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Tras Otis y John: Solastalgia y el costo emocional del cambio climático

Más allá de las pérdidas materiales que han dejado los huracanes Otis y John, también hay que tomar en cuenta la salud mental de los afectados.

Las catástrofes climáticas dejan en los sobrevivientes daños en su salud mental.Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Los huracanes Otis (2023) y John, del pasado 23 de septiembre, dejaron una huella imborrable en Guerrero, especialmente en Acapulco. Más allá de las pérdidas materiales, cuantificadas en miles de millones de pesos ¿qué sucede con sus habitantes? ¿Cómo manejar los efectos de la salud mental que deja el cambio climático? 

  • 2024: huracán John dejó pérdidas por 50,000 millones de pesos
  • 2023: huracán Otis dejó pérdidas por 16,000 millones de dólares (308 millones de pesos) 

"Lo material no es la única pérdida”

Alice Poma, investigadora titular de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, señala, en entrevista con El Economista, que los desastres naturales sucesivos generan un trauma que va más allá de lo material. “Hay que prestar atención a los impactos y efectos también emocionales, no sólo psicológicos del individuo, también sociales, porque, por ejemplo; muchas afectaciones o desastres uno tras otro también hace sentir a la gente más insegura”.

De acuerdo con la especialista, lo ideal es que el Estado brinde las alternativas para prevenir y luego superar los fenómenos climatológicos que cada vez son más intensos debido al cambio climático, el sentir de cada persona respecto a su vivencia es totalmente diferente, aunque también está la necesidad de reflexionar sobre alternativas colectivas.

En Acapulco ya son dos veces (que un huracán causó grandes daños) y van a ser más porque las costas son las zonas que serán más afectadas, pero en las ciudades también vamos a ser muy afectadas y afectados a nivel, por ejemplo, soberanía alimentaria, vamos a tener problemas y seguimos con esos niveles de sequía como pasó en la primavera; entonces, la idea es que sí hay trauma, pero más allá del trauma hay que pensar en el problema general”, indica Alice Poma.

“Solastalgia”, el otro sentimiento

Otro tipo de emoción es la Solastalgia, un término que hace referencia a una emoción que mezcla la nostalgia y dolor por un territorio: “Tú puedes vivir en Ciudad de México y sentir solastalgia si tienes, por ejemplo, muy buenos recuerdos de Acapulco; ves destrozada esa playa donde pasaste muy buenas vacaciones y entonces puedes sentir muchas emociones”, menciona la investigadora.

Entre las emociones por ese hecho están la tristeza, ansiedad, preocupación u otras más; sin embargo, no se tiene un trauma tal como el que padecen los habitantes de la zona que perdieron sus casas o seres queridos. Otro ejemplo es quienes viven en la misma ciudad, pero no pasaron por una situación idéntica:

"Una persona en Acapulco que vio su casa destrozada, inundada, que ha perdido todo, va a sentir ciertas emociones que no es lo mismo que siente la misma persona de Acapulco que tuvo la suerte de vivir en lo alto del cerro y no tuvo afectaciones, por ejemplo, materiales, pero igual les duele lo que pasó a su ciudad”, explica Poma. La clase de dolor no es de luto, pero sí tiene un vínculo hacia los afectos.

Huracanes y atenciones

De acuerdo con Greenpeace, “los huracanes son tormentas masivas que se arremolinan rápidamente alrededor de un centro de aire caliente”, y necesitan cuatro puntos para desarrollarse:

  1. Calor en la capa superior del océano
  2. Un alto grado de humedad en el aire
  3. Vientos favorables
  4. Rotación

No son un producto del cambio climático, pero éste es un factor importante que hizo que estos fenómenos climatológicos tuvieran cambios importantes, como el aumento en su intensidad hacia las categorías más altas (4 y 5), un elemento que se prevé siga creciendo por el calentamiento global.

Necesaria la atención mental ante desastres como Otis y John

Cuando el huracán Otis tocó las costas de Guerrero, lo hizo en la categoría 5 y “ha sido un ejemplo de los efectos que el cambio climático puede dar en nuestro país y que todas y todos tenemos que organizarnos y juntarnos para pensar cómo poder enfrentar esto”, refiere Alice. La categoría de John fue de 3, pero no por eso resultó menos destructivo, y también afectó otros estados como Oaxaca y Michoacán.

