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Arte e Ideas

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Una colección de fantasmas

Héctor Aguilar Camín publica "Pasado pendiente y otras historias conversadas". En los 14 relatos que componen el libro escudriña el pasado y rescata múltiples historias surgidas de conversaciones.

En Pasado pendiente y otras historias conversadas (Seix Barral, 2010) Héctor Aguilar Camín (Chetumal, 1946) recupera el origen del acto narrativo: el arte de la conversación, la tradición oral.

En los 14 relatos que componen el libro, Aguilar Camín escudriña su pasado y rescata historias compartidas en distintos momentos con la familia y los amigos. En Pasado pendiente todo depende de las voces, de la manera en que se intercambian. En el género de la historia conversada hay poco espacio para la descripción de los personajes: se crean según la manera en que hablan.

A través de ese cúmulo de voces reúne sus obsesiones, pasiones intelectuales y experiencias vitales. Tienen cabida la literatura, la historia, el periodismo.

Este libro condensa la experiencia conversacional que ha regido su vida desde la infancia, cuando su madre –quien formulaba grandes frases de carácter epigramático– y su tía contaban episodios remotos en el tiempo en las sobremesas de su casa. Así, la conversación fue el modelo que convirtió en la esencia de los relatos.

En entrevista, el escritor abordó el origen del libro y sus obsesiones literarias.

¿Cómo relacionas el oficio de historiador con la recuperación del pasado personal, familiar?

La curiosidad del historiador empieza con la pregunta de dónde vengo . Uno comienza preguntándose por la familia, por la casa. En todas las familias hay novelas, historias pendientes. Las historias que cuento en Pasado pendiente se me fueron imponiendo. Eran dignas de ser contadas, respetando la forma en que fueron oídas. Conversar es el origen mítico y fundamental del hecho de narrar. Quise mantener la envoltura de la conversación para restituir el carácter un tanto casual e informal de las conversaciones. Se trata de que las historias te dejen entrar al secreto de alguien y de que muestren, posiblemente, un espejo de tus propios secretos.

Al narrar el pasado en las 14 historias pareciera que realizas un saldo de cuentas…

Absolutamente. Este libro es la acumulación de mis obsesiones; de todas las cosas que me han interesado como intelectual, escritor y persona; de los temas presentes en mis novelas, en mis artículos periodísticos, en mis reflexiones históricas. Los temas son diversos: la amistad, la historia familiar, el pueblo mítico de la infancia perdida, el alcohol, la mesa, el erotismo, los reinos perdidos, las promesas no realizadas, los amores, la imperfección de la historia en sentido trágico y a veces en sentido irónico y la imperfección moral del mundo.

Hay en tu libro una historia de fantasmas. ¿Cómo atañes el ejercicio de la memoria a la imagen del fantasma?

Estamos llenos de fantasmas. No somos en nuestra memoria sino una colección de fantasmas. Nuestra memoria es una colección de seres etéreos, algunos dibujados con precisión, otros desvanecidos, que sólo podemos recuperar mediante la palabra. Quizá no somos más que una caravana individual de fantasmas.

En Expediente del humo indicas que dejaste de fumar en 1981. ¿Cómo relacionabas el tabaco con el proceso creativo?

No podía imaginar la vida sin fumar. El cigarrillo se adhirió a mis hábitos de manera extraordinaria. No podía sentarme ante la máquina de escribir sin el cigarrillo.

En El resplandor de la madera hay un narrador omnisciente, en Pasado pendiente el narrador es un vehículo para que otros cuenten las historias. ¿Cómo fue el cambio del procedimiento narrativo?

Ambos libros comparten personajes y temas. En Pasado pendiente están las historias de los personajes a los que el narrador escucha. Hay una relación más horizontal. Invita a asistir a una conversación, a diferencia de El resplandor de la madera.

La melancolía subyace en los relatos. ¿Cómo fue el desarrollo de Pasado pendiente? ¿Fue planeado así desde el inicio?

Muy buena pregunta. Las emociones subyacentes son involuntarias. Son relatos que se fueron acumulando a lo largo de 20 años. Las cosas que comparten, como el tema de la melancolía, fueron desarrolladas sin planeación. A pesar de los distintos orígenes de los relatos, es verdad que hay temas comunes, como la mirada melancólica hacia el pasado, hacia algo que no tiene remedio, que tiene su propio resplandor. Las líneas subyacentes fueron impremeditadas. No hubo ninguna ingeniería artesanal para emparentarlas.

agarcia@eleconomista.com.mx

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