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Arte e Ideas

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Stefan Brüggemann llevará su obra simbólica al Munal

El artista mexicano alista su serie Dos Líneas (Fe), con doce cuadros que plantean un contraste entre la simpleza de un símbolo tan universal, como una cruz, y la pintura sacra de la colección permanente del museo.

Con este simple gesto de dos líneas se desdobla una serie de preguntas y problemáticas muy complejas e incluso problemáticas. Pero me interesa instar a la reflexión según la interpretación individual, más que yo tenga que señalar y llegar a conclusiones personales”.

Stefan Brüggemann, artista plástico.

A partir del 1 de febrero y hasta el 26 de febrero, el público que visite el Museo Nacional de Arte (Munal) se encontrará con una desconcertante serie de obras del artista plástico mexicano Stefan Brüggemann (Ciudad de México, 1975) que contrastará en los pasillos y una sala del segundo piso de este histórico recinto de estilo ecléctico construido a principios del siglo XX.

Se trata de doce cuadros que Brüggemann trabajó ex profeso para el Munal, el cual es custodio en su colección permanente de uno de los acervos pictóricos más emblemáticos en México, con obras que van del siglo XVII al XX, entre ellas, portentosas joyas sacras novohispanas de artistas como Cristóbal de Villalpando, Andrés de Concha o Miguel Cabrera.

La serie lleva por título Dos Líneas (Fe), puesto que la gran mayoría de las obras que la integran son lienzos cubiertos en su totalidad con hoja de oro y, por encima, el artista pintó una sencilla cruz con aerosol.

Una cruz sobre dorado

En la sede de la Galería de Arte Mexicano (GAM) –que representa a Brüggemann– en la colonia San Miguel Chapultepec, las obras reposan recargadas sobre los muros listas para el embalaje. Ahí, el artista recibe a El Economista para conversar sobre esta especie de intervención, diálogo, contraste compositivo entre las complejas obras que preserva el Munal y su propuesta de minimalismo simbólico.

“Este símbolo (la cruz) ha sido omnipresente en la historia, más aún en la sociedad mexicana”, reflexiona el creador con una voz pasiva. “Pero, al mismo tiempo, es una referencia del acto de fe que se debe tener sobre el arte”, dice para referirse al valor moral, social e incluso monetario que se le confiere a un trabajo artístico y a su artista a partir de justificaciones muchas veces intangibles.

Brüggemann ha aficando gran pare su obra pictórica en el valor del texto sobre el lienzo, muchas veces en aerosol, algunas otras con letras de molde en vinil adheridas al cuadro, con palabras o frases que se superponen o bien se distribuyen sobre el lienzo, en tamaños definidos, para formar símbolos, como la cruz.

El artista ha explicado en otras ocasiones que muy temprano en su carrera comenzó a usar las palabras, un tanto inspirado en la manera de los artistas sacros de la Edad Media y de las distintas edades del barroco, quienes, por cierto, también usaban fondos, marcos y remates dorados en sus composiciones para consagrar la divinidad de sus personajes y pasajes.

Y es que, precisamente, de la serie que el creador alista para el Munal, destaca un óleo en donde, además de una cruz, Brüggemann escribió, a manera de un grafiti efímero: “Est autem fides credere quod nondum vides; cuius fidei merces est videre quod credis” (La fe es creer en lo que aún no ves, la recompensa de esa fe es ver que crees), una frase escrita por el teólogo San Agustín de Hipona en su Sermón XLIII.

“Para mí, esta frase de San Agustín es el hilo conductor o la reflexión sobre la obra que propongo. En la invitación para esta exposición yo tenía que reaccionar a la colección permanente del Munal y, en particular, me llamó la atención su acervo de arte novohispano. Por eso decidí trabajar con el símbolo, quería mostrar cómo un símbolo tan poderoso puede hacerse de una manera muy simple, muy minimalista: basta con un par de líneas que se cruzan. Pero también tiene que ver con la fe en sí misma, como fuerza creadora, porque a lo largo de mi trayectoria me he dado cuenta de que, de una manera poética, la fe es lo que mueve la creación, que nos permite seguir trabajando en un camino de mucha incertidumbre, como lo es la carrera de un artista”, detalla.

Los símbolos que nos rigen

“Me gusta jugar con la idea del poder del símbolo, es decir, en cómo los símbolos finalmente nos rigen de muchas maneras, no sólo el símbolo de la cruz sino, por ejemplo, el símbolo del dinero. Son omnipresentes”, reconoce.

A partir de esto, se pide su reflexión sobre el mercado del arte, un sistema regido precisamente por la simbología de la obra, pero también por las cifras, el precio y sus fluctuaciones según la visibilidad pública y global del artista. ¿Hay un riesgo latente de subyugación creativa por el mercado del arte?

El mercado ha servido para bien y para mal en el sentido de que, por un lado, ha generado una vía de comunicación. Es decir, en una transacción, el hecho de atesorar un bien al que se le da un valor le confiere un valor que se comunica (un acuerdo tácito). Por otro lado, ha generado ciertos vicios, por ejemplo, que la gente ya no aprecia el arte por sí mismo, sino que solamente escucha lo que cuesta”, concluye.

Dos líneas (Fe)

  • Stefan Büggermann
  • Museo Nacional de Arte
  • Del 1 de febrero al 26 de mayo

La inspiración japonesa

Stefan Brüggeman reconoce que otro punto fundamental de su visión de obra se consolidó a partir de un encuentro con la obra del artista japonés On Kawara, fallecido en 2014, en cuya obra imperaron los textos y los números.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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