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“Ya no se venden discos, pero hemos ganado en aprendizaje”

El pianista y director musical fue una de las estrellas invitadas en la reciente edición del Festival de Jazz de Polanco. Después de su participación, concedió una entrevista a este diario y estimó más ventajas que desventajas en la manera en la que ahora se consume la música.

Gabriel Hernández y su sexteto cerraron la primera jornada del Festival de Jazz de Polanco

Gabriel Hernández y su sexteto cerraron la primera jornada del Festival de Jazz de Polanco

En el jazz hay mucha gente que siempre ha tocado sin formación académica, pero que tiene una formación empírica y posee el don de la novedad desde el punto de vista intelectual. Ese es el valor del jazz”. 

Gabriel Hernández, pianista.

Hace un par de semanas, después de una demostración de oficio, instinto y vocación, el maestro cubano Gabriel Hernández y su sexteto cerraron la primera jornada del Festival de Jazz de Polanco con la siguiente frase: “la música es para todos y ésta es la manera de compartirla”, es decir, en vivo.

Después de su presentación, el jazzista concedió unos minutos a este diario para conversar sobre las cualidades del jazz y la manera de hacer música en una época donde ya no se venden discos.

Hernández anunció con toda generosidad que tenía tiempo para conversar, pero quizás no sería mucho, dado que en cualquier momento debería partir con rumbo a otra presentación esa misma noche, aunque se notaba agotado ya por aquella actuación en el Teatro Ángela Peralta, en Polanco. Había dado lo mejor de sí y sus músicos lo secundaron. Eso lo decían las palmas que lo arroparon al cierre de la jornada.

Entró al camerino, recargó la espalda en los barandales y abrió los brazos para también apoyarlos sobre las barras, agotado, pero dispuesto, como diciendo: venga, te atiendo, jovencito.

–Maestro, usted acaba de dar una clase de dirección de jazz en vivo. ¿Cuáles son las particularidades de este género que no tienen otros? Algo así se le preguntó.

“Lo principal del jazz es que se trata de una música que se está creando todo el tiempo. Así debe ser la formación del jazz, porque eso hace que el músico sepa arriesgar sin detenerse, que ese músico sepa estar en la búsqueda, día con día, de una voz propia. Y para eso nos nutrimos de otros músicos, de quienes escuchamos. Pero, realmente, a la hora de tocar tienes que sacar tu voz. Eso hace la diferencia, porque es un reto”.

Actor seguido, el maestro confesó que no son pocas las ocasiones en que se pone a pensar si, como un graduado de estilo clásico y, a su decir, “no es falsa modestia”, un destacado ejecutante de la música cubana, ¿por qué rayos no se dedicó a tocar ese género, que quizás le hubiera resultado más redituable? Y se responde:

“Pero es que el jazz tiene un rigor que me atrae. Ese rigor consiste en que cada músico con el que se comparte, aunque se toque lo mismo, cada uno te aporta y con cada uno siempre se va a tocar diferente, dependiendo con quienes te pongas a tocar, porque buscas otros caminos y eso hace que uno se sienta como viajando siempre a diferentes destinos, a diferentes planetas, por así decirlo. Esa es la grandeza de crear”.

–¿Por qué el jazz, más que otros géneros, es uno en el estudio y debe ser otro en vivo?

“Primero que nada, desde siempre, a la hora de grabar ha habido que tomar en cuenta muchas cosas, por ejemplo, que el tiempo de los solos no puede demorar tanto. Grabar te pone varias limitaciones, por así decirlo, pero si no las hubiera, los discos no hubieran sido un negocio”.

–Por cierto, ¿para usted ha cambiado la forma de concebir y grabar ahora que el consumo de la música es distinto al de hace un par de décadas?

“Una de las ventajas de las plataformas (streaming) es que puedes tener acceso a jazzistas de todas partes en un instante, desde un jazzista de Israel a uno de Cuba, cuando antes sólo podíamos conocer a músicos americanos. Ahora las agrupaciones son más ricas y todo el mundo aporta un poco de sus raíces, le aportan sus huellas digitales, y eso lo hace más rico. La tecnología ha permitido que el jazz haya crecido enormidades”.

–Pero ya no se venden discos como antes. ¿Sigue siendo redituable?

“Es cierto, ya no se venden discos, pero hemos ganado en aprendizaje. Como te decía, ahora es mucho más fácil escuchar el estilo de cualquiera en el mundo. Los jazzistas tenemos una posibilidad inmensa de documentación a la mano que antes no teníamos. Puedes anotarte de inmediato a una clase magistral o encontrar un documental sobre la historia de cualquier pianista”.

–Y en cuanto a retribución...

“Mira, si lo haces bien, el jazz se vende. De la música se puede vivir muy bien, sólo es que hay que estar en el camino, buscando cómo hacer llegar tu música a quienes les pueda interesar. Y ése es el reto, que tu música siempre pueda ser interesante”.

Varias entre géneros. El cierre de la primera jornada del decimosexto Festival de Jazz de Polanco estuvo a cargo del Gabriel Hernández Sexteto, que ofreció una clase magistral del jazz más acostumbrado, con sax, trompeta, piano, batería y contrabajo, pero también, en su segunda parte, rindió un homenaje a la música cubana, con varios de los mejores temas de compositores cubanos.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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