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Arte e Ideas

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Nacidos bajo el signo de la igualdad y la libertad

Miguel Hidalgo y José María Morelos enarbolaron ideas inéditas en el panorama de las revoluciones hispanoamericanas: la igualdad independiente de la raza, el reparto de tierras y la fundación de una república liberal.

El párroco del pueblo de Dolores, en la provincia de Guanajuato, no era un hombre común. Muy culto, alguna vez rector del Colegio de San Nicolás, por disputas con el obispo guanajuatense lo mandaron a la parroquia de ese pueblo perdido en el bajío mexicano. Le gustaban los toros, el jarabe, las tertulias y las ideas ilustradas venidas desde Europa.

Cercano al pueblo, fue capaz de reunir a un gentío de 80 mil desarrapados que lo siguieron hasta su caída en desgracia.

Miguel Hidalgo y Costilla era su nombre, hoy lo conocemos como el Padre de la Patria. El mejor retrato que se ha hecho de su persona se logró en la ficción. Jorge Ibargüengoitia lo dibujó de cuerpo completo en la que fue su última novela, Los pasos de López: el hombre carismático, astuto y finamente pícaro que acabo encabezando la revuelta que cambiaría para siempre el país en el que vivió.

No muy lejos de Guanajuato, hacia el sur está el pueblo de Carácuaro, en la entonces intendencia de Valladolid. Su párroco era un hombre joven, casado antes de tomar los hábitos, que había sido alumno del cura Hidalgo en San Nicolás. Su nombre, por supuesto, es José María Morelos y Pavón. Lo recordamos por su habilidad bélica y por sus migrañas que lo hacían llevar constantemente amarrado a la cabeza un pañuelo con hierbas para el dolor.

No pretende este texto dar cuenta de la vida de Hidalgo y de Morelos (el historiador porfirista Luis Castillo Ledón nos legó un clásico con su biografía Hidalgo, la vida del héroe; a Morelos todavía le falta que alguien haga otro tanto con él) sino de las ideas que ambos enarbolaron y fundaron el país que celebramos hoy.

Ideas inéditas en el panorama de las revoluciones hispanoamericanas: la igualdad independiente de la raza, el reparto de tierras y la fundación de una república liberal.

Un México igualitario

Mucho se ha discutido las razones de Hidalgo para conjurarse contra el gobierno de la Nueva España. Igual que a Ignacio Allende, su amigo de parranda, a Hidalgo nada se le había perdido en una revolución.

Como dice Pedro Salmerón, doctor en historia por la UNAM, Hidalgo hubiera podido vivir muy bien en el status quo virreinal. La idea de que los criollos no accedían a privilegios aunque está muy difundida tiene sus asegunes. Personajes como Hidalgo, Allende, el corregidor Miguel Domínguez participaban plenamente de los mismos privilegios y responsabilidades que cualquier miembro de la República de españoles, la clase dominante en la Nueva España .

A Hidalgo le atraía sobre todo la posibilidad de aplicar las ideas ilustradas de la revolución francesa en América. Tal vez no fundar una república pero si abolir las leyes diferenciadas que hacían un vericueto barroco la ley novohispana: había leyes para españoles (ibéricos o criollos), otras para los indígenas y otras más para los que no eran ni unos ni otros.

¿Era su idea obtener la independencia? Sabemos de cierto que en diciembre de 1810 Hidalgo quería la independencia. Así lo manifiesta en sus decretos emitidos en Guadalajara, donde fundó su efímero gobierno. Su primer acto fue abolir la esclavitud, el segundo proclamar el reparto de tierra y el tercero abolir el pago de tributos a los indios, aboliendo todo régimen racista.

Un país liberal

Morelos hizo otro tanto con la publicación de Sentimientos de la nación en 1813, donde por primera vez en Hispanoamérica se proclama la necesidad de establecer un gobierno republicano, rechazando de manera definitiva cualquier el gobierno monárquico.

Además, apoyándose en la Constitución de Cádiz y la francesa, Morelos promovió para el país naciente el sufragio universal, es decir para todos independientemente de la raza o la posición social. Al convocar el Congreso de Anahuac, la idea de país que Morelos y sus seguidores tenían era el de un país totalmente igualitario en el que todos accedían a las libertades civiles de opinión, asociación y expresión (exceptuando la libertad de credo). Por cierto, Morelos propuso en ese congreso que el nombre del país fuera, precisamente, Anahuac, no México.

Hidalgo y Morelos murieron casi una década antes de que el proceso de independentista se completara en 1821, y el país que Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero -lugarteniente de Morelos- fundarían sería muy distinto al que ellos proyectaron, el germen liberal que ellos ayudaron a sembrar perduró durante todo el siglo XIX, durante la tortuosa formación de México.

cmoreno@eleconomista.com.mx

¿Era su idea obtener la independencia? Sabemos de cierto que en diciembre de 1810 Hidalgo quería la independencia. Así lo manifiesta en sus decretos emitidos en Guadalajara, donde fundó su efímero gobierno.

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