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Cerrojazo sin triunfos en La México

No fue la mejor actuación de los matadores para concluir la campaña, ante un encierro de Monte Caldera que mostró nobleza y calidad, pero faltó debilidad hacia el final de las faenas.

La decimoctava y última corrida de la Temporada Grande 2014-2015 se fue sin triunfo de parte de los alternantes.

José Luis Angelino, José Mauricio y Antonio García El Chihuahua no tocaron pelo luego de enfrentar un encierro de Monte Caldera, que tuvo nobleza y calidad, pero acusó debilidad y falta de casta hacia el final de las faenas.

Abrió plaza Angelino, quien enfrentó un potable lote que terminó por rajarse luego de colaborar activamente en los dos primeros tercios.

El primero fue Don Curro, que ayudó al tlaxcalteca a realizar lances variados y la colocación de banderillas para que, luego de un cambiado por la espalda en los medios y algunos adornos, se fuera a refugiar a tablas y el torero abreviara dejando un pinchazo y tres golpes de descabello para escuchar breves palmas tras un aviso.

Con su segundo estuvo en el mismo tenor, incluso invitó al Chihuahua a colocar los palos para que la gente les aplaudiera al terminar el tercio, pero la constante falta de fuerza y casta del encierro, sólo le permitió escuchar palmas luego de pasaportar a Don Pollo.

Por su parte, José Mauricio lidió a Don Ja, con el que le corearon fuerte un vistoso quite por chicuelinas combinadas con tafalleras y una tanda extraordinaria en redondo dentro de la faena de muleta, sin embargo, se le fue muy abajo la mano a la hora de oficiar con el acero y lo llamaron a saludar en el tercio, al terminar con el ejemplar.

El quinto de lidia ordinaria y segundo de su lote fue Don Meme, un ejemplar falto de casta y débil que lo prendió en la suerte suprema y aparentemente lo dejó lastimado de la pierna izquierda, amén de escuchar un bocinazo tras matarlo de pinchazo hondo y varios golpes de descabello.

No conforme, regaló un séptimo astado de la misma procedencia, de nombre Conino y que resultó brusco y complicado, para escuchar un recado desde el palco de la autoridad al término de su labor.

El tercer espada, Antonio García El Chihuahua, derrochó voluntad y facultades físicas con su lote, los lances fueron variados y la ejecución muy vistosa, luego prendió más al público al poner las banderillas, ya fuera corriendo hacia atrás, girando sobre su propio eje o galleando la suerte para dejar un par al violín. Sin embargo, los toros no llegaron con fuerza suficiente para el último tercio y se retiró con un balance de palmas tras un aviso y breves palmas al término de sus respectivas labores.

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