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TLCAN/Cultura ¿Guajardo, guaje?
Sabe, pero no se pronuncia. Me quedó claro cuando era diputado. El legislador Ildefonso Guajardo me dio la bienvenida: Si me vienes a decir que una orquesta es negocio, no nos vamos a entender .
Sabe, pero no se pronuncia. Me quedó claro cuando era diputado. El legislador Ildefonso Guajardo me dio la bienvenida: Si me vienes a decir que una orquesta es negocio, no nos vamos a entender . No pasamos de un diálogo comprensivo. Al rayar el sexenio, se lo mencioné al secretario de Economía en un evento en Relaciones Exteriores.
Venían 20 años del inicio del TLCAN. Después de varias pujas, llegamos con Juan Carlos Baker, subsecretario de Comercio Exterior, en esos días director general. Les pusimos la mesa en un foro del GRECU de la UAM. Sabían, pero no se pronunciaron. Vino la negociación del TPP. Dialogamos con los funcionarios Roberto Zapata y Alberto Guadarrama. Lo mismo: hay un conjunto de intereses del sector cultural, son distintos como novedosos con relación a lo que se negoció en 1994, pero no se pueden pronunciar.
Una larga conversación con Salvador Behar, director general de Comercio Exterior, nos aleccionó de las variantes. De los límites y posibilidades en la renegociación del TLCAN. Hace semanas en la Casa Galván de nuestra universidad, al lado de Behar, una veintena de interesados confeccionamos un documento base (http://economiacultural.xoc.uam.mx). Queremos sitio en el cuarto de al lado . Y luego más allá: con mi colega, el cineasta Víctor Ugalde, propusimos comenzar aplicando aranceles a las importaciones de cinematografía norteamericana, como parte del paquete que la OMC dio a México por los maltratos en el comercio del atún. Saben, pero no se pronuncian.
Si el secretario entiende de orquestas, conoce el negocio de la música. Va a conciertos dentro y fuera del país. Acude al cine, unas más a Cinépolis que a Cinemex. Está suscrito a Netflix. En su casa tiene obras de arte, grabado, óleo y escultura. Recorre museos. Es fan de diseñadores de lentes. De trajes. Usa tableta para leer noticias, pero estima los diarios impresos. Carga con algún libro, prefiere Gandhi que Amazon. En sus viajes, nada como obsequiar artesanías. Por ello el turismo cultural no le es ajeno, como tampoco la emoción del Cirque du Soleil con el espectáculo Luzia. Celebra la gastronomía mexicana como bien patrimonial, mientras favorece numerosas franquicias de comida estadounidense. Guajardo sabe de cultura, pero no se pronuncia.
Pero ¿qué queremos escuchar, secretario? Que el gobierno reconoce que, tras un largo periplo histórico, el sector cultural es fundamental para el desarrollo del país. Que sus intereses son vitales para el aparato productivo, para la política económica. Que sus diferentes actividades son centrales para la soberanía nacional. De frente a una renegociación hay agenda, secretario Guajardo: cine y demás productos audiovisuales, radiodifusión, contenidos en telecomunicaciones, propiedad intelectual y derechos de autor, comercio electrónico, servicios por Internet, esquemas de tributación, movilidad de trabajadores de la cultura, pertinencia de fracciones arancelarias, industria editorial, etcétera. Sabe mucho, ¿por qué no se pronuncia?
Espero que no sea por subestimar el sector. Por pensar que en 23 años del TLCAN (y demás tratados) nuestras empresas culturales no alcanzan nivel de atención por parte de la Secretaría de Economía. Que en su pensamiento no esté que le son indiferentes a los comerciantes norteamericanos y canadienses. ¿Ya vio, secretario, las matrices arancelarias del Banco de México que indican el precario comercio cultural con Canadá contra las abrumadoras importaciones que hacemos de Estados Unidos? Después de tantos lustros, ¿será usted el que al fin reconocerá que es indispensable fijar una política económica para el sector cultural? Caray, secretario regio, no se haga guaje.