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Nuestra ciudad, 100 años e igual de despampanante
La exposición reúne una serie de imágenes que muestran vistas urbanas del DF, captadas por Guillermo Kahlo hacia 1910 por encargo de Porfirio Díaz. Cada imagen está acompañada de una réplica realizada desde el mismo ángulo de toma por el fotógrafo contemporáneo Rodrigo Vázquez
Hace poco más de un siglo, Porfirio Díaz estaba obsesionado en convertir a la sociedad mexicana en una sociedad decente. México tenía que unirse a la civilización. Nada de pueblos anegados y calles terregosas, no. Grandes edificios, caminos aplanados para las carretas, el ferrocarril uniendo Saltillo con Oaxaca.
Así lo hizo. De la Ciudad de México quiso hacer el ejemplo supremo de lo que se esperaba del resto del país. Construyó grandes obras hidráulicas, se levantaron edificios ornamentados, se llenaron las grandes avenidas de monumentos y memoriales, parques y plazas públicas, teatros y escuelas.
Hacia 1910, la ciudad ya tenía la cara que a don Porfirio le gustaba. Cual marido que quiere presumir a su esposa-trofeo con los socios, Díaz encargó al fotógrafo alemán Guillermo Kahlo (su hija Frida era una bebé) un exhaustivo estudio fotográfico en el que quedara registrada la grandeza de la ciudad que construyó.
Del trabajo de Kahlo parte Reporte Kahlo: Ciudad de México, 100 años de patrimonio, que no sólo es el recorrido por el registro que el alemán hiciera de la construcción del DF actual, es también un juego artístico entre el pasado y el presente.
Entra aquí Guillermo Vázquez, fotógrafo contemporáneo. Siguiendo a Kahlo, como si mirara encima de su hombro, Vázquez tomó las mismas fotos, del mismo ángulo, con la misma iluminación, las mismas cámaras y usando procesos químicos de revelado los más parecidos a los que había a principios del siglo pasado para documentar la misma ciudad pero 100 años después.
El resultado podría ser más sorprendente de lo que es. En realidad el paisaje urbano ha cambiado muy poco (quizá esa sea la sorpresa). Casi todos los edificios que Kahlo retrató siguen en pie, especialmente en nuestro bien llamado Centro Histórico, como la Casa Boker, edificio art deco en la esquina de Isabel la Católica y 16 de septiembre, o el Edificio de Correros, idéntico en las fotos de Kahlo y de Vázquez.
No, esta ciudad no ha cambiado mucho. Los chilangos lo sabemos, a pesar de nosotros mismos: esta ciudad es hermosa y siempre lo ha sido.
Museo de la Ciudad de México
Pino Suárez 30, Centro Histórico. Martes a domingo, de 10 de la mañana a 6 de la tarde.