Que la temperatura en la superficie del océano siga acrecentándose sólo provoca más energía para que se formen con más fortaleza. A los efectos de estos fenómenos naturales, el Gobierno de México les hace frente por medio de programas para mitigar los daños; anteriormente por el desaparecido Fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), cuyos recursos fueron destinados para el Tren Maya.

El Fonden era un mecanismo financiero que operaba en el marco del Sistema Nacional de Protección Civil que buscaba mitigar las consecuencias de los fenómenos naturales, brindando ayuda para la reconstrucción de la infraestructura dañada y en otros rubros como la salud, turismo, energía, educación, desarrollo urbano y viviendas.

Actualmente se realiza un censo en las zonas para entregar directamente a las familias los recursos, así como la entrega de despensas y vales intercambiables por enseres domésticos, además de que cuerpos de seguridad como el Ejército y la Marina realizan labores importantes que van desde la evacuación hasta la limpieza en las demarcaciones.

Ni en el Fonden, ni en los censos se contempla atender la salud mental de los habitantes en esas regiones deterioradas; en cambio, organizaciones como Médicos Sin Fronteras, en un informe presentado el 22 de febrero de este año, señala que prestó ayuda a las personas perjudicadas por Otis, específicamente en los municipios de Acapulco y Coyuca de Benítez.

Nos acercamos a las autoridades de salud de ambos municipios y llegamos al acuerdo de brindar atención psicológica en algunos sitios donde acude la población a solicitar apoyo médico. Allí hacemos la detección de casos trabajamos de la mano con el sistema de referencia para poder atender a las personas que lo requieran, además de dar seguimiento para que puedan ser atendidas en otras instancias o espacios de salud”, contó en el sitio web de la organización, Betzaida López, gestora de actividades de salud mental de MSF en estos municipios.

Asimismo, señaló el vacío que hubo para atender la salud mental, sobre todo de forma inmediata, para casos de duelo por las pérdidas materiales y de familiares, siendo que hasta el 14 de febrero de este año dieron 140 consultas individuales, 27 pláticas grupales y 18 talleres de formación en Primeros Auxilios Psicológicos.

Lo que identificaron fue estrés postraumático y cuadros de ansiedad que se agravaron tras el paso de Otis. “En el circuito escolar los temas que se trabajan son: psicoeducación, resiliencia, estrategias de afrontamiento, cómo manejar los síntomas de ansiedad, entre otros”, se lee en el sitio web.

Cambio climático, ya no es futuro, es el presente

El cambio climático ya no es el futuro, es el presente que vivimos. Los huracanes, olas de calor y sequías serán constantes cada año, por eso es importante que dentro de la prevención se tome en cuenta la salud mental, y los medios de comunicación tienen un papel importante para divulgar este tipo de ayuda con la realidad que conlleva, consideró Alice Poma.

"Habría que hablar a la gente diciendo ‘mira, estamos en crisis climática, eso significa que esos eventos van a ser más intensos y más frecuentes’ y entonces tenemos que prepararnos’”, sugiere la integrante del Instituto de Investigación en Sociales, pero también menciona que la preparación no debe de ser sólo en lo material, sino también en la parte emocional.

Además, recomienda decir la verdad y explicar a la gente lo que sucede, pero con las alternativas de lo que se puede hacer, “toda la sociedad tenemos que enfrentar a esta crisis climática, no lo podemos hacer individualmente”, comenta Poma, y sugiere no victimizar a las poblaciones vulnerables, porque lo que se necesita es entender que algunos sectores de la sociedad se encuentran en esa situación por su contexto de vida.

"Sí hay que ser conscientes que el cambio climático no está afectando a todas y todos de la misma manera porque hay poblaciones más vulnerables, pero que también hay que entender que esas poblaciones son vulnerables no porque, digamos, sean víctimas en sí mismo, o sean débiles, o sean menos preparadas, sino porque el contexto social-cultural-económico ha llevado a esto”, describe Alice Pome.

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