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Arte e Ideas

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Profesionales de la industria descartan el desahucio de las librerías

Libreros independientes coinciden en que más que luchar contra un gigante de las venta en línea, como Amazon, es esencial mantener el vínculo con los lectores cercanos.

¿Las librerías tienden realmente a desaparecer? ¿Por qué abrir una librería si los márgenes de ganancia son mínimos? ¿Los sistemas de venta en línea, como Amazon, son una amenaza para los libreros independientes?

Estas fueron algunas de las interrogantes que respondieron tres libreros de distintas latitudes: Eduardo de la Garma, de La Comezón, en Querétaro; Francisco Mouat, en representación de la librería Lolita, en Santiago de Chile, y Javier Molea, responsable de Literatura en español de la librería McNally Jackson, en Nueva York.

Este martes todos ellos, más el escritor y crítico literario español, Jorge Carrión, como moderador, formaron parte de la mesa “¿Desaparecerán las librerías tal y como las conocemos?”, que es parte del Segundo Encuentro de Editores y Libreros, mismo que se lleva a cabo en la edición 40 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), la cual tiene lugar de manera virtual hasta el próximo 30 de octubre.

“Son boludeces eso de que las librerías físicas van a desaparecer. En los 90 decían que los CD-ROM iban a suplir a los libros. Ahora con el e-book tampoco se ha desplazado la venta del físico. La librería es un lugar de encuentros, un lugar de citas, para ligar. La experiencia de la librería va a seguir funcionando como la experiencia del cine, del teatro, del mall.”, dijo en tono uruguayo Javier Molea desde Estados Unidos.

El librero chileno, Francisco Mouat, coincidió en que la desaparición de las librerías y con ellas el libro de papel no es un tema, sino cómo hacer para que el libro siga siendo un objeto vivo, un generador de comunidad, muy a pesar de que los márgenes de ganancia anuales para los libreros independientes sean mínimos, no más allá del 2%, a decir del librero uruguayo.

Sobre la amenaza de Amazon como capitalizador de los sistemas de entrega y, con ellos, de libros, coincidieron: es casi imposible robarle un cliente a la plataforma; lo importante es mantener la lealtad de los propios, para no sumar consumidores a los sistemas multinacionales de venta en línea.

Para el librero mexicano, Eduardo de la Garma, la precariedad cultural en México es tal que Amazon no es un buen modelo de negocio para la venta de productos editoriales. Dijo que el mercado de libreros independientes es un bastión para la venta de libros de editoriales pequeñas o de libros de viejo que no alcanzan los circuitos como Amazon; pero, para lograr eso, coincidió, hay que generar un vínculo de confianza desde los clientes hacia el librero, de manera que la venta sea por confianza, por cercanía, más que por una simple relación de compraventa.

“Desde la precariedad lo veo de manera muy optimista. Amazon todavía no nos hace nada, pero eso lo digo hasta ahorita, porque van a construir unas bodegas cerca de la periferia de Querétaro. Ya veremos”, bromeó el mexicano.

Compartió que durante los meses de confinamiento la librería queretana perdió mucha comunidad presencial a la par que ganaba comunidad virtual. “Creo que perdimos a la mitad de nuestros clientes reales, pero después salió un montón de gente, sobre todo en Instagram; muchísima gente que no conocía la librería y lo hizo gracias a que estábamos haciendo envíos y no quedábamos mal, como otras librerías grandes en México. Empezamos a ganar territorio y ahora otra vez se está ajustando. Las ventas van 60% en línea y 40% en físico”.

Francisco Mouat, desde Santiago de Chile, compartió que “no generar un solo peso para una librería pequeña que vive al día fue una tragedia. Teníamos que seguir resistiendo desde nuestras casas, con teletrabajo, que emplear el correo electrónico como un vehículo para conectarnos con nuestra gente. Así empezamos a rearmarnos y hace un mes y medio abrimos nuestra tienda en línea, que es la que nos permite seguir pensando que un día volveremos a ser la librería como el espacio que era”.

Por último, confirmaron que la preferencia de los clientes en los últimos años ha cambiado, se ha politizado mucho más y hay mucho más interés por temas sociales, así como ha incrementado la venta de libros de autoras, no nada más feministas, sino aquellas que autoras que estaban invisibilizadas.

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