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Reflexiones sobre un arte globalizado
El crítico y curador independiente Gerardo Mosquera compartió su visión sobre el arte y la globalización dentro del Foro de Empresas Culturales y Creativas organizado en Xalapa por el Instituto Veracruzano de la Cultura.
El curador y crítico de arte Gerardo Mosquera (La Habana, Cuba, 1945) presentó en la ciudad de Xalapa, Veracruz, una ponencia magistral con el nombre de Arte, globalización y culturas, donde cuestionó frente a un auditorio lleno la modernidad y su influencia en la manera de hablar sobre arte contemporáneo.
En primera instancia, Mosquera habló sobre el desplazamiento de la mirada. Tomando como ejemplo una conocida foto de Juan Downey, Yanomami, donde se observa a un indígena del Amazonas toma por primera vez una cámara de video y apunta hacia el mundo, el curador explica que ahora quien observa a través del lente es quien era en un primer momento el modelo, y de pronto se convierte en un sujeto activo.
"No obstante, sólo conocemos esta foto tomada por Juan Downey, no la foto de Downey, de nosotros, tomada por el Yanomami anónimo. El otro, filmándonos, continúa siendo una representación desde el 'yo central', y no implica una circulación plural de las miradas y las representaciones", sentencia Mosquera.
Este primer ejemplo funciona para plantear cómo la función del arte y sus diferentes actores trabajan de distinta manera dependiendo de la posición donde se encuentre cada uno de ellos. Esta situación es cultural, pero también de poder.
"Las relaciones entre arte contemporáneo, cultura e internacionalización se han revolucionado en los últimos 15 años", explica Mosquera, quien fue uno de los organizadores de la primer bienal de La Habana en 1984. Los manifiestos ya son cosa del pasado, al igual que los "establishments" centralizados. El arte ahora tiene como uno de sus ejes rectores la práctica internacional.
La internacionalización del arte contemporáneo implica a nuevos actores que antes no existían o que tenían un alcance apenas local. Tal es el caso de los "artistas surglobales", provenientes de Oriente Medio, Asia Central o del Pacífico que dieron un brinco del arte tradicional o el realismo socialista a los nuevos lenguajes, saltándose el periodo que se podría denominar arte moderno.
Algunos de estos casos se pueden explicar con los creadores que aprendieron del arte contemporáneo por medio de las nuevas tecnologías y el internet. "Estamos hablando de una buena parte del mundo, como es China", puntualiza Gerardo Mosquera, en relación al impacto que tiene el arte chino en la actualidad. "Considero de la mayor importancia esta expansión y mundialización de la práctica del arte contemporáneo".
La globalización del arte
El cambio en la manera de producir, presentar, consumir y socializar el arte a partir de la globalización de la información ha iniciado negociaciones culturales. Según Mosquera, la tendencia continuará en dos direcciones: "Por un lado contribuirá al desarrollo de escenas artísticas globalizadas junto con la actividad de sujetos artísticos y culturales emergentes por todo el mundo". La otra dirección a seguir es la "estimulación de energía que está produciendo arte contemporáneo en estas áreas donde no existía".
La creación local es el resultado de acciones personales y que responden a una subjetividad del artista frente a sus contextos específicos y cómo estos impactan en su obra, pero es imposible pensar que viven en un aislamiento tal que no puedan acceder a referentes bien conocidos, gracias al acceso a las piezas del "arte hegemónico" por medio de una pantalla.
"(Los artistas surglobales) a veces se mueven dentro, fuera o alrededor de espacios locales, regionales y globales", dice Mosquera, y aclara que esto puede generar fricciones, concesiones y desigualdades que van acompañados de una reafirmación de las estructuras de poder que siguen vigentes desde el colonialismo y las desigualdades sociales y económicas en las que se encuentran.
El papel de los curadores
El mundo del arte ha cambiado significativamente en las últimas 3 décadas. En segunda Bienal de La Habana se realizó la primera exposición global de arte contemporáneo en la historia. En este evento se exhibieron 2,400 obras de 690 artistas, representando a 57 países. Este parte aguas fue la inauguración de una nueva era de internacionalización del arte como lo conocemos hoy, rompiendo con la hegemonía de la creación y la exposición occidental.
El rol que juegan los curadores en este tipo de eventos comienza con la investigación. En el caso de la primera Bienal de La Habana, dos años previos al ejemplo anteriormente expresado, apenas el 5% de los artistas que participaron precedían de países fuera de Europa, Australia y América del norte. Así pues, quedó en manos de quienes seleccionan las obras participantes el incluir el trabajo de creadores surglobales .
El mundo quedaba excluido; la circulación y producción artística se encontraban tan centralizadas como segregadas. A partir de entonces, como parte de los procesos de globalización, pero también de la nueva acción de artistas, curadores e instituciones periféricas, la situación fue cambiando , explica Mosquera. A partir de este cambio de paradigma, las bienales se han salido del circuito centralizado y nacieron propuestas en lugares antes impensables, como la de Estambul en Turquía, Guangzhou en China o la de Mercosur en Suramérica.
El ingrediente extra, la tecnología
En entrevista para El Economista, Gerardo Mosquera nos contó que el arte ha tenido un proceso de especialización, que responde a la naturaleza de toda actividad humana. Todos los procesos económicos, culturales y sociales que caben en el término globalización hablan de una mayor difusión y la generación de nuevos públicos , explica.
Los procesos se han acelerado gracias a la aparición de tecnologías de comunicación masivas, incluido el internet. Hay una nueva generación de personas que acceden a la cultura de una manera internacional e inmediata. Esto genera una contradicción entre la disminución del público del arte debido a su especialización y por otro lado la bastedad de la circulación (de la producción artística) .
La solución entonces, propone Mosquera, es la educación. Desde la edad temprana se deben desarrollar los factores creativos y sensibles de los niños , dice. La verdadera democratización del arte llegará entonces al momento de impartir conocimientos y herramientas que generen una comprensión natural del arte y la cantidad de reflexiones que se pueden crear a partir de él.