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Carlos Vela encuentra el perdón

Tres veces se negó a venir con el tri; se le criticó. En el Estadio Azteca marcó un gol de buena manufactura para encaminar a la selección mexicana hacia el mundial de rusia 2018.

Cuando el sonido local emitió el nombre de Carlos Vela, las gargantas de los 80,000 aficionados mexicanos en el Estadio Azteca emitieron la sentencia absolutoria para el delantero mexicano.

Atrás quedaron las negativas durante tres años del futbolista para vestir la playera de la Selección Mexicana, los desplantes y desgano del atacante que desde los 16 años vive fuera de México, cuando aceptó la oferta de Arsenal para terminar su preparación como jugador, y que, aunque ya había regresado con el equipo nacional e incluso había anotado gol, todo fue felicidad entre la afición y el jugador.

Un gol de Vela empató el partido entre México y Estados Unidos, que se había adelantado apenas a los cinco minutos con un disparo de larga distancia de Michael Bradley.

La clasificación al mundial de Rusia 2018 tendrá que esperar para la Selección Mexicana, aunque el equipo de Juan Carlos Osorio ya se encamina con un paso sin derrota en el hexagonal final de la Concacaf.

¿Por qué se perdona al futbolista que en tres ocasiones se negó a vestir la playera de la Selección Mexicana?

Durante la semana, Vela reapareció en una conferencia de prensa, lo hacía después de cinco años que no acudía a mostrar sus sensaciones sobre estar en la Selección.

El tiempo y los años te hacen madurar , expresó el delantero como argumento de absolución, como un nuevo comienzo y, aunque sin pedir perdón, se justificó en la inmadurez y la juventud sobre sus actitudes del pasado.

Vela es parte de la élite de jugadores de la Selección Mexicana, como lo son Giovani, Moreno, Aquino, Chicharito, entre otros jugadores jóvenes producto de la consolidación y triunfo de las selecciones nacionales juveniles.

Carlos fue el primer campeón mundial juvenil de México que también ganó la bota de oro en el 2005, con la Selección Sub-17, sus actuaciones de hace ocho años se mantiene en la memoria de aficionados y ante Estados Unidos, en el partido fue suficiente un gol, en una jugada individual donde recortó al centro y sacó un disparo de izquierda para vencer a Brad Guzan, para congraciarse con la afición mexicana.

Incluso el halo de gracia de Vela opacó el ingreso de Jesús Gallardo, cuando la estrategia de Juan Carlos Osorio ponía en peligro el empate que Carlos consiguió apenas unos minutos antes del ingreso del canterano de Pumas.

Gallardo es un descubrimiento de Juan Carlos Osorio, el técnico de la Selección Mexicana.

El Vegeta, como le dicen al jugador de Pumas por su peinado durante la adolescencia y porque es fan del personaje del ánime japonés, jugó por primera ocasión en el Estadio Azteca, en eliminatoria mundialista y ante el rival más fuerte de la Concacaf.

Gallardo entró al juego por una urgencia táctica, cuando Oswaldo Alanís no podía contener la velocidad y atrevimiento de DeAndre Yedlin, el lateral norteamericano que superó en al menos cuatro ocasiones al defensa mexicano, habilitado anoche como lateral izquierdo.

Por eso, cuando mejor estaban saliendo las cosas a México fue cuando Yedlin no pudo ante la marca de Jesús, incluso el lateral izquierdo fue más amenazante con la portería de los Estados Unidos que la preocupación por defender el resultado.

Jesús es un acto de fe en la Selección. Nunca participó en selecciones menores de futbol, hasta hace tres años todavía jugaba en la Tercera División en su natal Tabasco, y es producto de la cantera de los Pumas, lo que también significa el único seleccionado nacional del equipo.

Vela, el ídolo juvenil, ahora manda el mensaje de madurez, de dejar el pasado atrás.

Un gol de Carlos puso el empate ante los norteamericanos y aunque la legión de juveniles exitosos se mantiene en la Selección, las apariciones de futbolistas ajenos a los proyectos de fuerzas básicas tienen cabida en el equipo de Osorio.

México se va a la Copa Confederaciones como líder del hexagonal final de Concacaf, con la redención de Vela, que quiere dejar todo en el pasado.

eduardo.hernandez@eleconomista.mx

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