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Arte e Ideas

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Opera con deuda Festival Internacional de Cine Guanajuato

No hay fecha para que el apoyo del gobierno federal les llegue y sea posible liquidar endeudamiento adquirido.

El Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) tiene un público fiel, reflexiona el crítico de cine José Antonio Valdés, tras percatar que la inauguración de la segunda semana de actividades de la XXII edición del encuentro fílmico se abarrotó.

Sin embargo, “el dinero todavía no llega” dijo en entrevista con El Economista Ernesto Herrera, presidente de la Fundación Expresión en Corto A.C. y director general de Imagen y Promoción del GIFF

Es decir, que el recurso anunciado por Profest no ha sido entregado y no hay fecha para la entrega del mismo por parte del gobierno federal, ante lo cual, el gobierno del estado de Guanajuato sirvió como aval.

“El Instituto Estatal de la Cultura firmó el convenio con la Federación y se hizo el festival. Si el dinero no llega, el gobierno del estado va a tener que pagar. Falta que el gobierno nos diga cuándo va a llegar la aportación para terminar de pagar, porque aquellos proveedores que van a recibir el pago con el dinero federal no han recibido nada, están creyendo en nosotros”, abundó Herrera.

En este sentido, la asignación del dinero ya no es competencia de las autoridades de la Secretaría de Cultura sino de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, refirió.

Cerrarán con una sola sede

El año pasado, el GIFF recibió alrededor de 105,000 visitas a eventos organizados por el festival en todas sus sedes.

Sin embargo, Ernesto Herrera desconoce cómo es que impactará el cambio al auditorio del estado como única sede. “Todavía estamos probando a ver si la gente viene hasta acá o no”, admite, dado que mucha de la captación de espectadores que el festival tenía en el centro de la ciudad era orgánica.“Un festival así se organiza, mínimo, con 18 meses de anticipación. Ahorita ya tenemos avances con la edición próxima. Ya tenemos un país invitado y tenemos seis meses trabajando. Es más, ya comenzamos a trabajar en torno al país invitado del 2021. Tenemos que trabajar siempre, pase lo que pase. Si las condiciones del año siguiente no permiten que se realice el festival, ya veremos qué hacemos, pero si nos avisan una semana antes que el dinero está listo, vamos a estar preparados para hacerlo”, animó Ernesto Herrera.

El auditorio del estado lució lleno este jueves por público deseoso de presenciar las proyecciones que toman parte del concurso universitario Identidad y Pertenencia.

A pesar de su gran capacidad, 1,800 espectadores, esa sala principal es el único espacio de gran magnitud donde se llevan a cabo proyecciones, también se cuenta con un auditorio pequeño, con capacidad máxima apenas para 130 espectadores, y un foro al aire libre, de nombre Ground Support, para conciertos. El resto de las exhibiciones fílmicas se llevan a cabo en salas de Cinemex Pozuelos.

Hay sentimientos encontrados por haber dejado el emblemático Teatro Juárez, donde se llevaban a cabo las proyecciones, homenajes y alfombras rojas del festival, así como el resto de espacios que tradicionalmente se acondicionaban en el centro de la ciudad para llevar a cabo sus proyecciones, 10 en total.

Guanajuato capital estuvo en riesgo

En ese contexto, El Economista conversó con Ernesto Herrera, director general de Imagen y Promoción del GIFF, sobre la merma presupuestal y las consecuencias en la XXII edición del festival, sobre todo en su segunda etapa, en la ciudad de Guanajuato.

“Cuando surge la convocatoria (de Profest), las bases no permitían la participación de un festival de cine. Sarah Hoch, fundadora y directora del GIFF, tuvo una participación muy activa en la modificación de las cláusulas para que el festival pudiera ser candidato a recibir el apoyo. Fue un proceso muy largo. Tuvimos una muy buena recepción de nuestros comentarios, tanto de parte de María Novaro, directora del Imcine, como de Edgar San Juan, subsecretario de Desarrollo Cultural, y se logró que el festival y todos los demás pudieran participar”, compartió de inicio.

Antes de que los resultados del Programa de Apoyos a la Cultura, del Programa de Apoyo a Festivales Profest 2019 se dieran a conocer, a principios de junio, todavía en la incertidumbre, “no podíamos comprometernos con hoteles, restaurantes, proveedores de equipo, gente en general, y terminar con una deuda. Así que todas las baterías las dedicamos a San Miguel de Allende. Eso nos forzó a condensar una programación enorme allá y rebajarla prácticamente a la mitad, por espacio y tiempo real, porque no puedes proyectar 400 películas en cinco días”, explicó.

A pesar de que en junio fueron notificados de que habían sido elegidos para recibir 5 millones 100,000 pesos, su apuesta era recibir un apoyo de 10 millones de pesos. Para ayudar a paliar el déficit, el gobierno del estado de Guanajuato aportó 5 millones de pesos, lo cual hizo posible el festival en San Miguel de Allende, pero no era suficiente para cubrir ambas ciudades.

Y aunque, con la aportación de Profest fue posible realizar el encuentro fílmico, en la capital del estado no fue posible llevarlo a cabo de manera habitual, porque no resultaba costeable rentar todos los espacios y, aunque el estado se mostró dispuesto a prestar sedes como el Teatro Juárez, equiparlo como un cine representaba un costo adicional inabarcable.

La liquidez con la que contaban no permitía pagar todas las sedes en las que habitualmente se llevaba a cabo el encuentro (10 en la ciudad de Guanajuato), sin considerar el dinero requerido para el vestimiento de la ciudad y la contratación de más gente para la logística que un festival con esa cantidad de sedes requería. La única alternativa, reconoce el entrevistado, fue optar por una sede única en el auditorio del estado, cuya renta fue condonada por el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato.

Para poder llevar a cabo un festival como el que se venía concretando en las últimas ediciones se requería, castigado, 17 millones de pesos.

“El festival cuesta más o menos 40 millones de pesos, pero la mayoría del presupuesto que tenemos es en especie, donaciones: cuartos de hotel, préstamos de automóviles, incluso vuelos para la gente invitada”, refiere.

Todo esto, agrega, obligó a reducir la programación del festival en alrededor de 40%, por lo que, por primera vez, la proyección pensada para San Miguel de Allende, que era la ciudad por la que se apostaba desde un inicio, fue repartida o replicada en ambas ciudades.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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