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Sac Actun: una caja negra que guarda la historia profunda
La cueva sumergida más grande de la Tierra que busca ser declarada, junto con el Gran Acuífero Maya, Bien Mixto ante la Unesco y Área Natural Protegida en México, para tener más recursos para investigación y conservación, revela el arqueólogo Guillermo de Anda.
![Exploradores junto a una mandíbula de gonfoterio. Foto: Kadu Pinheiro GAM-INAH.](https://imagenes.eleconomista.com.mx/files/image_768_768/uploads/2018/02/19/66e8320fabb42.jpeg)
Exploradores junto a una mandíbula de gonfoterio. Foto: Kadu Pinheiro GAM-INAH.
Nada más espectacular que viajar por los pasajes laberínticos de un planeta que palpita en las entrañas de la Tierra. Un mundo paralelo al que habitamos, sumergido prácticamente a flor de tierra, muy cerca de las paradisíacas playas del Caribe mexicano, y descubrir allí rastros del Pleistoceno, evidencia de las primeras poblaciones americanas, y vestigios de la civilización que edificaron los mayas en esas tierras, en la península de Yucatán.
La emoción del arquéologo Guillermo de Anda Alanís se desborda cuando nos platica del que podría ser ya, y apenas estamos en febrero, el gran acontecimiento subacuático del 2018: la conexión de dos de los sistemas de cuevas inundadas más grandes de la Tierra, localizada en los primeros días de enero, que dan lugar a la caverna inundada más grande del mundo y configuran el sitio arqueológico bajo el agua más extenso y rico de que se tenga registro hasta el momento.
Es Sac Actun, un sistema de cuevas subacuáticas ubicado al noreste de Tulum, Quintana Roo, que ahora conectado con el sistema Dos Ojos suma 347 kilómetros de extensión y forma parte de lo que los especialistas han denominado Gran Acuífero Maya, junto con otros cuerpos de agua gigantescos conocidos como Ox Bel Ha y Kook Baal, que en conjunto suman 710 kilómetros. Localizar sus conexiones representa el reto siguiente para el grupo de arqueólogos y espeleólogos que conforman el equipo de exploración e investigación.
De acuerdo con los datos del Quintana Roo Speleological Survey, una base de datos con mapas detallados de estos complejos sistemas, una herramienta valiosa para entender y proteger el acuífero, creada por los exploradores pioneros Bil Phillips y James Coke, tan sólo en el norte de Quintana Roo hay 358 sistemas de cuevas sumergidas que suman cerca de 1,400 km de pasajes inundados que alcanzan hasta 72 metros de profundidad. Una especie de caja negra que guarda la historia más remota y profunda de nuestro continente.
De Anda Alanís, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y director del proyecto Gran Acuífero Maya, refiere la importancia de este sistema de cuevas, en principio, como el reservorio de agua dulce más grande de México, abrigo de una gran biodiversidad que depende de este ecosistema conformado de cuevas y cenotes, que cada año atrae exploradores subacuáticos de diversas latitudes, que llegan con el propósito de recorrer las entrañas de este universo.
Por otra parte, el gigantesco acuífero ofrece a la ciencia más de un centenar de contextos arqueológicos en los que yace evidencia de los primeros pobladores de América, restos de megafauna pleistocénica extinta y, por supuesto, el rastro cultural que dejó la civilización maya primigenia, asegura Guillermo de Anda, explorador certificado por la National Geographic Society.
Por estas razones, el Gran Acuífero Maya representa un reto mayúsculo, no sólo porque se trata de un laboratorio de grandes dimensiones muy difícil de abarcar en su totalidad, sino porque en sus entrañas yace la impronta que dejaron poblaciones tempranas del continente, que se remontan a más de 12 mil años, cuyos datos aún por estudiar podrían conducir a nuevas revelaciones de la historia.
Pero también, porque se trata de un reserva natural de valor inestimable, que urge proteger y conservar. Por eso, el equipo que lidera Guillermo de Anda, en coordinación con las autoridades del INAH y otras instancias educativas y de gobierno, ha emprendido una cruzada, en principio para garantizar la salvaguardia de este bien natural, y han iniciado las gestiones para lograr que la reserva sea declarada Bien Mixto por la Unesco y Área Natural Protegida, destinada a la investigación.
