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El Tri muestra sus miedos en St. James’s Park

México tuvo que conformarse con un empate 0-0 con Corea del Sur, en su debut por el grupo B de Londres 2012.

Newcastle. Ocurre en Reino Unido un fenómeno como en casi todos los países del mundo. La Selección Mexicana de Futbol convoca y vaya que lo hace de una manera peculiar. Ayer en su debut en los Juegos Olímpicos ante Corea del Sur, en donde apenas pudo sacar el empate a ceros, cientos de compatriotas vinieron al St. James’s Park con la esperanza de ver ganar a su equipo.

De acuerdo con el Departamento de Inmigración de Reino Unido, hasta su recuento del 2008, son 10,455 ciudadanos mexicanos los que residen en este país, de los cuales 53% son mujeres, 40% son estudiantes, 13% empleados y sólo 5% menores.

Ayer, una parte de esos compatriotas se trasladó a Newcastle para recordar un poco del país que abandonaron ya hace meses o hasta años. Uno de ellos es Manuel Ayala, un ingeniero industrial que vive en Londres con su esposa, una diseñadora que emprendió la aventura británica junto con su marido.

Nunca, hasta ayer, se habían animado a hacer el viaje que ocupa tres horas de King’s Cross a Newcastle. Y lo hicieron también con don Manuel, padre del marido, quien efusivo esperaba ansioso que hubiera valido la pena el tour México-Londres-Newcastle, todo en el mismo día. Ha venido porque ha hecho una apuesta con su hijo: si El Tri consigue el oro en JO, Jr. y la esposa tendrán un bebé, si los nuestros consiguen medalla de otro color, don Manuel se quedará con las ganas de ser abuelo.

Ahí en la cancha estaban ya sus ídolos. Nerviosos, con los músculos contraídos en su máximo. Asustados.

Tenían frente a ellos la responsabilidad de exhibir su personalidad en la cancha del St. James’s Park para ganar a Corea del Sur, que en Londres 1948 les ganó 5-3, en Atlanta 1996 igualó 0-0 y en Atenas 2004 triunfó 1-0, victoria que fue fundamental para que posteriormente los nuestros salieran eliminados del torneo en la primera ronda.

Y ya en el partido, Corea del Sur no los dejó pensar. Luis Fernando Tena intentó con su estrategia sesgar la infranqueable defensa asiática, con Oribe Peralta y Marco Fabián en el ataque, pero los orientales se mostraron duros, correosos y ordenados.

Los nuestros no pudieron ante eso. Fueron los nervios, el debut... nos faltó soltarnos , argumentó Marco Fabián. Reflejaban miedo. En tanto, los dirigidos por Bo Myung Hong lucían más seguros.

Ocurrió entonces una peculiar escena intercultural en la tribuna del inmueble. Al minuto 58, Kim Bo Kyoung, la estrella surcoreana, en una finta se le escapaba a Héctor Herrera, quien tuvo que meter duro la pierna para dejar a Kim en el suelo. Entonces un par de mujeres festejaron hasta los gritos el cartón amarillo que el árbitro Jedidi Slim mostró al mexicano. Un par de aficionadas tricolores les mentaron la madre y las coreanas, quizá sin entender, les contestaron.

Se hicieron de palabras. Las mexicanas en florido español y las coreanas en su ininteligible idioma. Y al final, ante el inminente resultado, hicieron las paces, con todo y foto con sombrero de charro.

México seguía sin sacudirse al fantasma surcoreano, pese a un par de chispazos que parecían concluirían en gol en los últimos minutos del partido. Pero los compatriotas consideraron que no han decepción.

Todavía hay esperanza y muchos connacionales, seguramente, seguirán ilusionados con el equipo, ese que les ha traído recuerdos de una tierra que todavía extrañan.

cristina.sanchez@eleconomista.mx

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