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Urgen a replantear debate sobre alternativas al cigarrillo para salvar más vidas

El mensaje es claro “fumar es dañino para la salud y puede llevar a la muerte” y las personas no deberían hacerlo, pero si ya lo hacen, tenemos que hablar de alternativas menos dañinas. En cuanto a nuevos fumadores, el reto es que ya no existan, que un joven no comience a fumar, desincentivar su uso, expone Mitch Zeller, ex director del Centro de Productos de Tabaco de la FDA.

Washington DC.- En el marco de los 60 años desde la publicación del histórico informe del cirujano Luther Terry, sobre el vínculo inequívoco entre el tabaquismo y las enfermedades graves, mismo que fue considerado como el catalizador del movimiento moderno para el control del tabaco y que es el gran ejemplo de la importancia de la acción de salud pública basada en la ciencia, este 14 de mayo se llevó a cabo el octavo E-Cigarette Summit.

Esta cumbre sobre cigarrillos, lejos de promover estos productos busca facilitar el diálogo y un análisis reflexivo de la evidencia científica independiente para respaldar las decisiones políticas y regulatorias en todo el mundo. En aquel 1964 aún no se hablaba del papel de las alternativas no combustibles al cigarrillo, incluso apenas se analizaría el daño del cigarrillo, además no existía la tecnología para ello, hoy es una realidad que le toca discutir a los especialistas del presente.

¿A qué nos enfrentamos?

En el mundo el consumo del tabaco provoca más de 7 millones de muertes prematuras anuales, 600 mil de ellas es en fumadores pasivos. Al mismo tiempo, el tabaquismo es un factor de riesgo recurrente en 6 de las principales 8 causas de muerte a nivel global, y ocasiona 1 de cada 6 fallecimientos por enfermedades no transmisibles.

En América Latina hay 142 millones de personas que consumen tabaco y provoca un millón de muertes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública y sus últimos datos públicos, hay 15 millones de fumadores, de los cuales, 684 mil (5%) son adolescentes de 12 a 17 años, en contraste en países como Estados Unidos es menos del 1% para este último grupo.

Bajo este panorama podría parecer sencillo resolver con restricciones absolutas, sin embargo el problema es más complejo de lo que parece, pues involucra incluso a un mercado negro que se aprovecha de la desinformación y de personas que aún conociendo los daños, seguirán fumando. Por eso indiscutiblemente los especialistas coinciden “Tenemos que ser realistas, no idealistas”, ello implica hablar de los efectos reales de la nicotina, un producto adictivo sin duda, pero separarlo y explicar que el daño mayor de los cigarrillos es causado por la combustión (quemar tabaco), más que por la sustancia, implica regular un mercado para lograr el esperado descenso del problema, trabajar en la consciencia y no en la coerción de la sociedad, además de abordar de manera decidida las preocupaciones en torno a los nuevos fumadores, principalmente en menores.

El mensaje es claro “fumar es dañino para la salud y puede llevar a la muerte” y las personas no deberían hacerlo, pero si ya lo hacen, tenemos que hablar de alternativas menos dañinas. En cuanto a nuevos fumadores, el reto es que ya no existan, que un joven no comience a fumar, desincentivar su uso.

Reducir las enfermedades y muertes por tabaco

Para Mitch Zeller, ex director del Centro de Productos de Tabaco de la FDA, espacio que tiene como objetivo dar seguimiento a la Ley de Control del Tabaco y Prevención del Tabaquismo Familiar, ahora estamos en una posición en la que la nicotina puede llegar a los pulmones a través de la inhalación sin tener que quemar tabaco “y eso es enorme”, porque hoy también sabemos que la nicotina en estos productos no es la causante directamente del cáncer, la enfermedad pulmonar, ni la enfermedad cardíaca asociada con fumar. Por otro lado, asegura que debemos tener en cuenta las preocupaciones en ciertos sectores sobre el potencial de adicción a la nicotina y el siempre presente problema de los niños y jóvenes que se acercan al cigarrillo y sus alternativas.