Un búsqueda de 30 años
Pese a que la conexión entre Sac Actún y Dos Ojos fue localizada por un equipo de buzos especializados en cuevas, encabezado por Guillermo de Anda y Robert Schmittner, y en el que destacan Marty O Farrell, Jim Josiak y Sev Regehr, ellos no se cuelgan la medalla. Aclaran, en reconocimiento y respeto a los colegas que les antecedieron, que la unión de estos dos grandes cuerpos de aguas “se suponía desde hace por lo menos 30 años y fueron muchísimos los que intentaron hallarla, pero a pesar de que su búsqueda podría parecer infructuosa, es a prueba y error como se fue completando el mapa, y eso nos fue diciendo por dónde sí y por dónde no habría que buscar”, refiere de Anda.
“Robert Schmittner, quien posee una intuición genial, logró localizar la conexión, pero estuvo trabajando en ello desde hace 14 años, y de manera muy intensa durante el último año”, precisa el investigador del INAH.
En mayo del 2016, Guillermo de Anda concedió entrevista a El Economista y anunciaba el inicio de una etapa de investigación sistemática, multidisciplinar e interinstitucional del Gran Acuífero Maya; explicaba entonces que cada vez llegan más buzos, más turistas y más gente aficionada interesada en hacer descubrimientos en la Riviera Maya y en toda la península. Por ello urgía a establecer medidas para evitar la contaminación de esas aguas cristalinas, tan preciadas por exploradores y turistas de todo el mundo y señalaba la necesidad de concienciar sobre la importancia de esa información cultural de miles de años que guardan esas cuevas.
Fue la primera vez que se unían los equipos de varias instituciones, algunas llevan décadas explorando la zona, para emprender un estudio sistemático y conjuntar esfuerzos y saberes en torno a las cuevas y cenotes del noreste de la península. Encabeza el INAH, pero también se han sumado, la UNAM, el Instituto Aspen, la National Geographic Society, la Universidad Tecnológica de la Rivera Maya, el Instituto Tecnológico de Carrillo Puerto y, en una primera etapa, el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.
En esta aventura científica participan arqueólogos subacuáticos, arqueólogos, matemáticos, biólogos, oceanógrafos, antropólogos y exploradores profesionales.
El reto que viene
A pesar del empeño de algunas instituciones, como INAH y la Secretaría de Ecología de Yucatán, aún no hay un censo confiable de la realidad arqueológica dentro de los cenotes.
Guillermo de Anda habla de que por lo menos deben existir 6,000 cenotes en toda la península de Yucatán. De ese hipotético global, piensa que estén explorados por espeleólogos sólo 300, de los cuales hay mapas, coordenadas, medidas y características. Pero los investigados con protocolos científicos por la arqueología subacuática deben ser menos de 50, entre ellos Hoyo Negro, Valladolid, Holtún, Cenote Sagrado de Chichén Itzá y ahora Sac Actun.
“Así que la tarea es ardua”, comenta el arqueólogo, pero está convencido de que este acuífero es el mayor preservador de materiales arqueológicos que tenemos en México, pues advierte que no hay lugar en superficie que haya dado tanto o pueda tener tantas evidencias materiales y orgánicas juntas: ropa de antiguas poblaciones como ocurrió en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, ADN antiguo de un humano de más de 12,000 años, madera, restos de fauna extinta, restos humanos, fósiles, ofrendas prehispánicas, objetos coloniales, y todo en buen estado de preservación.
“Son verdaderos túneles del tiempo”, enfatiza Guillermo De Anda, “un patrimonio invaluable que debe estudiarse y preservarse; por ello, a la par de seguir avanzando en la conformación de cédulas técnicas, mapeos más precisos, exploración y registro con tecnología de punta que sea cada vez menos invasiva y más respetuosa de los contextos, tenemos que buscar mecanismos institucionales para su conservación y para destinar mayores recursos a la investigación, pero va ser tarea de varias generaciones”, asegura convencido.