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Museo Internacional de Arte: La colección de Benjamín Fernández
El Minart agrupará obra de más de 600 artistas, incluidas las colecciones más destacadas en el mundo del zacatecano Rafael Coronel, el oaxaqueño Maximino Javier, así como la serie de gráfica más completa de Rufino Tamayo.
El Museo Internacional de Arte, más conocido como Minart, es el espacio que Benjamín Fernández Galindo –empresario oaxaqueño que radica entre Guadalajara y Chicago–, edifica en Zapopan, Jalisco.
Sobre un terreno de 1,000 m² y con 6,000 m² de construcción, el museo se perfila como uno de los recintos privados más importantes de México. Albergará y exhibirá una asombrosa colección que reúne más de 8,000 obras, e incluye pinturas, dibujos, gráficas, esculturas y libros.
El acervo del Minart agrupa más de 600 artistas nacionales e internacionales. Incluye las colecciones más destacadas en el mundo del zacatecano Rafael Coronel, el oaxaqueño Maximino Javier, así como la serie de gráfica más completa de Rufino Tamayo.
Existen diversos tipos de colecciones en México: el Museo Soumaya, de Carlos Slim, con grandes artistas mundiales del mercado secundario, acervo que enorgullece al país; la Colección FEMSA, de vocación corporativa, que trabaja con artistas vivos mexicanos y latinoamericanos; independientes que anteponen la calidad antes que la cantidad, encontrando docenas o cientos de obras; las más comunes, que mantienen el mercado, de personas que inician o acrecentan su colección personal, estos gustan de convivir con arte en sus espacios; luego está la de Benjamín Fernández, que no es mejor a las anteriores, simplemente es distinta.
Apreciado por artistas, admirado por coleccionistas, perseguido por galeristas, buscado por curadores, solicitado por periodistas, se rumora que el disruptivo coleccionista es uno de los más importantes de México de principios del Siglo XXI.
Benjamín es un hombre de mirada profunda, serio, precavido en su hablar, gran conversador que prioriza escuchar, de pensamiento analítico y rápido, de personalidad humilde, culto pero no presuntuoso, contador y abogado de profesión, hombre de negocios con visión cultural y filantrópica, gran connaisseur d’art.
El empresario de día y coleccionista 24/7 ha sabido dividir su tiempo las últimas décadas entre sus negocios y la industria del arte. Fernández es un rockstar entre coleccionista amateurs y profesionales, entre artistas emergentes y consolidados, porque es alguien que ha convivido con muchos de sus ídolos, y porque está en los libros de historia del coleccionismo.
Ningún niño cuando se le pregunta que quiere ser de grande dice “coleccionista”. Hijo de una familia tradicional oaxaqueña, quienes no eran coleccionistas, vivió el fervor oaxaqueño del arte, pero no inicia a coleccionar por sus padres, sino por su tía, quien tenía una galería en Oaxaca, gracias a ella adquiere su primera obra… le tomó un año pagarla, no por el valor elevado, sino por la falta de ingresos, eran sus inicios en los negocios.
Quien diría que años después, entrando a su casa, se encuentra un espectacular Rafael Coronel de grandes dimensiones, obra codiciada por coleccionistas y casas de subastas, frente a un exquisito Santiago Carbonell, al lado un imponente Chuck Close, en sus pasillos esculturas caninas de Víctor Hugo Pérez y una pintura de Alfredo Castañeda; en su sala una monumental “Última cena” de Enrique Oroz, en su bar un Mr Brainwash, entre tantos otros que conforman una mínima parte de su colección. Coleccionar es fácil, se requieren dos cosas: una pared y un presupuesto.
Toda colección empieza con una obra, después viene la segunda y se continúa hasta que la cartera lo permite. Hay coleccionistas que cubren una necesidad estética de acuerdo a sus espacios, es decir llenan muros que tienen en casa y oficina; pero también hay quienes extienden su pasión por el arte al seguir adquiriendo obras de artistas que admiran, esto se llama coleccionismo, independientemente de no tener más muros, estos son happy problems.
Muchos coleccionistas importantes son extremadamente celosos con sus obras, las cuelgan o guardan para su goce personal, Benjamín piensa distinto, considera que el arte es para compartirse, aun habiendo pagado sumas estratosféricas. Ha prestado cientos de pinturas y esculturas para más de 200 exposiciones en México y Estados Unidos, miles de espectadores han conocido, criticado, comprendido, odiado y amado obras de grandes maestros gracias a él ¿acaso no se trata de esto el arte? Por ejemplo, “Cabeza vainilla”, escultura de Javier Marín, se expone en la explanada del antiguo Palacio Municipal de Zapopan, donde miles de personas han disfrutado de esta gigantesca obra. Tantos recuerdos alrededor de esta pieza “pública” gracias al coleccionista que comparte.
El Minart cuenta con su brazo editorial, que ha editado, publicado y distribuido más de 40 libros sobre artistas. Jalisco espera ansioso la apertura de este espacio cultural de dimensión y transcendencia internacional, próxima sede de eventos de la talla de la Feria del Libro, así como hogar de grandes maestros de la plástica contemporánea.
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