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Capital Humano

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Precariedad laboral obstaculiza el balance vida-trabajo en México

La OIT midió por primera vez el equilibrio entre vida personal y laboral con los datos oficiales de tiempo invertido en el trabajo, pero también desde la perspectiva de los empleados. México encabeza la lista de naciones con resultados negativos en ambos casos.

Tener un balance vida-trabajo no es un asunto que solamente tenga que ver con el tiempo libre disponible, también implica tener las condiciones laborales y salariales adecuadas para poder lograr ese equilibrio. En México tal panorama no existe, al menos así lo considera el 69.1% de las personas con un empleo en el país.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) midió por primera vez este año el balance vida personal-laboral con los datos oficiales de la duración de las jornadas disponibles en cada país, pero incluyó además una visión denominada “subjetiva” con la opinión de los mismos trabajadores respecto a este tema.

“El análisis del balance y desbalance del tiempo de trabajo provee otra forma de explorar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. El desbalance trabajo-tiempo puede ser definido como la incongruencia entre las horas laborales reales de las personas y las horas que quisieran trabajar”, puntualiza el organismo.

De acuerdo con el informe Tiempo de trabajo y balance vida-trabajo en el mundo, los empleados mexicanos son los que más reprueban las condiciones laborales que tienen para cubrir sus necesidades, en un nivel de 69.1%, por arriba de lo registrado en países como Sudáfrica (68.2%) y Georgia (66.6%).

La sobrecarga laboral no es precisamente el problema en México desde esta perspectiva, pues nueve de cada 10 personas consultadas por la OIT afirman que desearían trabajar más horas para cubrir su necesidad de ingresos.

“La medición subjetiva refleja la preferencia por más, menos o las mismas horas de trabajo. Cuando la preferencia está explícitamente relacionada con un ajuste en el ingreso, la subocupación tiende a ser más alta y la sobreocupación más baja… Las tasas de la medición subjetiva de desbalance trabajo-tiempo son las más altas en los siguientes países: México, Sudáfrica, Georgia, Filipinas y Rusia”, se puntualiza en el reporte.

La perspectiva “objetiva” de la medición

El impacto de la pandemia de Covid-19 trajo a la mesa la necesidad –y la posibilidad– de replantear los esquemas laborales tradicionales para implementar fórmulas que permitan tener empleos que fomenten mayor flexibilidad y balance de vida, expresa la OIT.

Al analizar los datos oficiales de diferentes países, lo que denominó la “medición objetiva” del tema, el organismo encontró que México también está dentro del grupo de naciones que tiene un mayor desequilibrio laboral.

Ya sea porque hay quienes trabajan menos horas de las que necesitan o porque hay personas que tienen jornadas laborales superiores a las que marca la legislación, México está entre los países con mayor desbalance en el tiempo trabajado, en un nivel que abarca al 41.7% de la fuerza laboral, superado solamente por lo observado en Filipinas (43.2%) y por arriba del dato para Chile y Venezuela, ambos con 40.9 por ciento.

“En términos de países o regiones, los altos o bajos niveles de desequilibrio son impulsados por diversos factores. Las tasas más altas de desbalance fueron encontradas en Filipinas, México, Chile y Venezuela”, señala el organismo. En los cuatro países mencionados, este fenómeno es producido en mayor grado por la cantidad de personas que tienen jornadas laborales excesivas.

Por su parte, las naciones con los niveles más bajos de desbalance entre su fuerza laboral son Croacia (11.0%), Austria (14.2%) y Hungría (14.2%).

A decir de la OIT, “la reducción de las horas de trabajo y la organización más flexible del tiempo de trabajo pueden beneficiar a las economías, las empresas y los trabajadores, y sientan las bases para un mejor y más saludable equilibrio entre el trabajo y la vida privada”.

Los datos proporcionados por el estudio reflejan que más de una tercera parte de la fuerza laboral a nivel global trabaja más de 48 horas a la semana, mientras que una quinta parte está subocupada, es decir, trabaja menos de 35 horas semanales, esto afecta en mayor medida a quienes están en la economía informal.

Para el caso de México, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) refleja que, del total de la fuerza laboral, el 24.0% trabaja más de 48 horas semanales, es decir 14.2 millones de personas. En tanto, 8.4% está en subocupación, lo que equivale a 4.9 millones de personas. En suma, ambas mediciones abarcan en conjunto a uno de cada tres trabajadores en el país.

Entre las alternativas de flexibilidad en el empleo, la OIT destaca la importancia que ganó el teletrabajo en los últimos años a raíz del impacto de la pandemia, figura que “cambió la naturaleza del empleo, y probablemente lo hará más en un futuro previsible”.

Sin embargo, ésta no es la única alternativa para flexibilizar el mercado laboral e impulsar un mejor balance vida-trabajo. Para quienes no pueden realizar sus labores de forma remota, el organismo pone sobre la mesa opciones como los sistemas de trabajo por turnos, horarios comprimidos y horas anuales promedio.

Ofrecer más flexibilidad y autonomía a los empleados para decidir cómo, dónde y cuándo llevar a cabo su trabajo no sólo beneficia a las personas, también puede mejorar la productividad general en las empresas. Por el contrario, no hacerlo puede acarrear costos importantes, como los provocados por la rotación de personal, se advierte en el estudio.

“Este estudio muestra que si aplicamos algunas de las lecciones aprendidas durante la crisis de la Covid-19 y analizamos atentamente la manera en que las horas de trabajo están estructuradas, así como su duración promedio, podemos crear una situación que beneficie a todos, mejorando tanto el rendimiento de las empresas como el equilibrio entre la vida laboral y familiar”, destacó Jon Messenger, uno de los principales autores del informe.

Periodista. Actualmente es el editor de El Economista online. Entre 2019 y 2023 coordinó Capital Humano en sus versiones en línea e impresa. Tiene una especialización en periodismo de finanzas y negocios, y en periodismo de datos. Coconductor del podcast Coffee Break.

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