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Arte e Ideas

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UNAM reúne todos sus acervos arqueológicos en Tlatelolco

Durante la presentación de la colección, se declaró que se han identificado piezas “no originales” que, sin embargo, son relevantes dado que también arrojan detalles sobre por qué algunos estilos fueron copiados e insertados en el mercado en determinados momentos históricos.

Por primera vez en su historia, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reúne y resguarda sus principales acervos arqueológicos en un solo sitio, el Fondo Universitario de Arte de los Pueblos Originarios (FUAPO) con sede en el Centro de Interpretación Xaltilolli del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCU Tlatelolco), donde desde ya se da custodia, se abre paso a la investigación y se asume el compromiso para la difusión de esta colección de colecciones que suma un total de 15,550 piezas, en su mayoría arqueológicas y algunas novohispanas.

En las semanas recientes, varias diligencias llegaron al recinto en el corazón de Tlatelolco con cargamentos embalados que suman un total de 12,550 piezas que desde la década de los 60 del siglo pasado estaban bajo resguardo de la Dirección General de Artes Visuales de la UNAM.

Estas piezas se integran a los 3,000 objetos correspondientes a las colecciones Stavenhagen, Molina-López y Martínez de Hoyos. Las nuevas residentes provienen de los acervos de William Spratling, Mario Roch, Raúl Canffer Cardoso, Ricardo Getch, Luis Lindao y Donald Cordry, correspondientes a la zona maya, Oaxaca, la costa del Golfo, el occidente del país, el Bajío, el norte y el altiplano central.

La integración de este acervo de acervos, señaló Rosa Beltrán, coordinadora de Cultura UNAM, “es un hito para la arqueología en México y para la universidad” dado que, además, la gran mayoría no se ha exhibido al público.

Nuevas investigaciones

A esta presentación también acudieron Jacobo Dayán, director del CCU Tlatelolco; Lucía Sánchez de Bustamante, coordinadora del Xaltilolli; Alesha Mercado Besserer, subdirectora académica del CCU Tlatelolco, y Fernando Carrizosa Montfort, responsable de la sistematización de Acervos Arqueológicos de esta institución.

A pregunta expresa de este diario sobre las nuevas líneas de investigación en torno al mencionado acervo patrimonial de la UNAM, la arqueóloga y coordinadora del Xaltilolli explicó que ya no sólo se investiga la procedencia del objeto, sino que se indaga sobre la vida del mismo.

“Estamos trabajando con varios institutos de la universidad para recuperar la historia de las piezas, que no es solamente sobre su creación sino acerca de lo que vivió cada pieza (...) estamos desarrollando estudios de manufactura y materiales, también análisis estilísticos y hay algunas propuestas sobre el estudio de la autenticidad, porque en las colecciones no todos los objetos son originales y eso es algo de lo que no se habla mucho”, señaló.

Sobre esto último, la especialista abundó que se suelen encontrar “muy buenas copias de objetos, pero también hay creaciones que no tienen que ver con el pasado, y una forma de comprobar su procedencia es analizar el estilo que representan. Hemos detectado (a partir de los protocolos dictados por el INAH) que algunos objetos no cumplen con las características de los periodos que se les adjudican, por ejemplo, si no se usó el barro de la región o un pigmento que no existía en la época adjudicada”.

Tanto la especialista como Fernando Carrizosa Montfort confirmaron que sí se han identificado piezas “no originales” en el acervo, pero no especificaron la cantidad. “Es un número mínimo. Exactamente, no podemos decir cuántas porque estamos en ese proceso”, respondió Carrizosa.

A lo cual, Sánchez de Bustamante matizó: “independientemente de que sean originales o no, todas las piezas tienen un valor para la historia de la colección (...) porque nos pueden hablar de por qué en cierta época se copiaron los estilos, incluso al nivel del mercado del arte nos interesa averiguar por qué una pieza (no original) entró al mercado”.

La discusión global

Sobre el momento internacional en el que los países de los que se han extraído piezas patrimoniales y su exigencia de restitución, Lucía Sánchez de Bustamante comentó: “puede sonar contradictorio que hablemos de coleccionistas para formar estos acervos, pero el coleccionismo, que formó parte de la historia en el siglo XVIII y hasta la primera mitad del siglo XX, también nos permite conocer piezas que de otra manera no hubiéramos conocido. Nuestra labor es ayudar en eso, y obviamente no participar en la compra-venta de arte prehispánico”.

La exhibición de una parte de las piezas del acervo estará disponible hacia finales de julio próximo. La rotación de los objetos se realizará de manera anual. Sin embargo, se está trabajando en la digitalización de los elementos para generar un banco de datos en línea.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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