El Centro que el doctor Zeller dirigió hasta 2022 está encargado de utilizar las herramientas de regulación de productos para reducir las enfermedades y muertes por consumo de tabaco, además de sacar a la luz información que antes no estaba disponible sobre los peligros y opciones. Bajo este conocimiento y asegurando estar en una posición más cómoda para hablar después de su jubilación, explica que la continuidad del riesgo es absolutamente real, pero también es cierto que hay formas más dañinas que otras para administrar nicotina al cuerpo, conforme a la evidencia científica “no hay duda de que el paquete hipotético de un fumador que cambia por completo a los cigarrillos electrónicos reducirá significativamente el riesgo de morir o contraer enfermedades”, pero también acepta que aún hay preguntas sin respuesta, por ejemplo, sobre el uso dual (fumar y usar cigarrillos electrónicos) y la reducción de daños.

Aclara también que aún estamos en un período de tiempo desconocido para lograr que los fumadores pasen definitivamente a productos menos dañinos y así poder tener la evidencia mucho más robusta, pero asegura que solo dejar en manos de la industria la responsabilidad de una explicación sobre el uso de la nicotina, la autorregulación, los beneficios y los riesgos de los productos, mientras las autoridades se mantienen al margen, es una mala idea.

“La realidad es que hay productos de cigarrillos electrónicos y sin humo calentados que han cumplido con los estándares apropiados para la protección de la salud pública y han obtenido la autorización de comercialización”, por ello desde su punto de vista, es ineludible que se requiere de un mercado debidamente regulado para ciertos productos de cigarrillos electrónicos, sin humo y calentados, incluso para los productos con sabor. También existe la realidad de que existe un grupo que puede necesitar seguir tomando estos productos menos dañinos durante un largo período de tiempo y posiblemente para siempre para evitar las recaídas.

Comparte que un error desde la ciencia es que la discusión nunca se centró en el beneficio de las alternativas, por ello las regulaciones actuales y el vox populi no superan los discursos de prohibición, tampoco han sido suficientes para evitar las decenas de demandas en contra de la FDA por haber regulado ciertos productos alternativos, por ejemplo.

Desde la libertad que hoy tiene para compartir su punto de vista, el doctor Zeller asegura que lo que debe terminar es la polarización del tema y analizar los matices. “El tema está dividido y cada vez más, tenemos críticas públicas persistentes a la Organización Mundial de la Salud y a los grupos financiados por Bloomberg Philanthropies, investigadores e individuos a favor de la reducción del tabaco, por otro lado, una fuerte resistencia a los enfoques de reducción de daños por parte de grupos de control del tabaco, salud pública y líderes de opinión”.

El especialista concluye que no debemos centrarnos en las estrategias finales y tampoco debemos comenzar por las áreas más polémicas. “La idea sería comenzar por el final para propósitos de diálogo, discusión y debate y luego volver a los temas que han dividido tanto el campo a nivel nacional y en el extranjero (…) Poder empatar las dos visiones en competencia sería declarar el éxito”. La elección de un mundo libre de productos de combustión, con el uso de productos de nicotina menos dañinos y la opción libre de productos de combustibles y nicotina. “El potencial de este enfoque es que evita comenzar en un lugar mucho más dividido donde simplemente estamos enfrentados y teniendo el mismo viejo debate sobre los pros y los contras de la reducción de daños”.

“Siete años después, sigo creyendo en el marco que Scott Gottlieb y yo anunciamos en 2017. Un mundo donde los niños no puedan volverse adictos a los productos combustibles y donde los adultos adictos tengan acceso a formas menos dañinas de nicotina y productos medicinales mejorados. Aunque creo que soy menos optimista basándome en algunos acontecimientos recientes. Sigo creyendo que ésta es una visión alcanzable y se salvarán innumerables vidas”.

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Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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