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México, lugar 28 en producción científica
Los trabajos científicos del país ascienden anualmente a 25,000, que representan 1% del conocimiento mundial; Brasil produce 80,000.
Investigadores reconocidos vienen repitiendo desde hace mucho tiempo que no está claro cómo la inversión pública en ciencia contribuye al desarrollo socioeconómico; “este asunto no sólo afecta a México, es un problema mundial”, asegura el doctor Félix de Moya Anegón, fundador de la calificadora y consultora científica SCImago, por ello la evidencia es imprescindible si queremos que desde la política se diseñen esquemas coherentes con esta premisa.
En este sentido, el coloquio Principales Indicadores Cienciométricos y los Retos del Futuro fue el escenario para que De Moya Anegón pudiera compartir algunos resultados sobre el panorama general de la ciencia en México frente al mundo.
Por medio del análisis de diferentes indicadores de producción, visibilidad, impacto, colaboración, liderazgo y excelencia en el periodo 2008-2018, destacó que nuestro país desde hace más de 20 años es el segundo de América Latina en producir conocimiento científico después de Brasil, a nivel mundial ocupamos el lugar 28 por el volumen de producción científica, con más de 25,000 artículos científicos anuales en los que se presentan nuevos resultados de impacto nacional e internacional.
Al hablar de la evolución de la producción científica, la aportación de México al conocimiento mundial aumentó de 0.7 a 1% en cinco años. El especialista dijo que esta cifra puede ser alentadora, pero comparado el crecimiento mexicano con el de Brasil queda muy por debajo, pues el país sudamericano produce más del triple de artículos cada año, casi 80,000.
Para ello hay una explicación, el tamaño del país, y lo más importante, es el único de la región que está invirtiendo más de 1% de su Producto Interno Bruto (PIB) a la ciencia. La región de América Latina, igual que Asia, cuenta con una estructura de conocimiento científico con una concentración de producción enorme sobre el primer país de la región, en este caso Brasil, con 60 por ciento.
El especialista agregó que, en esta línea, las políticas públicas producen un efecto de arrastre en el resto de las políticas institucionales: “Se produce un efecto beneficioso sobre el sistema de ciencia y tecnología si los objetivos de la política pública son los correctos y las instituciones colaboran”.
Sobre ejemplos de otros países latinoamericanos destacados destacó el caso de Ecuador (país que destina 1.02% de su PIB) ya que se ha beneficiado de los apoyos del proyecto Prometeo para fortalecer capacidades científicas en una cooperación entre investigadores extranjeros y ecuatorianos. En contraste, Argentina se encuentra en una fase de crecimiento muy pequeño, por lo que Chile le ha alcanzado en el último año.
Publicaciones y centralización
Volviendo al caso mexicano, de Moya Anegón señaló que las publicaciones en Scopus (la mayor base de datos de materiales y documentos científicos), por ejemplo, pasaron de 91 en el 2009 a 114 en el 2018. Otro avance notable es que mejoró la calidad de las revistas internacionales en las que publican los investigadores mexicanos. En los últimos años descendió en publicación nacional, pero no porque se publique menos, sino porque se publica más en revistas que se editan fuera del país.
Hay algunos parámetros en los que se muestra que la tasa de crecimiento de México es mayor y más dinámica que la de Brasil, ya que en 2008 el país publicaba más de 14,000 documentos y alcanzó más de 23,000 en 2017.
Explicó que este fenómeno de crecimiento tiene que ver con algunas de las políticas que en el pasado tuvieron origen en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), “hay una relación directamente proporcional entre buenas prácticas de edición científica y la posibilidad de alcanzar los índices internacionales”.
Añadió que aún hay investigadores que consideran que el numero de revistas mexicanas indexadas es muy bajo, “yo creo que es interesante el análisis, no sólo desde el punto de vista de revistas sino de publicaciones”, y agregó, “éste es un aproximado de las cosas que se están haciendo bien en el país para conseguir homologar internacionalmente algunas de las revistas que se publican aquí y este proceso debería de alguna manera continuar”.
Al hablar de la descentralización de la producción científica, expuso que la Ciudad de México en el 2003 concentraba 55%, para el 2018 fue de 45% con una mayor participación de Nuevo León y Puebla. “Esto explica que hay nuevos actores institucionales que han comenzado a generar investigación en otras entidades del país”, aunque esto aún no es la meta deseada.
De Moya concluyó que el impacto científico en México ha venido creciendo, pero no de manera exponencial, debido a varios factores que influyen, como medidas de política pública (evaluaciones) e identificación de procesos que funcionaron y que deberían continuar.
Reacciones del gremio
Julia Tagüeña Parga, coordinadora general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, reconoció que es vital conocer con base en criterios internacionales cómo está colocado México, y saber cuáles son los retos del futuro. “Sabemos que el Conacyt va a redactar el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019-2024 y es importante tener sustento del lugar en el que estamos colocados en este momento”.
Añadió que próximamente se va a escribir una nueva Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación acorde con la reciente reforma al Artículo 3 constitucional en el que se incluye el derecho de los mexicanos a la ciencia, “es una muy buena noticia para todos, el hecho de que finalmente la Constitución contenga la importancia de la ciencia, tecnología e innovación”.
Por su parte, José Franco, investigador titular en la UNAM y expresidente de la Academia Mexicana de Ciencias, aseguró que “en México se hace muy buena ciencia y el trabajo que se hace es extraordinario en contraste con el apoyo que se recibe”.
Dijo que a la fecha la inversión ha sido muy baja, “la razón por la cual esto ha sucedido es porque la ciencia no ha estado en la agenda nacional, hace seis años se empezó a definir y a delinear la participación de la ciencia en la agenda, pero pareciera que a futuro esto se empieza a diluir y parte de lo presentado se debe a este incremento en políticas públicas y apoyo a diferentes áreas de CTI (ciencia, tecnología e innovación).
“A mí este informe me devuelve la confianza en lo que ha venido pasando, ahora hay que convencer a las autoridades”, consideró.
Por último, Mariusz Janczur, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma del Estado de México, comentó: “Seguimos teniendo demasiado centralismo, los países con la mejor ciencia en el mundo son los que tienen un sistema descentralizado, en Estados Unidos o Gran Bretaña no existen cosas como Conacyt, el Sistema Nacional de Investigadores y difícilmente se encuentra algo como la Secretaría de Educación Pública. Los países que tenían ciencia demasiado centralizada lo que hicieron fue mandar a muchos estudiantes a países anglosajones reconociendo que la forma de desarrollarse es llevar gente incluso a otros sistemas, así es la ciencia”.