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Volver al físico para preservar el cine: GIFF
El rápido avance tecnológico amenaza la conservación del séptimo arte en formato digital; por ello, se está volviendo a almacenamiento físico para perdurar el material más allá de los 100 años.

Este año, el GIFF se convirtió en el primer encuentro en América Latina que incorporó una selección oficial para concurso de producciones de realidad virtual en 360 grados.
Pero una revisión de su acervo fílmico y la pérdida de mucho material digital producido por el festival por imprevistos de almacenaje inquietaron a sus autoridades. Y éstas reviraron su posición sobre el tema: el digital no es una garantía de preservación a plazos tan extensos como el de 100 años y volver al formato físico es la apuesta más segura.
En congruencia con ello, Sarah Hoch convocó a expertos en el tema: Héctor Ramírez Williams, subdirector de Acervo y Circuitos Culturales de Imcine; Amat Escalante, director de cine; Gabriel Elvira, representante de Labodigital (empresa encargada de la conversión de archivos fílmicos digitales a películas de 16 y 35 milímetros), y Jon Bauder, experto en almacenamiento fílmico de la empresa Seagate, quienes integraron el pánel “Resguardo del archivo fílmico”, que formó parte del programa del festival.
Revirar para preservar
“Siendo el festival que promovió en su momento que íbamos a aceptar todos los formatos, que enseñó a los cineastas a usar cámaras digitales, nos sentimos responsables de volver en este momento y decir: caray, el digital no es un archivo confiable e histórico”, reconoció Hoch durante el encuentro y agregó que la gran preocupación inició cuando notaron que mucho del material fílmico que el propio festival había producido carecía de una copia original y que los respaldos en los discos duros simplemente se habían esfumado.
“Los soportes digitales son inestables y tienen tales problemas que, desgraciadamente, hay películas que han desaparecido a muy pocos años de haber sido filmadas (...) Corremos un grave peligro de perder una parte importante del patrimonio fílmico”, advirtió Ramírez Williams.
El realizador Amat Escalante indicó que ha trabajado con la casa productora Mantarraya para poder recuperar el original de sus primeras películas, en particular Sangre, del 2005.
“No la hemos podido recuperar. Está en (los Estudios) Churubusco y, por razones de burocracia y por descuido de ambas partes, ha sido difícil, imposible, llevarla a Labodigital e iniciar un proceso de resguardo”.
Una solución a largo plazo
Gabriel Elvira declaró que la idea de preservar las cintas físicamente es que los cineastas tengan certeza de que existe una copia positiva a base de poliéster, un material que garantiza una longevidad muy superior a las películas antiguas a base de acetato. “Hemos trabajado (Labodigital) con la Filmoteca de la UNAM y con la Cineteca Nacional, tratando de recuperar todos estos materiales”, confirmó, y agregó que otro de los problemas que enfrenta el almacenamiento en formato digital es la constante migración de archivos para mantener el material vigente de acuerdo con las versiones tecnológicas.
“El 90 u 80% de la imagen del mundo se va a perder si no la guardamos de la manera correcta, que es en físico. Puedes guardar este formato físico en tu clóset; ahí va a estar perfectamente bien y en los próximos 100 años habrá alguien que lo pueda recuperar. No necesitamos ningún tipo de tecnología nueva que siempre está migrando”, recomendó.
John Bauder, por su parte, declaró que ve ambos formatos como una tecnología complementaria. “Necesitamos el almacenaje digital porque todo camina hacia allá, pero los cambios tecnológicos son impresionantemente rápidos. La tecnología digital te ahorra dinero y tiempo; sin embargo, si requieres tener una solución de almacenaje a largo plazo, requerimos de ambas. El avance de la tecnología es el propio enemigo de la tecnología, advirtió.
El pánel concluyó que es imprescindible que desde el momento de gestión de un proyecto cinematográfico los productores y realizadores tengan claridad sobre qué sucederá con esa cinta en plazos distintos como cinco, 20 o 100 años, sin que ésta pierda calidad y para que el público pueda seguirla apreciando.