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Políticas públicas, grandes ausentes en Guadalajara, Capital Mundial del Libro
Hay dudas sobre qué se celebra con la capitalidad cuando hay precarización de los actores del libro, dice el director de Impronta Casa Editora y vocero de editores independientes ante Caniem.
El pasado 23 de abril, en el marco del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, Guadalajara dio marcha a su programa de actividades como Capital Mundial del Libro, la tercera ciudad latinoamericana en recibir la distinción de la UNESCO.
Con el arranque de la capitalidad, sin duda se percibía un ambiente celebratorio que debía ser el pretexto para la unión de todas las partes, desde los tres niveles de gobierno, las grandes y pequeñas editoriales, las grandes y pequeñas librerías, en favor de una causa compartida: el libro y los lectores, un aparador único ante el mundo y una tarima para la multiplicidad de voces. En cambio, se ha hecho evidente el desdén de voluntades, la carencia de recursos y de visión integral en torno al libro y sus actores.
Si se desea consultar el programa de Guadalajara, Capital Mundial del Libro, la página oficial y única referencia, al menos en línea, es gdlee.mx. En ella, no es posible dar con un programa general y en su lugar se ingresa a un apartado de nombre “Eventos” donde tímidamente se actualizan fechas muy próximas para exposiciones, entrega de libros, intervenciones artísticas, talleres de lectura y creación poética o maratones de lectura, pero muy contados diálogos sobre la situación del libro y la cadena productiva, así como nulos espacios que para el diálogo entre los gremios del libro y los tomadores de decisiones en un país donde en reiteradas ocasiones se hace énfasis en la necesidad de políticas públicas para paliar el deterioro de la cadena.
Falta de pluralidad
Al respecto, este diario conversa con el editor, librero e impresor Carlos Armenta, fundador de Impronta Casa Editora, con sede en Guadalajara, quien actualmente preside el Comité de Editores Independientes de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).
El programa de Guadalajara, Capital Mundial del Libro hace un énfasis, más que nada, en literatura, como si el mundo de los libros estuviera solamente hecho de letras”, lamenta el editor tapatío.
“El programa está destinado sobre todo al escaparate de los escritores internacionales representados por los grandes grupos. Sin embargo, los trabajadores y las trabajadoras del libro, quienes nos dedicamos a esto, editores, libreros, impresores y demás, sabemos que el universo del libro es mucho más grande y mucho más rico que solamente la promoción de eventos con escritores de las trasnacionales o lecturas de poesía. Es verdad que sus plumas son, sin duda, indispensables para la difusión de la labor editorial, pero esta (la capitalidad del libro para Guadalajara) debe ser una oportunidad para darle voz a todos los actores de la cadena del libro”, señala.
Hay un desinterés o un descuido de políticas públicas, advierte, pese a que se ha enfatizado desde los distintos gremios del libro, antes, durante la pandemia y en este momento, entre ellas, la aplicación de la tasa cero en el cobro de IVA para las librerías y la ampliación del precio único para los libros, por mencionar las más notorias. Ese desinterés, evalúa, “proviene desde los tres niveles, estatal, municipal y federal”.
La preocupación, añade, se ha empujado en repetidas ocasiones desde la Caniem o desde gremios libreros como la Asociación de Libreros de México (ALMAC) o la Red de Librerías Independientes (RELI). “Ellas han insistido y han logrado hacer ruido, pero de inmediato se desvanece. Y la capitalidad debe ser un escaparate importante para que lo sigamos discutiendo, que nos permita hacer de ella un altavoz”.
Armenta confirma que la inclusión de estos temas en la programación de la Capital Mundial del Libro se ha conversado por distintas vías con la dirección de Cultura de Guadalajara, que es el organismo que centraliza la programación. La percepción, reconoce, es de buena voluntad: "es decir que te escuchan y demás, sin embargo, cuando va apareciendo el programa y los presupuestos, nada se destina para el tema. Habrá presupuestos para talleres literarios e incluso se han anunciado presupuestos para coediciones, sin embargo, eso no es una política pública, no es un trabajo que va a dejar huella en las prácticas de la ciudad en torno al libro”.
Una industria centralizada
Estamos a tiempo de corregir del rumbo de Guadalajara, Capital Mundial del Libro, destaca el entrevistado. Se trata de un proyecto anual que va incorporando actividades a su programa conforme se van resolviendo los temas presupuestales.
No obstante, esgrime, “tenemos nuestras dudas sobre qué estamos realmente festejando, porque fuera de la FIL y sus 10 días excepcionales para los que hacemos libros desde esta ciudad, el resto del año la situación es muy complicada; si ya lo es para los que están en la Ciudad de México, para nosotros, con el centralismo, las complicaciones se acentúan.
“Guadalajara cuenta apenas con entre cinco y diez librerías independientes y con poco más de 50 librerías de todo tipo. La Ciudad de México, en cambio, cuenta con más de 200. La diferencia es bastante notoria. En Guadalajara no tenemos estadísticas sobre las prácticas del libro, pero al conversar entre nosotros, se hace manifiesta una precarización de los actores del libro: una situación muy compleja de derechos laborales, por dar un ejemplo. Siempre nos preguntamos quiénes entre nosotros van a tener jubilación”.