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Entre lágrimas, Adame se vuelve figura
Joselito rompió en llanto luego de terminar esa sublime labor que transmitió a los 25,000 asistentes.
Se encaminó hacia los medios del ruedo, con paso solemne, serio y emotivo, llegó para dirigirse con la montera al público y brindó la muerte de Grabado en el alma, toro de Julián Hamdan que se corría en tercer sitio del festejo inaugural de la plaza México. Lo demás fue apoteósico, sublime y perfecto.
Los lances a la verónica y por chicuelinas habían despertado los primeros olés a su labor, luego vino el quite por chicuelinas y el trasteo por alto, a pies juntos y sin reponer terreno, para luego pegar un pase del desdén.
Siguió la tanda en redondo que repitió con un cambiado por delante, naturales lentos, extraordinarios, como deteniendo el tiempo para escuchar el coro de la afición, que acompañaba con emoción que fue evidente en el llanto de uno que otro aficionado.
El grito fue unánime: ¡Torero, Torero! . Y sí, Joselito Adame rompió en llanto luego de terminar esa sublime labor que trasmitió a los 25,000 asistentes que se dieron cita en el inmueble de la colonia Nochebuena; luego, el pinchazo y la estocada tendida que hizo dudar al juez Jorge Ramos de entregar la oreja tan solicitada por la gente y que finalmente concedió como también el Arrastre Lento al noble burel.
Dos orejas en el segundo
Su segundo, que también brindó a la gente, se llamó Javito, de la ganadería de Xajay, al que Adame recibió por mandiles, le hizo un quite ceñido por zapopinas y dio inicio a su trasteo sentado en el estribo del ruedo con ocho pases que pusieron a la gente de pie.
Siguieron tandas de naturales, derechazos y manoletinas sin olvidar los adornos como el molinete, el desdén o los pases de trinchera, coronados con la suerte suprema realizada recibiendo y que le valió las dos orejas con petición de rabo, y la consabida salida en hombros, como también los honores del Arrastre Lento a los restos del noble burel queretano.
José María Manzanares enfrentó un peligroso segundo astado con el que estuvo muy valiente y cortó una oreja; a su segundo, un burel débil y complicado le sacó pases de mucho mérito pero lo mató mal y le abuchearon.
Eulalio López el Zotoluco corrió con mala suerte en el sorteo, su primer ejemplar bobalicón y deslucido, no le permitió lucir y se retiró en silencio; con su segundo, áspero y deslucido sacó pases de calidad, pero mató mal y silenciaron su labor.