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Arte e Ideas

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México y Japón dialogan a partir del arte

Las dos naciones tienen una larga relación; esta exposición celebra 120 años de la primera migración japonesa a México.

¿Quién no ama a un samurai? Estos guerreros, entregados por un pacto de lealtad a su señor, durante siglos han sido el símbolo de Japón para el mundo. Entras al Franz Mayer y la efigie de un guerrero en un cartel invita a pasar a Iroha: diálogos de arte México-Japón. Parece una imagen de la eternidad.

Pero en este, nuestro mundo, nada permanece, ni siquiera la milenaria cultura japonesa. Así comienza el poema Iroha que le da nombre a la exposición del Franz Mayer: En este mundo nuestro nada permanece .

La exposición conmemora 120 años de la primera gran migración japonesa a México. La Migración Enomoto, como se le conoce oficialmente, tuvo motivos económicos, políticos y culturales. Fueron apenas 35 personas que se establecieron en Chiapas, primera sede de la colonia japonesa en México.

Ese Japón tan consciente de que nada permanece cambió de aires y así trajo a México una nueva cultura que se veía de lo más exótica en tiempos de Porfirio Díaz. México se veía como un país con futuro, progresista, floreciente. Otros tiempos.

Entre Kill Bill y Kurosawa

La exposición muestra objetos de arte mexicanos que dialogan con obras japonesas clásicas así como objetos de la vida diaria, pequeñas obras de arte para el uso diario, como muñequitos de porcelana, biombos y otros objetos decorativos.

Son 300 piezas, entre ellas armaduras samurai que fascinarán a los fanáticos del cine de Akira Kurosawa, como esta reseñista. O todavía más letal: katanas relucientes, como las que usara La Novia en Kill Bill. Sí, esta exposición se presta para la cinefilia y para que el otaku (fan de los cómics japoneses, el manga) se quede horas embobado con esta selección que también incluye kimonos y poesía.

El Iroha , poema budista, fue escrito hace más de 1,000 años y es un juego de palabras: cada verso usa cada uno de los kana japoneses, el silabario de la lengua. Para los budistas nada es estático y por eso el poema refleja tan bien la cultura japonesa, siempre abierta al progreso.

Iroha es una gran muestra de colecciones privadas, entre las que se encuentran la del Museo Nacional de las Culturas y la de la embajada japonesas así como de familias mexico-japonesas.

Entre las piezas hay dibujos, esculturas de medio formato. También, no podían faltar, hay ukiyo-e, los dibujos tradicionales de Japón, parte de su cultura popular, así como obras de la Edo.

Iroha: todo cambia. Todo se va. No dejen que esta fantástica exposición se les vaya.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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