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Arte e Ideas

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“Pedagogía de la crueldad es todo aquello que cosifica la vida”: Rita Segato

Palestina podemos ser todos y no hay cómo defenderse, argumenta la célebre antropóloga argentina en conversación para el Museo del Chopo; aborda la normalización progresiva de la atrocidad, la disparidad de la vacunación mundial, la pulsión de multitud y la incredulidad en la muerte.

“En este momento de la historia de algo que no nos hemos dado cuenta muy bien es que la razón humanitaria está obsoleta, no vale más, no es más una razón respetada. El grito no se escucha más. Palestina podemos ser todos”, comentó este martes la antropóloga argentina Rita Segato, a propósito del conflicto bélico en Medio Oriente, en el cierre del ciclo de conversaciones “Arte, Política y Contracultura. El mundo hoy”, coorganizado por el Museo Universitario del Chopo.

“En cualquier momento que una sociedad necesite ser invadida, destruida, aniquilada, eso puede suceder, no hay cómo defenderse porque la razón moral no es más vigente y aunque tenga una vigencia que toque el corazón, no se puede hacer nada, o podemos hacer muy poco, por los pueblos que están siendo terminados. No nos damos cuenta que eso es el destino posible de todos (...) cuando un pueblo obstaculiza a un interés mayor es muy difícil salvarlo. Eso ya ha pasado y pasa todo el tiempo”.

Segato, considerada como una de las pensadoras más influyentes en la América Latina contemporánea y una referente de los movimientos feministas mundiales, conversó con Francisco Carballo, quien es uno de los curadores del ciclo y también codirector del Centro de Estudios Postcoloniales de Goldsmiths, de la Universidad de Londres, en Reino Unido, la otra institución organizadora.

“Ese cartesianismo apocalíptico”

En la misma directriz, la antropóloga hizo referencia de la disparidad por el acceso a la vacuna entre naciones. Argumentó que, como ya es sabido, mientras las naciones de mayor poder adquisitivo se hacen de las vacunas necesarias y pueden distribuirlas con velocidad entre su población, el resto carecerá y su realidad, al menos en la proximidad, será diametralmente opuesta.

“Es el anuncio del posible genocidio de una sociedad que no cuenta con el recurso para obtener las vacunas que necesita. Sin embargo, la enfermedad que va a florecer ahí, en las sociedades no vacunadas, quedará abierta a posibles mutaciones del virus que retornarán a la sociedad que esté vacunada. Y existe la posibilidad de que la vacuna no sea eficaz para esa mutación del virus. Lo que expone a una parte expone a todos”, opinó.

Que los accidentes naturales tengan origen en un laboratorio es un tema irrelevante, postuló: “los virus son historia natural en un momento en que creímos que ya nos estábamos construyendo fuera de la naturaleza, con ese cartesianismo apocalíptico que nos lleva a vernos totalmente como cabeza sin cuerpo. Todo eso es la pedagogía de la crueldad, todo aquello que nos lleva a ver el cuerpo como cosa, a cosificar la vida (…) es todo eso que nos enseña a no creer en la muerte”.

No creemos en la muerte

La autora apuntó que en nuestra sociedad hay una normalización progresiva de la atrocidad y un ejemplo es la forma de crueldad que se exhibe en el séptimo arte y la industria de los videojuegos, totalmente soportable por las nuevas generaciones, porque el dolor es incomunicable.

Luego entonces, cuestionó: “¿cuál es la característica de la muerte pandémica? Que no creemos en ella. Nos dicen que hay gente que está muriendo, pero no lo creemos. Hay algo que nos impide creer en la muerte. La gente sigue en la pulsión de multitud. Todos queremos la copresencia, la fiesta, salir a la calle. Ahí vemos cómo el ser humano necesita, aunque sabe que es peligroso (…) estamos todos pedagogizados, absolutamente capturados por la pedagogía de la crueldad, porque no creer en la muerte es no creer en la vida. La vida se volvió remota y la muerte se volvió increíble”.

Y de nuevo cuestionó: “¿y cómo se para esta guerra? En medio del público, conversando, obtuve esa respuesta que realmente me ilumina el camino hasta hoy. Solamente se me ocurre a mí, personalmente, un único camino: desmontando el mandato de masculinidad, porque el recurso humano para esa guerra es el muchacho, alguien que para ser gente necesita mostrarse masculino, macho, y para mostrarse macho necesita mostrarse cruel. Es una ecuación perfecta: masculinidad, guerra, adueñamiento, expropiación, cosificación”.

Algo de la bibliografía de Rita Segato:

  • Las estructuras elementales de la violenciaUniversidad Nacional de Quilmes2003. 264 páginas
  • Contra-pedagogías de la crueldadPrometeo Libros2018.136 páginas
  • La crítica de la colonialidad en ocho ensayosPrometeo Libros2015. 294 páginas
  • La guerra contra las mujeresTraficantes de sueños2016.198 páginas

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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