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¿Qué estamos haciendo por las mujeres en prisión?

Muchas de ellas purgan condenas que no ameritan cárcel y podríamos pensar en opciones diferentes al modelo punitivo que tenemos actualmente, exponen en la cátedra binacional de la IBERO y la Universidad de Milán–Bicocca.

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La indiferencia las vuelve doblemente vulnerables. Muchas de ellas purgan condenas que no ameritan cárcel y podríamos pensar en opciones diferentes al modelo punitivo que tenemos actualmente, exponen en la cátedra binacional de la IBERO y la Universidad de Milán–Bicocca

“Cuando una mujer es afectada por encarcelamiento también una familia completa tendrá consecuencias, incluso hay un prejuicio por los hijos de las mujeres que están en prisión. Alrededor de la criminalidad femenina hay dificultades que definitivamente entorpecen las condiciones de las mujeres en prisión y vulnera sus derechos”, asegura la doctora Alma Polo Velázquez, académica del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

En el marco del Día Internacional de la Mujer (8M), la Universidad de Milán-Bicocca y la Universidad Iberoamericana dedicaron la Cátedra Binacional Los Derechos Humanos en una perspectiva universitaria entre México e Italia al tema “Mujeres privadas de la libertad desde la perspectiva de los Derechos Humanos”.

La doctora Polo Velázquez explica a El Economista que se trata de una cátedra binacional entre ambas instituciones que se realiza con el objetivo de reflexionar de manera conjunta sobre temas de derechos humanos y en esta ocasión fue enfocada en mujeres privadas de la libertad. “Si de por sí se vulneran los derechos humanos de las mujeres en general, quienes están en las cárceles son doblemente vulneradas”, afirma.

En este sentido, dijo que hay muchas variables que se tienen que reflexionar desde la academia para ver cómo poder generar mejores condiciones dentro de las cárceles, pero también con miras a su salida. En México, las mujeres representan casi el 6% de la población penitenciaria, son alrededor de 12 mil mujeres detenidas. Sonora y Baja California son los estados con la mayor tasa de mujeres en prisión, con 37 por cada cien mil habitantes. La mayoría están privadas de la libertad sin una sentencia y dentro de los centros penitenciarios enfrentan reiteradas violaciones a sus derechos humanos.

En esta la jornada académica, cuya conferencia magistral corrió a cargo de la doctora Claudia Pecorella, académica e investigadora de la Universidad de Milán-Bicocca, se señaló que no hay una perspectiva de género en las penitenciarías. “las prisiones en realidad no son lugares adaptados a las mujeres, generalmente son cárceles hechas para hombres y que posteriormente las mujeres tienen que poblar de manera artificial y lejos de sus lugares de origen, principalmente se encuentran en las grandes ciudades. Esto se explica porque los índices de criminalidad en las mujeres eran muy bajos; sin embargo, desde el 2000 al 2022 los datos sugieren que el porcentaje de mujeres en la cárcel aumentó hasta un 100 por ciento”, señala Polo Velázquez.

La niñez sufre daño colateral

Lo anterior representa una sobrepoblación y una variable de maternidad que también se involucra.  La psicóloga y antropóloga explica que las cárceles no están adaptadas para que los niños vivan con sus mamás con una calidad de vida mínima. Esto es desde la parte estructural y física, pero por otro lado generalmente las mujeres en prisión están aquí por delitos menores o menos graves, delitos a la salud, robos menores, vinculados a prostitución, muchas veces se purgan condenas que no ameritan la prisión y que podríamos pensar en opciones diferentes al modelo punitivo que tenemos actualmente.

Por otro lado, las mujeres también sufren de un doble abandono. “Al entrar a la cárcel generalmente son abandonadas por sus familias porque ya no cumplen las funciones estereotípicas de madre y esposa; esto también genera problemas para su calidad de vida, su vinculación y posibilidades de reinserción”, añade la especialista.

