación, salud, seguridad social, vivienda de calidad, servicios de la vivienda y educación. 

Esto refleja que las mujeres en situación de pobreza también enfrentan otras complejidades para menstruar en dignidad, como ausencia de educación sexual y reproductiva, suministro limitado de agua potable o condiciones de hacinamiento en el hogar. Todos estos, factores fundamentales para una menstruación sana y digna. 

¿Qué implica menstruar en dignidad?

Acceso a la educación:

Alrededor del país y en muchas regiones del mundo, la menstruación es totalmente desconocida por las niñas, mujeres y personas menstruantes. Para poder gestionar la menstruación, hay que saber qué es, de dónde viene la sangre, qué procesos la acompañan, qué implica un color de sangre y qué implica otro. Hay que saber cómo usar una toalla, un tampón o una copa, cómo retirarlas, cuánto tiempo pueden usarse e incluso dónde y cómo desecharlas.

La menstruación es un tema de salud pública y la educación sexual y reproductiva con perspectiva de género es fundamental para dignificar la menstruación y la vida de quienes menstrúan.

Acceso a espacios:

En México 1 de cada 10 viviendas enfrenta condiciones de hacinamiento, es decir, los habitantes del hogar están apretados y sin el espacio personal necesario, de acuerdo con cifras de la ENIGH del Inegi. 

Esto implica que miles de niñas, mujeres o personas menstruantes podrían estar teniendo problemas para gestionar su menstruación. Las toallas, tampones y copas menstruales deben cambiarse cada cierto tiempo y para hacerlo se necesita un baño o un cuarto, un espacio personal que brinde privacidad.

Acceso a servicios básicos en la vivienda:

La higiene menstrual es fundamental para evitar infecciones o complicaciones que pongan en riesgo la salud de las personas menstruantes. Bañarse, lavarse las manos y desechar la basura son actividades básicas en el día a día, y especialmente durante el período de menstruación, y para llevarlas a cabo se necesita contar con servicios básicos en casa: agua, gas, electricidad. 

En México cerca del 22% de la población tiene carencia por servicios básicos en el hogar, de acuerdo con cifras del Coneval.

Acceso a productos de gestión menstrual:

Tener acceso a toallas, tampones y copas menstruales, por supuesto, es fundamental para menstruar en condiciones de dignidad. Este es uno de los aspectos que más se han visibilizado, en comparación con el resto de derechos básicos para una menstruación digna, sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer para garantizar estos productos a todas las niñas, mujeres y personas menstruantes. 

Se estima que las mujeres pobres gastan 2.5 veces más que el resto de las mujeres en productos de gestión menstrual. Y en México, todavía 11% de la población se encuentra en pobreza extrema, lo que implica que ni siquiera pueden costear la canasta de alimentos; las toallas o tampones quedan inasequibles.

Acceso a instituciones de salud:

La menstruación y su gestión no sólo implican el sangrado, algunas mujeres pueden enfrentar cólicos intensos, sangrados intermensturales, flujos u otros síntomas relacionados con el ciclo menstrual. En algunas ocasiones puede ser parte de su propio ciclo, en otras pueden hablar de enfermedades o condiciones que requieren diagnóstico. 

Para ser diagnosticada y tratada hay que tener acceso a instituciones de salud y en México alrededor del 36% de la población carece de este derecho. 

Erradicar el tabú, ya 

Aunque todavía queda un camino largo en materia de salud menstrual y políticas públicas que intersecten desde diversos ámbitos para garantizar procesos menstruales en condiciones de salubridad y dignidad, lo cierto es que comienzan a verse algunos avances. 

La visbilización colectiva de este proceso fundamental en la vida de las niñas, mujeres y personas menstruantes es fundamental para erradicar la cultura de la vergüenza y los tabúes que giran alrededor de la menstruación.

ana.garcia@eleconomista.mx

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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