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América avanza mientras Romano se lamenta

América sufrió de más y pese a que perdió 1-2 la vuelta ante un Morelia que tuvo para eliminarlo, el global de 3-2 a su favor le dio el pase a las semifinales.

Rubén Omar Romano apareció en cuclillas al filo de su área técnica, con la mirada clavada en el suelo, conteniendo los nervios, incrédulo de la falla que Carlos Ochoa acababa de cometer y que hubiera significado un categórico pase a semifinales. Al final el entrenador argentino del Morelia se fue lleno de frustración, porque a pesar de la victoria 2-1 (3-2 global a favor de las Águilas) su equipo, quizá sin merecerlo, se quedó fuera de la pelea por el campeonato.

Apenas siete minutos después de la garrafal falla de su delantero, Rubén abandonó la cancha a pasos lentos, con el rostro descompuesto, siempre con la mirada clavada en la portería en la que Ochoa pudo convertirse en el héroe y encaminar a sus compañeros a una remontada memorable.

Pero no. El delantero falló e hizo inútiles los esfuerzos de Joao Rojas y Miguel Sabah, anotadores por parte de Monarcas, y de su entrenador, que hoy le ganó la partida a su amigo Miguel Herrera, entrenador que a nada estuvo de ser eliminado y que jamás pudo responder a la estrategia del técnico de Monarcas. Y es que hoy el Piojo apenas pudo festejar el tanto de Raúl Jiménez que dio un efímero empate en el marcador, para luego sólo estar destinado a sufrir.

Romano se fue al vestuario sin ganas de llegar al mismo, siempre con la mano en su rostro totalmente descompuesto, abrazado por Miguel Herrera, quien lo dejó al filo del túnel que lleva a los camerinos, congelado, como una estatua, mirando aquella lejana portería en la que inexplicablemente la pelota no quiso entrar y darles el pase a semifinales.

RDS

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