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Revisan polifonía en la música prehispánica
La existencia de la música prehispánica se fundamenta en la evidencia arqueológica de instrumentos utilizados por antiguas culturas, pero también en el uso de diversas escalas tonales.
La existencia de la música prehispánica se fundamenta en la evidencia arqueológica de instrumentos utilizados por antiguas culturas, pero también en el uso de diversas escalas tonales y no sólo la pentatónica (de cinco tonos) que, podemos afirmar, los antiguos pobladores de México conocieron y aplicaron , destacó el investigador Felipe Flores Gamboa, quien participará en el ciclo Conversaciones Musicales, organizado por la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Con el título ¿Existe la música prehispánica?, el viernes 28 de junio se llevará a cabo la tercera sesión de dicha actividad, donde también participará el especialista Alfonso García Garibay, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y el grupo musical Texkayólotl.
Flores Gamboa, investigador de la Fonoteca del INAH, explicó que con un rango de antigüedad que va de 3,500 a.C. hasta varios decenios después de la Conquista, los instrumentos prehispánicos que se conocen y que se conservan como piezas de museo pertenecieron a las culturas maya, mixteca, zapoteca, purépecha, olmeca, totonaca, mexica y antiguos grupos del noroeste.
El especialista argumentó que la música prehispánica no era sólo pentatónica (escala musical de cinco tonos con ausencia de semitonos), como se creía hasta hace algunos años, pues actualmente sabemos que manejaban una escala diatónica, la polifonía y microtonía, lo cual comprendía distintas familias de instrumentos; tenían la flauta transversal y diferentes cuerdas e intuyeron conceptos como el ruido rosa (que desciende 3 decibeles por octava) .
A partir de la arqueología y etnomusicología, explicó, ahora es posible conocer la sonoridad de instrumentos tan variados como silbatos, ocarinas, flautas, huéhuetl, palo de lluvia, caracoles, teponaztli, corta vientos, ollas y marimba de piedra, entre otros.
Felipe Flores comentó que, aunque no es posible saber exactamente cómo sonó la música prehispánica, a partir de investigaciones de etnomusicología se ha podido intuir su sonoridad gracias a las expresiones autóctonas, las cuales han sobrevivido por cerca de 500 años, como parte de algunas festividades y ritos de Oaxaca, del Totonacapan y de la península de Yucatán. Así como han persistido la lengua y los usos y costumbres de nuestros pueblos indígenas, también ha perdurado la música, pero mezclada con la cultura occidental , refirió.
Ejemplificó que en la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología hay una flauta triple de barro, que emite tonos y semitonos.
También los arqueólogos hallaron en Veracruz otro instrumento de este tipo, de filiación totonaca y que data del periodo Clásico Superior (entre 500 y 800 d.C.), el cual, en lugar de agujeros para obturarse y tocar un tono específico, tiene un émbolo dentro, lo que permite tocar cromatismos o glissandos.
En el vasto universo de los instrumentos prehispánicos hay flautas de carrizo (ácatl, en náhuatl), que en vez de agujero, tienen ranuras o canales, lo que permite el microtonalismo (que utiliza intervalos musicales menores que un semitono). Cabe destacar que en la música occidental, Julián Carrillo, a finales del siglo XIX, propuso la utilización de microtonos .