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Arte e Ideas

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Una irrepetible dosis de asombro

El poeta concibió un ensayo sobre cómo fue recibido y la trascendencia de Piedra de Sol, poema que Octavio Paz publicó en 1957.

Tal vez es por la relevancia social que han adquirido los poetas en la figura de Javier Sicilia la razón por la cual Octavio Paz sigue siendo la gran figura de las letras mexicanas o Piedra de Sol un poema clave en el inconsciente colectivo de los mexicanos; el hecho sorprendente es que el poeta, editor, novelista y ensayista Víctor Manuel Mendiola está prácticamente asediado por los medios para hablar de su libro El surrealismo de Piedra de Sol, entre peras y manzanas. Se trata de un ensayo sobre cómo fue recibido y la trascendencia de Piedra de Sol, poema que Octavio Paz publicó en 1957.

Llama mucho la atención en tu libro el gran recibimiento y difusión que se le dio en su época. Pareciera que ahora vivimos en un México muy distinto.

Lo que pasa es que no se ha repetido lo que sucedió con Piedra de Sol ni lo que sucedió con Muerte sin fin (de José Gorostiza). Esa sensación de que habían aparecido poemas insospechados no se ha dado otra vez de manera tan intensa. Han aparecido poemas muy buenos, pero no han despertado la misma inquietud ni la misma aceptación unánime. No se ha dado esa dosis de asombro. Creo que sucedió también con Suave patria.

¿Cabe la posibilidad de que se hayan producido grandes poemas y que no hayamos sido capaces de percibirlo o darlo a conocer? Lo digo por cosas como que las secciones de cultura de los diarios han ido disminuyendo.

Creo que después de Piedra de Sol surgió un gran poema que es Algo sobre la muerte del mayor Sabines (de Jaime Sabines) y creo que, siendo un poema muy distinto que ya pierde ciertos valores, es muy interesante; también Ruinas de la infame Babilonia de (Marco Antonio) Montes de Oca, Chetumal Bay Anthology (de Luis Miguel Aguilar) u Origami para un día de lluvia, de Manuel Ulacia, Tierra nativa, de José Luis Rivas. Entonces, hay un grupo de poemas largos que podrían ser comparados, no sé si de la comparación salgan disminuidos o no, pero no han unido a críticos y lectores.

¿Queda crítica poética?

Sí, sí hay, pero ha sufrido una distorsión porque en el crítico pesa mucho la amistad y tiende a defender al grupo en el que está y a sus amigos. Y eso es el suicidio del crítico, por muy bueno que sea.

¿Qué hace especiales a Piedra de Sol o Muerte sin fin?

Son poemas modernos, fragmentados, estás viendo a Elliot, a Pound a Apollinaire en ellos, asumidos con gran personalidad y originalidad, pero al mismo tiempo estás viendo lo opuesto: estás viendo a Sor Juana, a Góngora a Darío, entonces son textos muy contradictorios; para llegar a esa perfección de composición, están requiriendo no sólo de un alto nivel creativo, sino también de un gran domino del arte poético.

La pregunta es entonces: ¿la poesía que se hace actualmente tiene ese dominio?

Una buena parte lo ha perdido. Además, Paz y Gorostiza asumen ese gran arte poético en un mundo que lo rechaza porque el arte moderno es destructivo, prefiere el arte menor y democrático y esos poemas son totalmente elitistas, sólo los puede escribir alguien que tiene un oficio muy sofisticado, que domina todas los recursos, que dominan las claves de la poesía moderna, pero también de la decimonónica, de la barroca y la clásica.

¿Por qué de la enorme y magnífica producción de Octavio Paz tienes este interés especial por Piedra de Sol? ¿Cuál es tu relación con el poema?

En principio porque me marcó desde muy joven, pero ¿por qué me marcó? Porque es un gran poema que ha marcado a quien lo lee de verdad.

Uno puede no leer la Biblia, pero si lees el Antiguo Testamento de verdad te va a marcar, si no lo hace es porque no pudiste leerlo, pero si te sobrepones a tus limitaciones y lo lees, de verdad te marca. Sucede también con La Ilíada. Puede suceder que lo leas y no le des importancia, pero sería muy raro.

Muerte sin fin, que también te marca, tiene un lado metafísico interior que también tiene Piedra de Sol, pero éste además tiene un lado exterior, histórico. Está el muralismo y al mismo tiempo un intimismo. Y tiene una gran descripción de la experiencia amorosa.

Cuentas que Paz tomó distancia del poema y no hablaba de él…

Hubiera sido fascinante que hablara de él, que lo dimensionara, porque fue un poema que lo transformó.

Reflejó un momento maravilloso y muy problemático de su vida. Lo escribió entre los 41 y 43 años. Es cuando dejó de ser un socialista ortodoxo y se transformó en un socialista mucho más libre, es cuando pierde un amor (Elena Garro) y llega otro (Bona Tibertelli de Pisis). Es cuando ha sido transformado por su relación con Breton, pero es rechazado en México por haber sufrido la influencia del surrealismo; aunque su asimilación haya sido crítica, no se volvió un fanático.

Además de poeta y escritor en general, diriges la editorial El Tucán de Virginia. Cuéntame cómo sobrevive la editorial.

Ediciones El Tucán de Virginia no sobrevive. Existe porque lo que alienta al Tucán no es querer ser un empresa. Ha sido un defecto y una virtud. Lo que quiso ser desde el principio es un proceso de lectura y de búsqueda de la poesía moderna. Entonces eso ha hecho que sorteemos toda clase de dificultades y que publiquemos los libros que nos interesa publicar.

Con cada libro surgimos y en cierta forma morimos. Aunque hemos ido ganando una presencia permanente en las librerías.

Más que una editorial que quiere ganarse una presencia en el mercado, nos la queremos ganar entre los lectores, en especial los de poesía.

mlino@eleconomista.com.mx

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