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Arte e Ideas

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Origen de la Semana Santa en Iztapalapa: del teatro evangelizador, al acto de fe contra el cólera

Este 2022, la 179ª Representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa tendrá una modalidad mixta. Algunos pasajes serán abiertos al público, como el Viacrucis, el viernes, mientras que otros estarán reservados para los actores. En ambos casos se transmitirá por Canal Once y Capital 21.

MAUMARAT

Uri Celeste Mosco Ramírez, la joven que este año interpretará a la Virgen María en la representación de la Semana Santa en Iztapalapa, comentó en una entrevista reciente que la pandemia de Covid-19 y sus terribles efectos trajo a la memoria de los habitantes de ocho barrios originarios de la alcaldía, el origen y verdadero propósito con que surgió esta manifestación religiosa hace 179 años: un acto colectivo de fe para pedir el término de la epidemia del cólera, que en el siglo XIX diezmó a casi la mitad de los habitantes de esa demarcación, que en aquel tiempo era un pueblo agrícola separado de la capital.

El Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, ha sido escenario principal de dos rituales que muestran el fervor de quienes han habitado esta tierra. En  época prehispánica, en el Huizachtépetl (“cerro de los huizaches”, en lengua náhuatl) tenía lugar cada 52 años la ceremonia del Fuego Nuevo; tres siglos después, los pobladores peregrinaban hacia sus faldas para venerar al Señor de la Cuevita.

La antropóloga Mariángela Rodríguez Nicholls brinda pormenores de esta historia en su artículo ‘Los insólitos caminos de la tradición: Semana Santa en Iztapalapa’, publicado originalmente en el atlas etnográfico Los pueblos originarios de la Ciudad de México (INAH, 2007) y más recientemente en la revista Rutas de Campo número 5 Iztapalapa: memoria y cultura, ambas ediciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

De acuerdo con la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), la escenificación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa es resultado de varios factores, uno de ellos son las prácticas culturales, como el teatro edificante, que se arraigó en la sociedad novohispana durante el proceso evangelizador.

Por otra parte, las leyes de desamortización expedidas en 1856 liberaron relativamente a las organizaciones rituales de los barrios de la estricta tutela de la Iglesia católica. Curiosamente –señala la autora–, años antes de que se enajenaran las tierras eclesiásticas, se desató una devastadora epidemia de cólera morbus (1833-1859) que causó enormes estragos en la Ciudad de México, y en particular en la población de Iztapalapa:

“A raíz de esta flageladora enfermedad surgieron algunas fiestas religiosas; una de ellas fue la de Semana Santa en Iztapalapa. Tales acontecimientos incidieron en la conformación de esta práctica de religiosidad popular, en particular el teatro evangelizador”.

La doctora estima que la permanencia de la representación de Semana Santa en Iztapalapa, se explica en primer lugar porque “allí se contaba con una tradición cultural que incluía la representación teatral y la conmoción social ante hechos cruentos y dolorosos. En segundo, los misioneros utilizaron como método de cristianización el teatro evangelizador que se adaptaba a las propias concepciones de los indios, ya que en el papel ‘del elegido’ aparece siempre la muerte como principio fundamental de la vida y la salud.

“Son dos ritos que se juntan en lo profundo de la historia. Ya no son los dioses aztecas los que deciden la vida; ahora es el Dios católico quien, a través de la persona de Cristo y con la mediación del Señor de la Cuevita, garantiza su continuidad.”

En su opinión, debe reconocerse la inteligencia de los españoles para colonizar el centro de México, ya que la sustitución de las prácticas culturales –llámese canto, danza, teatro– estuvo bien diseñada. A su vez, la respuesta indígena a ésta también es digna de consideración, “pues en apariencia cambiaron sus concepciones religiosas, pero en el fondo las disimularon a fin de que siguieran existiendo; por ejemplo, el Señor del Santo Entierro o Señor de la Cuevita, venerado en Iztapalapa, era el antiguo Tezcatlipoca”.

A esto, concluye, se le conoce como ‘culto de sustitución’, “y hoy la conmemoración de la Semana Santa en Iztapalapa tiene como propósito agradecer al Señor de la Cuevita por haber detenido la mortandad causada por el cólera morbus en 1848 en la Ciudad de México”.

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