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Monumento olmeca de Chalcatzingo regresa 65 años después
Una gestión exitosa de la Secretaría de Relaciones Exteriores ante la Fiscalía de Nueva York permitió la repatriación de la pieza monumental de 2,800 años de antigüedad, narra el arqueólogo Mario Córdova, quien encabezó el traslado.
La noche del pasado 19 de mayo, a bordo del avión Hércules de la Fuerza Aérea Mexicana, llegó a la base militar de Tetlama, en Morelos, procedente de Denver, Colorado, el Monumento 9 de Chalcatzingo, la pieza arqueológica de estilo olmeca robada en 1958 y sacada ilegalmente del país, que los estadounidenses denominaron “El monstruo de la Tierra”, y que tras 18 años de reclamos, finalmente la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lograron repatriar a México con el apoyo de la Fiscalía de Nueva York.
El arqueólogo Córdova, quien encabezó la diligencia de traslado, cuenta a El Economista la historia del hurto, el significado de la pieza y cómo se logró la recuperación 65 años después: “La hicieron pomada para poder sacarla como escombro del país, pero nos la trajimos completa (…) y estoy muy contento porque es una gran victoria para México”, dice Córdova, líder el proyecto arqueológico Chalcatzingo, en vísperas de que este jueves 25 de mayo, el monumento sea entregado oficialmente al pueblo de Morelos en una ceremonia convocada en el Museo Regional de los Pueblos de Morelos, Palacio de Cortés, en Cuernavaca, donde permanecerá en exhibición durante un año.
Detalla que la repatriación de la pieza se logró gracias a dos factores: primero, que la fiscalía neoyorquina pudo acreditar el delito de destrucción del monumento y a partir de eso iniciar una exhaustiva investigación que incluyó los testimonios de habitantes cercanos a la zona arqueológica de Chalcatzingo y a especialistas en arqueología, y segundo, que la cancillería mexicana, a través de su consultoría jurídica y del consulado de México en Nueva York, tomó en sus manos el caso y le dio celeridad.
“El de hecho de haber roto el monumento en pedazos, para ellos (Fiscalía NY) constituyó un delito muy grave, y fue así como se desencadenó la investigación; y, por otro lado, creo que la decisión del Presidente (López Obrador) y del canciller Marcelo Ebrard, de darle celeridad al caso, ayudó a lograr la recuperación. El canciller estuvo muy involucrado desde el principio, por supuesto, él mismo me recibió en el aeropuerto de Denver cuando nos traíamos la pieza”, cuenta el arqueólogo.
Narra que la pieza, que data de los años 800-400 antes de Cristo (de 1.80 por 1.50 m), estaba originalmente montada al centro de una “plataforma larga de la época olmeca” que mide 70 m de largo por 30 m de ancho en Chalcatzingo, un asentamiento prehispánico del período Preclásico mesoamericano (2,500 a.C.—200 d.C.) localizado en el valle de Morelos, de clara influencia olmeca; de allí la arrancaron, la bajaron y se la llevaron en una troca, así, sin más”. Para sacarla del país -dice- tuvieron que “hacerla cachitos”, 25, los contabilizados hasta ahora.
Dice que los perpetradores del robo eran traficantes internacionales de tesoros relacionados con casas de subastas y compradores de arte antiguo. “Se la llevaron a Estados Unidos y allá se la vendieron a un coleccionista privado y “me late que la andaban rentando para exposiciones”, pues la pieza fue exhibida durante décadas en museos de Washington, Chicago y Nueva York, incluso en el Museo Metropolitano de Arte (MET), detalla Córdova.
Tras su última aparición en una exposición, en la década de los 90, la pieza desapareció del radar, pero gracias a la demanda penal que interpuso el INAH (en concreto Mario Córdova como responsable del sitio arqueológico de Chalcatzingo), y a la investigación iniciada años atrás por la Unidad de Tráfico de Antigüedades de Manhattan de la Fiscalía de Nueva York, en 2022 detectaron que la pieza estaba en el chalet de un fallecido coleccionista de Denver, donde le fue incautada a sus herederos; a partir de allí se iniciaron los trámites entre la cancillería mexicana y la fiscalía para obtener su repatriación, comenta el arqueólogo, misma que fue anunciada el pasado 11 de mayo por el propio director general del INAH, Diego Prieto Hernández.
“Curiosamente no fue por el robo sino por el daño que le hicieron al fragmentarla, lo que motivó a incautarla y que ahora permite que la tengamos de regreso”, dice con satisfacción el arqueólogo.
“Portal del inframundo”
“La pieza más buscada por años”, según Córdova, conocida en Estados Unidos como “El monstruo de la Tierra” o “Las fauces de la Tierra”, y calificada por el antropólogo Prieto, como “la recuperación más importante del siglo XXI”, esta obra de arte olmeca regresó al país con un nombre distinto. Los especialistas mexicanos la han rebautizado como “Monumento 9 de Chalcatzingo. Portal del inframundo”, y el arqueólogo Mario Córdova explica el porqué.
“En la cosmovisión de los nuestros pueblos antiguos no existen monstruos. Ese nombre se lo pusieron los gringos. El monumento es un relieve en piedra que mide 1.80 por 1.50 m, con la forma del cerro de Chalcatzingo, la montaña sagrada, en el que sobresale un jaguar con el hocico abierto, que representa la entrada al inframundo; en las pupilas tiene grabadas una doble banda cruzada, símbolo del olmeca, y el hocico lo tiene en forma de cruz representando una cueva, y tiene tres bandas alrededor, y en las esquinas de la cueva unas plantas de bromelias; en la frente del animal tiene dos rayos que significan agua, entonces, ‘es el cerro de las bromelias que da agua’ y en el centro, la cueva del inframundo”, detalla.
Traslado exitoso
Para trasladar la mole de una tonelada de peso se necesitó el apoyó de un “Hércules” de la Fuerza Aérea Mexicana y de personal de la Secretaría de la Defensa Nacional. Previamente la pieza fue colocada en una caja de madera de más de dos metros y embalada con un plástico de protección. A su llegada al Museo Regional de los Pueblos de Morelos, Palacio de Cortés (MRPM), en la ciudad de Cuernavaca, le fue retirada la envoltura y así permaneció toda una noche, permitiendo que la piedra pudiera aclimatarse, indicó el INAH.
El sábado 20 de mayo, especialistas y trabajadores de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, retiraron la caja de madera, y expertos en restauración y arqueología hicieron la primera inspección detallada en suelo mexicano, confirmando que se encuentra completa y en buen estado.
El arqueólogo Mario Córdova adelantó que después de un año de exhibición en el MRPM, el destino final de la pieza será un museo de sitio que se construye en la zona arqueológica de Chalcatzingo.