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El gruñón que llevó a Costa Rica a la élite

El estratega de los ticos se caracteriza por su carácter fuerte, que le ha llevado a enfrentarse a rivales, prensa y cualquiera con el que no esté de acuerdo; pero algo está claro: su capacidad no está a debate.

Botón Mundial Brasil 2014

Recife, Brasil. A Jorge Luis Pinto le desnuda siempre su mirada. Ésa que puede ser tan penetrante y que reta a quien se le ponga en frente; o tan noble, transparente, que deja escapar lágrimas de la felicidad que implica alcanzar un sueño. No importa si se encuentra enojado, eufórico o decepcionado, al estratega colombiano de la selección de Costa Rica casi siempre le acompaña una gran pasión por lo que hace, piensa o dice, sin importar las consecuencias que puedan traer sus palabras y acciones.

El resultado puede ser cualquiera, como un amargo empate sin goles ante Trinidad y Tobago en 2005 que le costó el puesto en su primera etapa como seleccionador de Costa Rica en un hexagonal en el que los resultados no le acompañaron. O bien una victoria con tintes de hazaña como la de su debut en Brasil, en el que contra todo pronóstico se impuso a Uruguay, resultado que para nada ablandó su rostro.

Otro triunfo de los ticos, ante Italia, equipo que ha saboreado títulos mundiales, lucía complicado, casi imposible para cualquiera que conozca de este deporte. Pero Pinto siempre va contra la lógica, los cuestionamientos a los cuales es intolerante. Se aferra a sus sueños, a su método de trabajo, a sus futbolistas, que luego de batallar con su carácter y exigencia han asimilado su sistema, están convencidos de que es momento de hacer historia .

Jorge Luis tiene hoy razones de sobra para sonreír, para bajar la guardia ante los periodistas que buscan su opinión y para los cuales muchas veces tiene respuestas hoscas, irónicas, agresivas.

Tras un proceso con muchos contratiempos, sobre todo antes del hexagonal, el estratega del combinado costarricense podría dejar de lado sus polémicas declaraciones, como esas con las que calificó de payasos disfrazados de periodistas a algunos reporteros mexicanos, previo al duelo que el Tricolor -que era dirigido por José Manuel de la Torre- le ganara en el cuadrangular de 2012 y que lo tambaleó en su cargo.

Esos tropiezos levantaron dudas entre los medios ticos, mismos que cuestionaban las posibilidades de su equipo. Al colombiano le gusta estar al tanto de todo, al grado de levantar el teléfono, marcar a un programa de radio y tachar de indio e ignorante a un conductor que opinaba sobre el desempeño táctico de la selección centroamericana.

Pero lo de Pinto no es novedad. El director técnico que ya tiene a su equipo en los octavos de final, instancia que no alcanzaban desde Italia 90, ha sido el mismo personaje pasional en donde se ha parado. Con esa personalidad alcanzó cuatro títulos en el futbol peruano con el Alianza Lima, dos en Costa Rica con el Alajuelense, uno en Colombia con el Cúcuta y dos en Venezuela con el Táchira. Jorge es un ganador nato y por ello le cuesta que lo cuestionen cuando las cosas no marchan como él quisiera.

Soy muy exigente , dijo tras dejar derrotado a Italia y agradecer a sus jugadores, quienes han sabido asimilar sus rabietas y hoy han cerrado filas en busca de hacer historia.

No podemos detenernos, iremos por más , advirtió el estratega, a quien sus mismos dirigidos han señalado como gruñón. Jorge se enoja por cualquier cosa , dijo durante la eliminatoria mundialista Bryan Oviedo, quien hoy agradece todas las lecciones.

La pasión con que vive el futbol y desempeña su trabajo ha permitido apenas en dos ocasiones ver al técnico colombiano en una faceta distinta, dejando su rostro duro, seco, enfadado, guardado al menos por unos instantes.

He soñado eso toda mi vida, ir a un Mundial. He sido un nombre honesto y trabajador , dijo en Kingston entre lágrimas tras consumar el pase de Costa Rica al torneo que disputa hoy en Brasil gracias a un empate ante Jamaica, mientras que luego de imponerse a los italianos por fin abrió una rueda de prensa con una sonrisa.

Les dije a los jugadores que este era un día especial, y que en este estadio teníamos que romper la historia de Costa Rica, hoy queríamos romper con toda la historia de su futbol. Era el día de cambiar todo, demostrar que merecemos más y que podemos conseguir más , explicó antes de que alguien le hiciera alguna pregunta, sonriente, relajado, luego de haber dejado tendidos en el campo a los italianos.

Hoy los resultados le permiten hacer lo que le plazca, aunque luzca soberbio, agrandado ante las cámaras, a las que asegura conocer como la palma de su mano a sus rivales en turno, y por las que manda el mensaje de que a él ni le van ni le vienen los pronósticos que colocaban a su selección como La Cenicienta.

El entrenador de Costa Rica, Jorge Luis Pinto tiene su mirada más penetrante y retadora que nunca, sabe que pase lo que pase ya ha hecho historia y que por ahora, al menos hasta antes de que se termine su sueño, puede exigir que crean en él, en sus futbolistas, esos que supieron tomarle cariño al gruñón de su entrenador que supo convencerlos de que su sistema era el adecuado.

La alegría se termina de golpe. El estratega colombiano de los costarricenses regresa a su habitual pose, serio, a la defensiva, actitud con la que se le verá hasta que logre otra hazaña que logre ablandarlo. Como sucedió en Kignston, ciudad en la que cumplió uno de sus sueños y terminó atendiendo a la prensa entre lágrimas.

carlos.herrera@eleconomista.mx

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