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El INAH confirma el hallazgo de un nuevo sitio arqueológico en la selva de Campeche

Con 16.6 kilómetros cuadrados de extensión, Valeriana, como se le ha denominado, sería un asentamiento del periodo Clásico maya (250-900 d.C.); investigadores del instituto y de diversas universidades de Estados Unidos pormenorizan su hallazgo en un artículo científico publicado por la revista Antiquity

Imagen LiDAR del sitio Valeriana, en el bloque 2.

Imagen LiDAR del sitio Valeriana, en el bloque 2.Foto: Especial (Antiquity, Cambridge University Press)

Un nuevo sitio arqueológico, el cual arroja luces en torno a la densidad poblacional del Campeche prehispánico y demuestra que aún existen áreas importantes por estudiar en el área maya de nuestro país, ha sido descubierto por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y académicos de las universidades estadounidenses de Tulane, del norte de Arizona y de Houston.

Denominado como Valeriana, debido su cercanía con una laguna de agua dulce que tiene dicho nombre, este asentamiento se extiende a lo largo de 16.6 kilómetros cuadrados, los cuales están ocupados por vestigios de infraestructura agrícola y estructuras propias de un sitio maya del periodo Clásico (250-900 d.C.).

Según se expone en un artículo científico publicado en la revista Antiquity, en Valeriana se han reconocido dos núcleos principales con arquitectura monumental. El mayor de ellos posee plazas cerradas, conectadas por una amplia calzada, edificios piramidales, un juego de pelota, un embalse formado por la represa de un arroyo y un conjunto arquitectónico del tipo conocido como Grupo E, el cual está asociado con la época preclásica e indicaría, por lo mismo, la existencia de una etapa fundacional anterior al año 150 de nuestra era.

De acuerdo con la directora del Centro INAH Campeche y coautora de la investigación, Adriana Velázquez Morlet, se trata de un estilo arquitectónico y una densidad urbanística similar a la registrada por expertos como Ivan Šprajc, en la zona de Chactún-Tamchén, aproximadamente a 20 kilómetros al suroeste.

Personal de esta representación del instituto se coordina para hacer un reconocimiento en campo del sitio, y establecer comunicación con las poblaciones locales para garantizar su conservación.

Sobre el proceso mediante cual se logró la ubicación de este contexto patrimonial, la arqueóloga refiere una cobertura con LiDAR -tecnología usada para mapear mediante impulsos láser y que permite cartografiar grandes extensiones de terreno-, realizada en 2013, con fines de monitoreo forestal; esto como parte de un proyecto conocido como Alianza M-REDD+, liderado por la organización The Nature Conservancy.

Del conjunto de datos obtenidos y puestos a disposición de los autores del artículo referido, para su estudio se seleccionaron 122 kilómetros cuadrados de cobertura LiDAR, dentro de los cuales fue posible identificar 6,479 estructuras, con una densidad de 52.9 elementos arquitectónicos por kilómetro cuadrado.

“Esta densidad es comparable con la de sitios mayas como Calakmul, Oxpemul y Becán”, refiere Velázquez Morlet.

Además de Valeriana, dos bloques más llamaron la atención de los especialistas: en el primero, cercano a la localidad de Xpujil y al renombrado sitio arqueológico Río Bec, se distinguen torres ornamentales propias de este estilo constructivo, un sistema de cuevas vinculado a un complejo arquitectónico y estructuras agrícolas, similares a las estudiadas por Dominique Michelet y Eva Lemonier.

El bloque restante correspondería a una población escasa y modesta, con casas dispersas, sin arquitectura monumental y con pocas obras dedicadas al almacenamiento de agua. El asentamiento incluye las llamadas 'estructuras anulares', comunes en la región Puuc, las cuales, de acuerdo con académicos como William Ringle, Tomás Gallareta e Ivan Šprajc, eran empleadas para la producción de cal.

“Investigaciones previas han mostrado que gran parte del actual estado de Campeche corresponde a un paisaje transformado por antiguos pobladores. Ahora, este estudio muestra que una región poco conocida era también un paisaje urbanizado, con alto grado de variabilidad a escala local, donde poblaciones rurales interactuaban con ciudades de mayor densidad”.

Así, se deberán priorizar, en el corto plazo, reconocimientos en campo que amplíen la información que se ha observado a partir de la tecnología LiDAR, con miras a definir las mejores estrategias para la investigación, conservación y divulgación de estos notables asentamientos mayas de la antigüedad, concluye la titular del INAH en la entidad.

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