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Diplomacia mexicana para conseguir Olímpicos 2036
En la intención de apoyar a los atletas mexicanos en cuanto a trámites migratorios y apoyos consulares, la cancillería declaró que México puede aspirar a ser sede de los Olímpicos por segunda ocasión. A continuación, algunas consideraciones a recordar.
“Trabajar con toda la presencia de la diplomacia mexicana para que tengamos los Juegos Olímpicos en México en 2036”. Las palabras del canciller Marcelo Ebrad en la firma del Convenio de Concentración de Acciones entre el Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Comité Olímpico Mexicano (COM) tiene como fondo un análisis transversal entre lo político, económico, social y ambiental.
La intención es buena, para dar foco internacional a nuestro país, en un evento en el que se genera derrama económica, pero antes, ¿cuál es el precio a pagar por ello?, ¿qué experiencia histórica tiene México al respecto cuando fue sede en 1968? y sobre todo, ¿qué impacto dejará el paso de la Copa del Mundo 2026?
Países como Grecia y Brasil se sumieron en una crisis económica después de albergar los Olímpicos en el 2004 y 2016, respectivamente. Grecia arrastraba desequilibrios macro económicos y un alto gasto público, empero, eligió ser sede por su importancia simbólica y destinó gran parte de sus recursos a renovar su infraestructura, con obras financiadas casi en su totalidad con dinero público y esto contribuyó al colapso económico.
En cuanto a Brasil, su intención fue posicionar al país geopolíticamente como el líder regional y actor global, con unos Juegos celebrados solo dos años después de la Copa del Mundo en el 2014. La inversión fue de 13, 000 millones de dólares, entre fondos públicos y privados, un costo superior a lo presupuestado y el retorno menor al esperado. Además, la remodelación y ampliación de infraestructura deportiva acarreó demandas de violaciones a los derechos humanos.
En caso de proponer una candidatura desde México y de concretarse, habrán transcurrido 68 años en los que la infraestructura vial y deportiva se habrá remodelado o cambiado, y una década antes, las ciudades de Guadalajara, Monterrey y México habrán adecuado su aspecto para ser epicentro mundialista.
México tiene la opción de competir por la edición del 2036, pues antes, las sedes olímpicas son París 2024, Los Ángeles 2028 y Brisbane 2032. Para postular una candidatura, cada ciudad debe presentar su dossier siete años previo a los Juegos pretendidos y contar con el respaldo de los tres niveles de gobierno.
Hoy, en junio del 2022, el gobierno federal a través de la SRE y en voz de Marcelo Ebrad ponen en la órbita palabras como: "En el Comité Olímpico Mexicano me preguntan, '¿y si hacemos otra Olimpiada en nuestro País?', y les respondo, '¿por qué no? Sí podemos. Si autoriza el Presidente López Obrador, empezamos'".
Un concepto mencionado no estuvo correctamente empleado. La Olimpiada se refiere al periodo de cuatro años de competiciones deportivas regionales, tales como los Juegos Centroamericanos y del Caribe, o los Juegos Panamericanos, mientras que los Juegos Olímpicos se refieren al evento mundial.
En principio, los Juegos Olímpicos son uno de los megaeventos más caros que cualquier país puede organizar. El costo promedio es de 12,000 millones de dólares, sin considerar los gastos no relacionados. Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, dejaron el estandarte muy alto por sus complejidades, tras posponerse por la pandemia de Covid-19, el evento sumó 2,800 millones a su costo final, según el comité organizador nipón. El presupuesto inicial se estimó en 15, 400 millones de dólares, pero los auditores del gobierno japonés han dicho que el gasto total superó los 20,000 millones de dólares, eso coloca a Tokio en 11,040 millones por encima del costo total de los Olímpicos de Londres, la siguiente justa más cara de la historia.
Para los Tokio 2020 se construyeron ocho lugares específicamente para los Juegos a un costo de alrededor de 3,000 millones, eso incluyó el Estadio Nacional, dos arenas y renovación de 25 lugares adicionales. Se trata de Japón, la cuarta ciudad del mundo con mejor capital humano y proyección internacional; además, de poseer buenas calificaciones respecto a gobernanza, planificación urbana, movilidad y transporte, de acuerdo a la clasificación de IESE Cities in Motion Index.
En 1968 México se convirtió en la primera nación de Latinoamérica y “en vías de desarrollo” en albergar unos Olímpicos en la historia. La inversión para organizarlos ascendió a 175.8 millones de dólares que, aun así, significó en su momento el evento deportivo olímpico más barato de su tipo; aunque en el contexto mexicano y global, desembolsar tantos millones ya significaba motivo de análisis, debates, ajustes e investigaciones sobre el gasto para organización.
México 68 se celebró en la época del “desarrollo estabilizador”, el modelo económico que durante 15 años alcanzó un crecimiento promedio de 6.8% anual del Producto Interno Bruto (PIB) para el país, la producción industrial creció 8% y la inflación fue de 2.5 por ciento. El 30% del gasto se fue a la construcción o remodelación de instalaciones deportivas, unos 53.6 millones de dólares; 9.3% (16.5 millones) a obras urbanas y 43% (76.8 millones) en gastos del Comité Organizador, de acuerdo al Official Report of the Organizing Committee of the Games of the XIX Olympiad.
México en una segunda experiencia como sede olímpica tiene en la historia y en cada nueva organización, las condiciones que se deben conjugar en cuanto a la operación de los Juegos, los costos de obras públicas y demás.