Xanic Von Bertrab: una maratonista del buen periodismo

Xanic Von Bertrab es una de las grandes periodistas de México porque tiene la magia de encontrar grandes historias en sitios improbables. Hace 22 años, anticipó las explosiones que volaron el barrio de Analco de Guadalajara, el 22 de abril de 1992. En el diario Siglo 21 se convirtió en sabueso incansable a la busca de la pista que comprobara la responsabilidad de Pemex en esos hechos.

No encontró el eslabón perdido, pero descubrió el tipo de periodismo que quería hacer: investigaciones largas, relacionadas con grandes temas, muy al estilo estadounidense. Hizo reportajes memorables sobre el uso de plaguicidas prohibidos en la siembra de tabaco en Nayarit; el perfil de los presos inocentes en el penal de Puente Grande, y el mundo oculto detrás de los trenes de pasajeros a mediados de los años noventa.

Visión, olfato, integridad y sentido narrativo definen sus trabajos. Tiene una especie de fobia por los reportajes que requieren menos de un día para investigarse y publicarse. Es una maratonista del trabajo periodístico, capaz de trabajar seis meses en el seguimiento de una pista.

La historia de Wal Mart que le valió el Pulitzer es el producto de más de un año de trabajo del tipo que en México se desprecia: visitas cotidianas a archivos de ayuntamientos para revisar papeles; entrevistas con funcionarios de bajo rango y trabajo de verificación de datos que contrasta el decir de una gran corporación con sus prácticas en el terreno.

La celebración del triunfo de Xanic Von Bertrab en The New York Times tiene un lado oscuro: lamento que una periodista con su talento no haya encontrado las condiciones para florecer en México.

Xanic es una artesana discreta que tiene enormes dificultades para encajar en un medio donde el estrellato parece reservado a quienes tienen buena presencia frente a la cámara o la capacidad de redactar una columna todos los días.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx