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Arte e Ideas

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Nunca había sido tan apremiante responder a las necesidades de un nuevo orden urbano

La academia busca renovarse entre una mezcla justa de juventud, experiencia y sensibilidad, rasgos que caracterizan a esta generación de académicos eméritos.  

En sesión académica extraordinaria, la Academia Nacional de Arquitectura, llevó a cabo la ceremonia de investidura de nueve profesionales de la arquitectura como académicos eméritos. Este es el mayor grado que otorga la academia a quienes han ejercido la arquitectura durante más de 25 años y se han distinguido en el ejercicio de su profesión, este grado se otorga a título vitalicio y el claustro está integrado por 100 de ellos. 

En medio de una emotiva ceremonia que además recordó a los colegas que han dejado su lugar en la tierra para ahora ocupar un lugar en la memoria viva de nuestras ciudades, estados y espacios arquitectónicos, José Francisco Reygadas Valdéz, presidente de la organización recordó a todos sus miembros que es un momento para participar activamente de su profesión, “los estudiosos de la arquitectura, los académicos, debemos estar atentos a las nuevas necesidades de la sociedad, no únicamente a nivel de la demanda comercial sino de fenómenos como el cambio climático, requerimientos sanitarios, nuevos hábitos y espacios laborales que se transforman”.  

Por ello anunció que la Academia tomó el reto lanzado por el expresidente Francisco Covarrubias y de Claudio Sáenz, para integrar los foros metropolitanos con propuestas de ordenamiento territorial, actividad que ya se inició en diversas partes de la República, para lograr propuestas sólidas y poder colaborar, “porque es nuestra materia”.  

En su discurso de ingreso, la arquitecta Mónica Cejudo Collera aseguró que la academia del siglo XXI tiene la obligación y la oportunidad de propiciar un profundo y serio conocimiento de cuanto ocurre en el campo de la arquitectura, al tiempo de ofrecer las condiciones a partir de las cuales podrán analizar, discutir y discernir acerca de las nuevas posturas con una visión más fresca, abierta, propositiva y sobre todo más audaz.  

Es la hora de la vanguardia, no de la confrontación, también de la recuperación de la memoria, con conceptos de región en un mundo prácticamente sin fronteras, esa es la academia de hoy, la que está viva y con amplios espacios de reflexión”.  

Reygadas Valdéz, mencionó también que nunca había sido tan apremiante como hoy la misión de responder a las necesidades de un nuevo orden urbano, en una coyuntura dónde se suman factores históricos con los efectos de la emergencia sanitaria y sus consecuencias en lo económico. 

Dijo que existen tres grandes problemáticas en las que los arquitectos deben comprometerse en intervenir: El reto de armonizar el desarrollo urbano con la protección ambiental, la movilidad laboral y las condiciones sanitarias, producto de la pospandemia, todo en medio de una crisis económica global, que cambia el origen y destino de los insumos, así como las prioridades de la obra pública y privada.  

Agregó que el compromiso debe ser en áreas fundamentales como la eficiencia energética, los recursos del agua, el manejo de desechos y la circularidad de materiales, la innovación de tecnologías constructivas, el uso de materiales sustentables y de origen local, además de los criterios de espacios con relación a la salud y el impacto en la movilidad. 

Un adiós a los colegas y un compromiso por delante  

“En este momento recuerdo la canción de Alberto Cortez, cuando un amigo se va, pues cuando un amigo se va, deja un espacio vacío que es difícil de llenar. Esto tiene similitud para la Academia Nacional de Arquitectura, porque en esta lamentable etapa de la pandemia se nos fueron nueve amigos académicos eméritos”, dijo Reygadas Valdéz. 

Aunque cada uno dejó un hueco difícil de llenar, explicó que el estatuto establece el compromiso de consultar y recibir propuestas de candidatos que cumplan con los principios y objetivos de la institución académica. “Ahora es un día de fiesta por la recepción  de nuevos académicos eméritos que vienen a complementar este órgano que le da toda la fortaleza y seriedad a nuestra institución ante la sociedad”.  

Los nuevos integrantes son: Mónica Cejudo Collera,  Raúl Delgado Lamas, Antonio Gallardo Escamilla, José Grinberg Damashevitsky, Jaime Latapí López, Cecilia Martínez Leal, Gabriel Mérigo Basurto, Enrique Norten Rosenfeld, José de Yturbe Bernal. 

En entrevista, la arquitecta Cecilia Martínez, compartió con El Economista: “Para mí es muy emotivo, estoy muy honrada, no lo esperaba y es una gran responsabilidad, será importante reflexionar y ponerse a trabajar”. 

Asegura que viene un reto muy importante para la arquitectura, y en este momento son infinitos los papeles que pueden tener los arquitectos en la vida pública, la política, asesorando despachos que puedan influir en el quehacer de las propias ciudades, “todo eso implica un cambio de paradigma, siempre hay algo qué hacer”.  

Por último destacó que por años la mujer siempre ha quedado relegada, “hoy tenemos que luchar para que eso ya no suceda, agradezco este lugar pero tenemos que seguir luchando para que ni siquiera haya que decirlo, que sea muy obvio y cotidiano”.  

En esto coincide la arquitecta Mónica Cejudo, quien agrega que en este siglo XXI las nuevas corrientes de pensamiento han generado una mayor conciencia de la labor profesional de la mujer en todos los ámbitos y áreas del conocimiento, y desde luego la arquitectura no es la excepción, “para nuestra fortuna vivimos un tiempo histórico en el que se promueve la igualdad y se reconoce que el talento no tiene género. Esta honrosa distinción se la brindo con mucho cariño a mis colegas arquitectas quienes han realizado tales contribuciones a la arquitectura  como profesión y como forma de arte”.  

Cada uno de los nuevos integrantes hizo un recorrido biográfico para recordar a los colegas que se han ido y que dejaron su lugar y legado en esta Academia, con emotivas palabras los despidieron, luego asumieron el reto. “Ser recibidos en el seno de la academia nacional de arquitectura es un gran honor. Participar ahora como académicos eméritos no es un título nobiliario, es un importante y enorme compromiso que nos ayuda a fortalecerla con una visión de futuro”, dijo Jaime Latapí, “todos los académicos debemos sumarnos e integrarnos en un pensamiento colectivo caracterizado por valores éticos y sociales y así dar a conocer y reconocer los enormes problemas en nuestro entorno, pero planteando respuestas a los grandes temas”.  

Acerca de la Academia Nacional de Arquitectura 

La Academia Nacional de Arquitectura fue fundada en el año de 1978 por el Arq. Mario Pani. Es una organización sin fines de lucro, apolítica que busca conocer y dar a conocer la cultura arquitectónica, reconociendo a sus creadores para armonizar el desarrollo urbano en la transformación de las ciudades 

La organización está conformada por trece capítulos locales en las principales ciudades del país, con una comunidad de 470 miembros de número, de los cuáles cien han sido designados Académicos Eméritos vitalicios. 

Los académicos que fallecieron en este periodo: 

  1. Carlos González Lobo 
  2. Luis Arnal Simón  
  3. Juan Benito Artigas 
  4. Antonio Toca Fernández 
  5. Sergio Zaldívar 
  6. Enrique García Formentí 
  7. Estefanía Chávez Barragán 
  8. Israel Katzman 
  9. Augusto H. Álvarez 

nelly.toche@eleconomista.mx 

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