En este sentido, todos los programas de reinserción en realidad no están vinculados con las posibilidades que tienen para adquirir un trabajo cuando salen, generalmente las actividades están vinculadas nuevamente al estereotipo femenino de las manualidades, repostería, que pueden ser útiles mientras están en la cárcel, pero cuando salen no son elementos que sirvan necesariamente para un trabajo remunerado y bien pagado.

Aunado a estas dificultades, muchas de las mujeres que entran a la cárcel tienen historias previas de mucha violencia desde niñas, en muchos de los casos los delitos están asociados a que ellas son cómplices de un hombre o están en el momento menos adecuado junto con sus parejas cuando éstas cometen un delito, con ello prácticamente caen en la cárcel por estar vinculadas a las personas equivocadas y enfrenta incluso sentencias más severas.

Esta serie de elementos y otros más, en conjunto muestran que aparte de las violaciones a derechos humanos por la falta de procesos justos que les ayuden a tener una sentencia menor, están abandonadas, sin dinero para pagar abogados y sin familia, esto genera vulnerabilidad total.

¿Cómo responder a esta problemática?

La académica Polo Velázquez asegura que hoy requerimos de recursos humanos, metodologías y trabajo conjunto para mejorar esta situación que no sólo tienen que ver con ideologías sino con procesos de reinserción más creativos; dejar los modelos punitivos que, entre comillas, en muchas ocasiones es más cómodo, pues hablar de procesos de reinserción es hablar de dedicación, recursos y profesionalización.

Dentro de las conclusiones generadas en esta cátedra se determinó que es importante no ser indiferente al tema, tenemos que estar informados como sociedad de que esto pasa, las condiciones que se están viviendo y los derechos que se están vulnerando. Por otro lado, que las mujeres estén en estas condiciones es un síntoma de una sociedad que está generando que aumente la criminalidad femenina.

Es importante entender qué estamos haciendo con las mujeres desde pequeñas, pues está documentado que la mayor parte de las mujeres privadas de su libertad ha sido porque fueron víctimas de abuso desde niñas o en ambientes muy tóxicos como familias de delincuentes donde se forja una conducta psicopática o criminal. Desde la sociedad ¿qué estamos haciendo para que lleguen a esos límites las mujeres? Ese es uno de los elementos fundamentales, dijo la psicóloga y doctora en Educación.

Por último, como universidades y ONG´s que están trabajando el tema, queda presionar para dar evidencia de que estas cosas pasan y se generen cambios en las políticas públicas, “porque la indiferencia y el silencio es lo que hacen que permanezcan”. La especialista concluye que lo más importante es no caer en la desesperanza, “tenemos que buscar la manera de incidir, visibilizar y poner en la mesa lo que vive un sector de las mujeres, con alternativas creativas y tomando en cuenta la condición y mirar con los ojos de estas mujeres, acercarnos y escucharlas, darles voz es muy importante”, concluyó.

Exposición en el Museo Memoria y Tolerancia

Mujeres en prisión: fuerza y voluntad

El Museo Memoria y Tolerancia (MMyT) inauguró este 7 de marzo la exposición temporal Mujeres en prisión: fortaleza y voluntad. El propósito es cambiar la indiferencia por acciones y destacar la importancia de la reinserción social.

La iniciativa denominada Fundación Plan B, busca a través de la Videoacademia Penitenciaria de México, ofrecer diversas herramientas de contenido, información, conocimiento y capacitación, proporcionando mejores oportunidades a las mujeres tras su liberación. Se trata de la primera escuela en línea de su tipo surgida en la cárcel femenil de Almoloya de Juárez, Santiaguito, liderada por Tania Ortiz Monasterio y Vanessa Coppel.

"Esta muestra es un llamado a la empatía. Las mujeres en prisión en nuestro país merecen atención y apoyo en sus procesos hacia la libertad. Las oportunidades de integración y éxito que brinda la Videoacademia Penitenciaria y Plan B son un ejercicio de humanidad que debe replicarse y extenderse a las prisiones que aún no se suman”, expuso Linda Atach, directora de Exposiciones Temporales del MMyT.

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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